“Cuídense de la levadura de los hipócritas” (Mateo 16:6, 22:16)
Los fariseos eran religiosos y, más aún, líderes que sentían celos del liderazgo de Jesús. El mismo Poncio Pilatos supo de su envídia… Sin embargo, Jesús respetó sus posiciones políticas y sacerdotales, mas, criticó sus mentiras. Eran de la misma religión Judía, pero discrepaban en algunos aspectos de la misma: Los Saduceos no creían en espíritu alguno. No creían en la resurrección y eran mayoría en el liderazgo político de Israel, entre los Herodianos (favorecedores de la flia. de Herodes). Los Fariseos eran fanáticos –por decirlo así- se mezclaban más con el pueblo, ya que no eran la élite económica, pero pecaban de religiosos…
Cuando los 12 discípulos se inquietaban y preguntaban “quién sería el líder del grupo” después que Él se fuera con Dios, Jesús les enseñó: “No deben ser así Ustedes”.
Podría decirse que ellos, los 12 más los fans, eran otra denominación de Judíos, otra facción o “secta”. Algunos siguieron a Juan Bautista y, al morirse éste, se fueron con Jesús muchos y sus relativos. Esperaban a un Mesías y Juan Bautista testificó de Jesucristo. Sin embargo, el Mesías, trajo un mensaje tan distinto a los precedentes: “El que quiera ser grande (entre Uds.) sea el siervo de todos”(Marcos 9:35).
El oficio del siervo era muy variado -ANTES- como ahora. El oficio iba de lo más repugnante (como limpiar KK) hasta lo más “noble”, ante las cámaras de reyes y gobernantes… Una de esas tareas era lavar las ropas, pero –también- los pies de cada persona que llegaba a sus casas: ¡Por eso Jesús lavó los pies a sus 12 discípulos! Dio un ejemplo con toda Su vida y, particularmente, sus últimos 3,5 años de existencia.
En nuestro caso, sometidos a la servidumbre de la vida terrena y terrenal. Hemos de cumplir una misión. Imaginábamos que nuestro rol lo íbamos descubriendo en la escuela, el trabajo o la universidad; pero, cuando despierta la conciencia espiritual, ese rol llega sin anunciarse (o sin creerse).
En casa tenemos animales que requieren de nuestra atención o cuido. Tenemos cosas que requieren de cuidados, pagos y atención frecuente. Podemos incluir vehículos, artefactos, equipos, pero -también- seres y personas. Además de cosas y mascotas que necesitan cuido, hay personas, amistades y relaciones. Todas ellas necesitan comunicación, comunión y cofraternidad. Los parientes necesitan llamaditas, regalitos y gestos que mantengan unidos los "nexos", que, si se desatienden, se desvanecen. ¡El rol de servirles sirve al fin!
A veces llegamos a casa y no somos notados, salvo por la incondicionalidad del perro. Pasamos a la sala y no nos reciben. Intentamos hacernos notar y, con una mano desatenta, nos hacen señas de que nos vieron o nos oyeron. Vamos a la cocina y, la nevera parece más cálida al recibirnos... No obstante, hemos de serles siervos. Hemos de servirlos, pues, "el más grande sirve al menor." Si no atendemos nuestras cosas, nadie lo hará mejor que nosotros. Si no cuidamos a los que amamos, nadie podrá demostrarles cuánto los apresiamos. Similarmente, cuando tenemos un perro o un conejo, esperamos "algo" recíproco a nuestras atenciones. Cuando pagamos las cuentas y otros servicios, esperamos algo de lealtad (Aunque debamos "Ir una milla más").
En el caso de lo que somos (o PARA lo que fuimos hechos) se aplica lo mismo que un árbol sembrado. Lo cuidamos para que crezca, le ponemos agua y abono, con miras a ver sus frutos. Cuando llega el día -un par de años luego, quizá- salen los primeros frutos. Se esperan de calidad y, cuando NO lo son: Se corta el árbol y se sustituye por otros. Así mismo sucede con nosotros. Ocupamos un lugar, somos cuidados y, el día que no damos los frutos esperados, somos cortados del lugar que ocupamos (inútilmente) y somos reemplazados. Cuando criamos gallinas y conejos, sucede igual: Cuando llega el momento habrá un sacrificio... ¿Estamos dispuestos a ellos?
El caso es que Dios no nos necesita. Creemos que siendo "obedientes" o "buenos" nos ganamos un lugar cerca de Su trono o servicio. ¿Qué podemos hacer para que Él sea más Dios (o menos)?. Pensamos que "nos necesita", pero somos nosotros quienes necesitamos de Él. Lo único a nuestro favor es que, si le servimos -sirviendo a otros- le hacemos "publicidad", le damos honor y honra entre la humanidad: Eso haría que otros cambiemos, y seamos serviciales ¡Útiles!
Los mandamientos, en suma, no son un código de leyes arbitrarias: Pretendían acercarnos al derecho que asistía a cada ciudadano del mundo. Puede que parezcan molestos, gravosos, pero -a fin de cuentas- eran para acercarnos a la conciencia del derecho colectivo (más que al individual o "egoísta" de Dios) y a la necesidad de Un Creador y Juez director del Todo...
Llegará un día -no está muy lejos- cuando comprendamos toda la verdad. Esa verdad estará en Jesús, el SIERVO perfecto de Dios (Isaías). En Él reposa y pesa toda la honra de todo poder y Principado, hasta que Dios mismo baje y reine entre la humanidad... Cuando esto llegue (y se acerca) comprenderemos que no podemos gobernarnos solos, ni a nosotros mismos: Él y Su Hijo, Jesucristo, reinarán: Nacimos para servir (Juan 13:13-16)
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