Thursday, August 31, 2006

Humillarse intencionalmente.

En nuestro obrar diario pueden haber muchas intenciones. La primera intención puede ser ese simple servir; pero, la 2da. intención, servir con otros propósitos. El cuadro de Jesucristo con aquella mujer derramando su perfume y lágrimas (Juan 12:3 y Lucas 7:36-50), a Sus pies, secándolos de amor quebrantado, es un ejmplo sublime, comparado con lo hermoso de Dalila con la cabeza dormida de Sansón, entre sus piernas. ¿No lo hizo para traicionarlo, luego?

Humillarse intencionalmente es obrar "dando comida al enemigo, cuando éste tiene hambre". Es "poner ascuas de ira sobre sus cabezas", cuando Dios obre retribuyéndonos. ¿Qué cosas, ocultas y del corazón, no quedarán expuestas cuando asistamos al tribunal de Jesucristo? (¡Buen tiempo para reflexionar en ellas, recapiturar y capitulalas! si no lo hacemos, sufriremos la vergüenza pública, por hipócritas).


Humillarse con intención es tener la idea primaria e ingenua de servir a otros, pero abrazando la certeza de ser recompensado, hallando satisfacción de ser útil y depositar créditos de justicia en nuestra cuenta personal. Esta segunda intención, de servir, puede ser el sondear el alma de quienes servimos o, también, el dar un ejemplo deliberado de servicio ejemplarizante: Como Jesús lavando los pies de Sus discípulos (particularmente, para desarraigar la idea de quién sería el “primero”, luego de la salida terrena del que SIEMPRE debe ser el primero; ya que, los apóstoles imitaban las estructuras seculares de autoridad y jerarquía. “¡El más grande DEBE ser el siervo de TODOS!”).

Siendo falsos siervos (siempre interesados, egoístamente) (como políticos) engañaríamos solamente a la gente: Nunca a Dios. (Aunque Dios se sirve hasta de Satán mismo y de todo “Judas”). Humillarnos sinceramente y con propósitos definidos y deliberados, sirve a Dios, al prójimo y a nosotros mismos: Habrá satisfacción personal por sabernos útiles y, quizá, alguna recompensa económica que estimule a lo personal, en otros campos, como en las necesidades del Ego o en esas puertas que el Alma necesitan sean abiertas. ¿Es conveniente a su vida un beneficio adicional?

En las relaciones personales hace falta un poco de humildad (deliberada), puesto que el ego tiende a sobreponerse a la humildad y al deseo de servir sin otras metas ingenuas: “El que se humille será exaltado” (Marcos 9:35, Juan 12:26 y Mateo 10:32). Humillarnos nos sirve para conocernos, para saber cómo realmente somos ¿No es esto una segunda intención?.

En la relación de parejas, más que en la amistad, la decadencia se asoma a una ventana de luces oscuras. Puede que uno no se trate como antes, que las emociones se “enfríen” y se asome la oportunidad de que uno de ambos deba humillarse para servir (el más inteligente debería hacerlo cuanto antes). Al hacerlo, se presentará la oportunidad de sondear el alma del otro (y la nuestra). Esa segunda intención puede presentar un beneficio adicional que -en lugar de destruir- ¡puede sobreedificar y reconstruir la relación!:

Uno de los dos admite el deterioro emocional y hasta sexual (Dios nos puso el sexo con propósitos). Alguien se reconoce culpable, pero, entre parejas, la “culpa” es compartida: ¡Nadie es absolutamente inocente!. Uno decide buscar las pantuflas al otro –en este caso la mujer- y no deja salir al cónyuge de la cama. Se muestra descomunalmente atenta, amorosa (amar es servir) y sugerente: Resulta obvio que no sólo desea ponerle las pantuflas al compañero.

Al volver a la cama con las pantuflas se la “ocurre” cubrir aquellos pies con unos calcetines y algo de talco: Lo que imagine para entretenerlo más tiempo –en la cama- fuera de lo usual. Al buscar todas esas herramientas que se le “ocurren”, las busca de manera tan sugerente, sensual, que uno se imagina que algo raro pasa, y una respuesta “orgánica” (erógena) debía saltar a los ojos de quien se muestra tan servicial y atenta. Imaginemos que esta dama adopta posturas “reveladoras”, que muestren –evidentemente- que ella desea dar algo más que estas pequeñas acciones…

Cualquier humano sabe que esto no es normal (pero posible). Ambos, mujeres y hombres, debemos responder a estos estímulos: Dios nos hizo con estímulos para todo. La otra parte, un ser amable e inteligente, dirá de lo suyo -¡sea lo que sea!- responderá: De su respuesta se sabrán tantas cosas… ¡Son los frutos de los labios los que revelan las plantas del corazón!

En lo personal, he recibido bastantes compensaciones por humillarme con propósitos. He sabido –siendo útil- qué hay en el corazón de la gente y en mi corazón. Compartir esas experiencias en este sitio no es mi motivo –sino SERVIRLES- aunque algún día escribiré, en otro lugar: Si Dios me provee de medios para una pen drive y una PC.

Amar es servir. El cuerpo y el alma claman por “ser servidos” (servirse de toda la humanidad posible). Jesús, el Cristo, sentó el precedente que hacía falta a mi vida: Yo era uno de esos parásitos que usan y abusan de la gente (aunque sinceramente lo admita, puede que tenga “lastre” por tirar fuera de borda ¡Soy humano!). Uno piensa que el amor es solamente sentimientos gratos, hedonismo; pero es darse -¡ABANDONARSE!- en beneficio de quienes amamos. Esta cordialidad filial y atención debe ser continua y progresiva: ¡Sostenida y mantenida! Es un constante participar y darse ...

(Sigue)

Wednesday, August 09, 2006

¿Quiénes somos?

Uno se hace esta pregunta cada vez que se nota al espejo. Uno lo pregunta cuando asume cada rol, porque son muchos: ¿Quiénes somos?.

Ayer, charlando con una joven dama, decía su opinión en cuanto a muchas cosas. Decía no importarle la opinión de la gente, sus prejucios ni lo que pretendía o insistía en imponerle. Al hacer uun comentario relativo a su trabajo, no pude evitar la curiosidad por saber cómo se ganaba el pan que compra para su casa. La actitud -defensiva- cambió al unísono. Aquella retórica cambió inconscientemente, desviando su mirada y cambiando la actitud de su voz.
"¿En qué trabajas?" -insistí-. "Trabajo en casa"-replicó-. "¿En la tuya?" -inquirí-. "¡En otra! (¡Glup!). "¡Ah! -repliqué, entendiendo- "trabajas en la tuya y en otra".

Oficios del hogar. ¿Qué hay de malo en ello? Si tuviera alguien que me pague, por trabajar o escribir, lo haría en casa, también. Si tuviera alguien que me contratara para pintar, reparar cosas, plomería, electricidad, etc., lo haría con gusto ¡En mi casa, o en otra!

No tengo idea de la razón que la hizo cambiar de actitud. Uno pueded tener tanto prejuicio que echar fuera que, tardaré años enumerando mis propios prejucios "para sentirme aprobado, socialmente". Se nos educó con tanto valor a la alabanza humana, al ego, que -no siendo "Señor", ni PhD- uno tiende a minimizarse (o se siente minimizado) cuando no estamos acreditados o avalados por un diploma o institución universitaria (o cursillo de academia "reconocida"). Particularmente, me gustaría cursar estudios para ser un DD, en The U.S., o en otro país que me "acredite", para un empleo estable y que me agrade; pero, ciertamente, los padres somos parte del hogar, así como inmediatos factores del logro profesional y monetario de los nuestros. ¿No son dignas las madres de todos los diplomas que sus hijos e hijas han optenido? ¿No son ellas -y sus ellos, los padres- el motor que apoya -y apoyó- el logro profesional y monetario de sus críos?

En lo que a mí respecta, me importa poco colgar mis diplomas en una pared blanca y fría. Me da lo mismo pegarlos con cinta adhesiva, que montarlos en marcos hermosos. ¿Me hacen ellos "mejor"? ¿Significan algo a mi ego o autoestima? Los conservo para mostrarlos a mis hijos, no para exhibirlos, sino para motivarlos: Sirven para mejorar los ingresos y la clase de empleo.

Cuando uno DEBE buscar un empleo secular, saca todo lo bueno que tenga a la mano. La mejor ropa, los zapatos lustrosos y la mejor sonrisa. Uno se vende como producto -pero alquilándose-, pues, necesita el empleo: ¡Aunque no sea el oficio o profesión que uno guste o deguste! Uno quiere ganarse el pan -pero más el sueldo- a fin de compensar las deficiencias en casa. Uno busca un nombre, una posición; pero debe hacerlo por la plata con que compra las necesarias provisiones del abasto que lleva a casa. ¿Quiénes hacen el oficio que colma sus aspiraciones personales y sus gustos ocupacionales?

En la perspectiva de lo que somos, de lo que hemos aprendido a HACER (más que a ser), se nos presenta un reto. ¿Quiénes somos? ¿Qué sabemos hacer y qué queremos hacer?

Para un siervo (el que quiere servir a Dios, sirviendo a los humanos) se abre una puerta grande, de OPORTUNIDADES. Uno, ciertamente, tiene inclinaciones a buscar el prestigio antepuesto al servicio y al "servir", pero, consistentemente, NADIE DUDARÁ de lo deseable de la paga: ¿A quién no le gu$ta ganar ba$tante e$forzándose poco? Sin embargo, la "fama" y la "Paga" no van juntas, en el aspecto económico (aunque, en cuanto a reputación, parecen hermanadas: La mala fama se queda -a rastras- con el que sirve mal o no es socialmente favorecido: ¡Como el pecador!)

Una persona adulta -hablando espiritualmente- no hace distingo entre un oficio y otro. Un ser servicial, para ser útil, no ha de ser servil o rastrero. La Biblia, por su parte, está colmada de lindos ejemplos de servicio y de servilismo: Un campo muy humano y terreno. Si gustamos ver y entender lo social, lo laboral y ejemplar de cada cosa o situación, nos enriqueceremos de esta fuente. Jesús, el Hijo de Dios, debió haber sido carpintero (si asumió el oficio de José, el esposo de María). Pablo, docto en la ley, hizo de fabricante de tiendas, para ganar el pan suyo y el de sus asociados (en la época en que no quiso ser una carga a ciertas iglesias): "El obrero es digno de su sustento (salario)" (I Corintios 9:14).

Una persona madura, en el alma, habrá superado el problema del ego y la ridícula competencia que tenemos, unos contra otros. El que limpia la escuela es tan útil como el que enseña o el que aprende: La diferencia está en la paga (sueldo) o en el ego (la forma en que nos reconocemos, con la importancia del lugar que tenemos y ocupamos, "sirviendo").


(sIGUE)

Monday, August 07, 2006

Nacimos para Servir (Juan 13:13-16)

“Cuídense de la levadura de los hipócritas” (Mateo 16:6, 22:16)

Los fariseos eran religiosos y, más aún, líderes que sentían celos del liderazgo de Jesús. El mismo Poncio Pilatos supo de su envídia… Sin embargo, Jesús respetó sus posiciones políticas y sacerdotales, mas, criticó sus mentiras. Eran de la misma religión Judía, pero discrepaban en algunos aspectos de la misma: Los Saduceos no creían en espíritu alguno. No creían en la resurrección y eran mayoría en el liderazgo político de Israel, entre los Herodianos (favorecedores de la flia. de Herodes). Los Fariseos eran fanáticos –por decirlo así- se mezclaban más con el pueblo, ya que no eran la élite económica, pero pecaban de religiosos…

Cuando los 12 discípulos se inquietaban y preguntaban “quién sería el líder del grupo” después que Él se fuera con Dios, Jesús les enseñó: “No deben ser así Ustedes”.
Podría decirse que ellos, los 12 más los fans, eran otra denominación de Judíos, otra facción o “secta”. Algunos siguieron a Juan Bautista y, al morirse éste, se fueron con Jesús muchos y sus relativos. Esperaban a un Mesías y Juan Bautista testificó de Jesucristo. Sin embargo, el Mesías, trajo un mensaje tan distinto a los precedentes: “El que quiera ser grande (entre Uds.) sea el siervo de todos”(Marcos 9:35).

El oficio del siervo era muy variado -ANTES- como ahora. El oficio iba de lo más repugnante (como limpiar KK) hasta lo más “noble”, ante las cámaras de reyes y gobernantes… Una de esas tareas era lavar las ropas, pero –también- los pies de cada persona que llegaba a sus casas: ¡Por eso Jesús lavó los pies a sus 12 discípulos! Dio un ejemplo con toda Su vida y, particularmente, sus últimos 3,5 años de existencia.

En nuestro caso, sometidos a la servidumbre de la vida terrena y terrenal. Hemos de cumplir una misión. Imaginábamos que nuestro rol lo íbamos descubriendo en la escuela, el trabajo o la universidad; pero, cuando despierta la conciencia espiritual, ese rol llega sin anunciarse (o sin creerse).

En casa tenemos animales que requieren de nuestra atención o cuido. Tenemos cosas que requieren de cuidados, pagos y atención frecuente. Podemos incluir vehículos, artefactos, equipos, pero -también- seres y personas. Además de cosas y mascotas que necesitan cuido, hay personas, amistades y relaciones. Todas ellas necesitan comunicación, comunión y cofraternidad. Los parientes necesitan llamaditas, regalitos y gestos que mantengan unidos los "nexos", que, si se desatienden, se desvanecen. ¡El rol de servirles sirve al fin!

A veces llegamos a casa y no somos notados, salvo por la incondicionalidad del perro. Pasamos a la sala y no nos reciben. Intentamos hacernos notar y, con una mano desatenta, nos hacen señas de que nos vieron o nos oyeron. Vamos a la cocina y, la nevera parece más cálida al recibirnos... No obstante, hemos de serles siervos. Hemos de servirlos, pues, "el más grande sirve al menor." Si no atendemos nuestras cosas, nadie lo hará mejor que nosotros. Si no cuidamos a los que amamos, nadie podrá demostrarles cuánto los apresiamos. Similarmente, cuando tenemos un perro o un conejo, esperamos "algo" recíproco a nuestras atenciones. Cuando pagamos las cuentas y otros servicios, esperamos algo de lealtad (Aunque debamos "Ir una milla más").

En el caso de lo que somos (o PARA lo que fuimos hechos) se aplica lo mismo que un árbol sembrado. Lo cuidamos para que crezca, le ponemos agua y abono, con miras a ver sus frutos. Cuando llega el día -un par de años luego, quizá- salen los primeros frutos. Se esperan de calidad y, cuando NO lo son: Se corta el árbol y se sustituye por otros. Así mismo sucede con nosotros. Ocupamos un lugar, somos cuidados y, el día que no damos los frutos esperados, somos cortados del lugar que ocupamos (inútilmente) y somos reemplazados. Cuando criamos gallinas y conejos, sucede igual: Cuando llega el momento habrá un sacrificio... ¿Estamos dispuestos a ellos?

El caso es que Dios no nos necesita. Creemos que siendo "obedientes" o "buenos" nos ganamos un lugar cerca de Su trono o servicio. ¿Qué podemos hacer para que Él sea más Dios (o menos)?. Pensamos que "nos necesita", pero somos nosotros quienes necesitamos de Él. Lo único a nuestro favor es que, si le servimos -sirviendo a otros- le hacemos "publicidad", le damos honor y honra entre la humanidad: Eso haría que otros cambiemos, y seamos serviciales ¡Útiles!

Los mandamientos, en suma, no son un código de leyes arbitrarias: Pretendían acercarnos al derecho que asistía a cada ciudadano del mundo. Puede que parezcan molestos, gravosos, pero -a fin de cuentas- eran para acercarnos a la conciencia del derecho colectivo (más que al individual o "egoísta" de Dios) y a la necesidad de Un Creador y Juez director del Todo...

Llegará un día -no está muy lejos- cuando comprendamos toda la verdad. Esa verdad estará en Jesús, el SIERVO perfecto de Dios (Isaías). En Él reposa y pesa toda la honra de todo poder y Principado, hasta que Dios mismo baje y reine entre la humanidad... Cuando esto llegue (y se acerca) comprenderemos que no podemos gobernarnos solos, ni a nosotros mismos: Él y Su Hijo, Jesucristo, reinarán: Nacimos para servir (Juan 13:13-16)

Take my life away!

There´s nothing I can do to please you.
There´s nothing better than trying.
What could I do to get Heaven
Than praying faster when dying?

I have no one to love around
Just enemies hating or fighting.
What else do I have to ask from You,
But letting me go: I feel dying!

My children are gone somewhere else.
My pleasure is burnt, I´m alone.
Nothing I tried is accomplished
Better or worst, I´ll be gone!

Jesús!, I´ve spent 2 hous praying
I begged off my sorrow knelt, (Rev. 22:3)
But seeing no one who answers
It`s just like falling in Hell (Rev. 22:15).

Speak to me, Saviour! Say something.
Grant me a love, Anything!
After your words I come near you,
But leaving me alone: My daydream!

I won´t write it abundantly
You deeply know what I see
People surround me like armies
You´ll keep me alive, if You´re pleased. (Rev. 21:8)

Wednesday, August 02, 2006

Beneficios de la SERVIDUMBRE.



Cuando hacemos un camino en nuestras tierras, cuando hacemos una obra o trabajo que beneficie a otros -los que vienen atrás- pueden reclamar "derechos de uso". Si cavo un túnel en una montaña, para llegar hasta mi casa directo, en lugar de otro camino, aquellos que tengan mi permiso verbal de uso -por el hecho, mas no derecho- pueden reclamar, ante un tribunal, derechos de paso, creando (sobre mí) una servidumbre. No habiendo hecho nada para el logro de ese objetivo, para el camino o el túnel: ¡tienen derecho al disfrute de mi obra o trabajo! ¿Quiere entrar al cielo, al tiempo y al espacio eterno? ¿Desea una vida perfecta?

Similarmente, no habiendo pasado por las penas ni vivencias del hijo de Dios, ante el tribunal del Padre, podemos reclamar "derechos" de paso. No con la complicación de litigar ante un tribunal de abogados, sino con el testimonio de la lealtad de nuestras vidas. No contratando el servicio de gente que nos "defienden", sino defendiendonos NOSOTROS MISMOS con nuestras palabras y acciones. No en un tribunal, sino ante un mundo de gentes que "juzga", pero se condena a sí mismas, pues, hacen lo mismo que nosotros...

Jesús, en la Cruz, hizo algo que ninguno de nosotros podría (ni podrá). Dio voluntariamente Su vida, para rescatar la nuestra. Sufrió lo indeseadamente insufrible, pero lo SINTIÓ como un hombre y mortal (aunque en la cruz citó parte del Salmo 22): "Dios mío , Dios mío. ¿Por qué me has abandonado?" ¡Dios se alejó del cuerpo mortal de Su hijo, para recibirlo en Su espíritu!

LA servidumbre de Jesús comienza a su llegada a la tierra: Vino del cielo... Vivió las limitaciones humanas, las pruebas y TENTACIONES: No pecó, a diferencia nuestra. Trabajó, quizá como carpintero, hasta los últimos 3,5 años de su ministerio EDUCACIONAL: Enseñó a 12, privadamente; pero tuvo cientos de seguidores ¡Todavía hoy!. Fue a la muerte -como muchos iremos- y pagó el precio que no podemos pagar: Su vida por la nuestra.

Suena a retórica, suena hueco. ¿Sabe cuáles son los beneficios de esa servidumbre? ¿Sabe qué significa el EJEMPLO que nos dio? Siendo hijo de Dios, vivió como un siervo, lavó los pies de muchos y compartió lo suyo con pobres, ricos, políticos y prostitutas. ¡No hizo acepción ni excepción de personas!

Lea de Su palabra. Aprenda de Él mismo qué es (y era) Su mensaje: ¡Reclame los beneficios de Su servidumbre! pero debe serle leal a Él (No a Ud. única ni exclusivamente). De hacerlo, aprenderá una grna lección: Jesús, el Hijo Unigénito de Dios, siendo Señor y Maestro, vino a servir "y no a ser servido" (Juan 13:13-16) ¡Qué gran oportunidad de cambiar nuestro parecer! ¿Sufrir el vivir como siervos, sin que se retribuyan nuestros esfuerzos en ser útiles por DIOS?

Problemas entre vecinos.

Lo que pasa entre Israel y sus "vecinos", lo entiendo. Yo mismo, por tener vecinos (o intentar serlo) lo conozco en carne propia. Cada uno siente un recelo, una territorialidad, como aquel perrito que deja su mancha de orina, y otro viene y defeca o moja lo mojado: Aquel que llegó primero, se siente con más derechos que aquel que llegó después y no acepta y desconoce otro pisatario: ¿Por qué otro vecino? Sin embargo, el caso de Israel y su entorno, es un problema de siglos, de guerras y de sangre, pues, hay parentesco...

Cuando uno sube al ascensor, con hipócrita cortesía dice: "Buen Día". Alguno responde, otro lo ignora y, el más atrevido, dirá: "¿Qué buen día? ¡Han pasado las 12 del mediodía.! Ya el saludo corresponde a "la tarde" (¿No son 24 horas un día? ¿No es un convencionalismo y cortesía?).

El caso de una nación o gentilicio es más complejo. Hay odio genético, nacionalismo y muchas cosas. Por ser vecino o tratar de serlo, comprendo el recelo individual y personal. Por tener una naturaleza egoísta, conozco y siento la mezquindad de mi alma. ¿Cómo no han de tenerla otras personas, bajo condiciones similares? Uno llega a una montaña, se cree dueño de ellas y del paisaje, pero -solamente- ha comprado unos miles de metros. Luego, con los años, otro llega, y con un costo mayor, compra su porción; pero, décadas después, otro, sin inversión o paga, adquiere más tierras, pero con similarres derechos de ocupación y uso. ¿Qué sienten los primeros pisatarios? ¿Cómo se mueven los ojos cuando alguien entra en el metro o en ascensor y limita nuestro derecho a espacio, aire y respiración?

Esos ojos dejan de mirar las distancias. Esos ojos se desvían del lindo horizonte y se montan sobre el hombro del que se detiene -dándonos la espalda- justo en frente de nuestra naríz y el espacio para respirar. Esa mirada se apunta hacia la "tolerancia", o la sincera respuesta de defensa. "Quítese de mi vista" -diríase- "Se me está montando encima".

El caso de Israel y sus "vecinos", es el mismo. Son siglos de "tolerarse". El uno envidia al otro y es algo más complejo: Tiene que ver con teología y profesías.
Israel salió de la nada y, a diferencia de otras naciones, su gentilicio tiene que ver con una voluntad extraterrestre: Dios, Su Hijo y Su reinado (¡En Jerusalén!).

Yo sé qué es tener "vecinos" y no deseo esa clase de vecinos. Sé que llegué primero y no deseo que nadie más me quite la vista de mis montañas: ¿No se irán a llenar de ranchos o malandros, uno de estos días, por la desidia de tanto mal gobierno, los errores financieros o educacionales, que cometemos? ¿No dijo Jesús que "los pobres estarían con nosotros siempre"? (Soy uno de ellos).

El caso de "malos vecinos" no existe solamente en el medio oriente: ¡América también!. Desde la colonia, los problemas limítrofes existen congelados y, los ánimos, anestesiados. ¿Quién recuerda la disolución de la Gran Colombia y otro sueños? Nuestra ira está "guardada" porque tenemos espacios y recursos naturales. Nuestras fronteras son tan vulnerables como nuestra Seguridad Nacional: Muere más gente en Venezuela -en "Revolución"- que gente entre Israel y Líbano. ¿No es terrorista el hampa de la robadera de autos, y demás corrupciones dentro y fuera de quienes "representan" la ley? ¿No es el terror lo que hace que nos escondamos en casa después de las 7 pm?

¡Bah! Acá todos sabemos la corrupta verdad de tanta mentira.