Thursday, January 26, 2012

La Eutanasia





Hoy está de moda tratar estos temas clínicos, particularmente cuando hay medios para hacer dinero con ellos (yo debo revisar mi caso, pues, doné mi cuerpo a un instituto de la UCV, y no quiero tener que “buscar los repuestos” que puedan faltarme, en caso de reventa).

¿Qué es la eutanasia?
Sin recurrir a la etimología griega, es pedirle a un doctor que te mate: Es la muerte por medios químicos o pasivos…

Hace décadas, hubo una película que se llamaba el Soylen Verde (The green soylen) ¡Algo así!... Al estilo de la película del “Hombre Centenario” (con Robin Williams), a cierta edad y de forma voluntaria, cada persona era llevada a un sitio especial, una especie de cámara repleta de pantallas de video (a manera de ventanas) y allí veían la vida reproducida, sea sus vidas, sea la de sus seres amados, y un medicamento administrado les cegaba la vida y ¡morían! (en el Green Soylen, reciclaban esos cuerpos para fabricar nuevas galletas verdes) (ahora –pretenden- reutilizar los órganos para “darle vida a otros” y, en el fondo, es un negocio).

Según recientes sondeos –dice un artículo en la www- la simpatía por la eutanasia se ubica en los siguientes porcentajes: 60% en Estados unidos - 74% en Canadá - 80% en Gran Bretaña - 81% en Australia ¿Interpretación?: En los países donde ya se ha aumentado el margen de esos 70 años, quienes “viven” ya no quieren vivir a expensas de ese peso médico, ese costo artificial (ni lo consideran vida).

Al parecer, el pasado 2011, Holanda se convirtió en otro de los pocos países en legalizar la eutanasia: Es legal en Suiza y Bélgica (Albania y Luxemburgo permiten el "suicidio asistido").


En sur América, La Corte Constitucional de Colombia autorizó -en 1997- la eutanasia voluntaria para pacientes terminales que la pidieran. Al parecer, el Congreso colombiano puede regular “los términos” en los que se aplica esta ley, pero no oponerse a ella. ¿Hacia dónde vamos?

Hace no mucho, se discutía la legalidad del aborto ¿no es el mismo tema, pero aplicado a los no natos? (pero éstos no tienen voluntad para decidir y, al “hacerlo” otro, se habla de crimen y cómplices pero, en relación a la eutanasia, ¿nos quedaremos sólo allí, aplicada a las enfermedades terminales? ¿Qué dirán los deprimidos, los abatidos, los que se divorcian o cuyos esposas y amantes mueren?

Hoy, en el caso de los animales, aplicamos la esterilización a las perras (pero no siempre a los perros). En el caso de esos seres, los ponemos a “dormir”, pero se busca que la misma anestesia sea aplicada en los humanos. ¿Somos más o menos que ellos? (¿Más aunque yo “esté ladrando”?).

Humanamente tenemos muy buenos argumentos para evitar el dolor y aborrecer el sufrimiento. A veces, cuando enfermo, me sorprendo de la ligereza que tienen muchas (os) en cuanto a la automedicación ¿A quién le gusta el dolor y el padecer? (¡a mí no!) Sin embargo, no me tomo una pepa en seguida  (dejo que otros recursos funcionen) (y de niño sufrí mucho, y odiaba las inyecciones que me sanaban).

Si por mí fuera, sin tanto peo, suscribiera un papel donde pido me cremen… ¿Pero a fuego lento? ¡Jamás! Si de mí dependiera, conéctenme a una manguera, a un cablecito y despáchenme… ¡Allá voy San Pedro!...

Pero el negocio de la vida no es así de light: Esto sería semejante a las veces en que me escapo de ir a la escuela, a cualquiera de sus clases, pero tarde o temprano comprendo que necesito culminar todas las asignaturas de la universidad de esta vida. Necesito terminar todas las etapas de esta colegiatura vivencial y, si por alguna razón logro burlarme de un par de lecciones, TARDE O TEMPRANO TENDRÉ QUE VERLAS (y repetir algún grado, un par de materias, me sale más caro y pesado).

Puedo leer de Jesús en Getsemaní: “Pase de mí esta copa… Pero que NO SE HAGA MI VOLUNTAD, sino la tuya”.
Yo puedo pedirle a Dios me libere de este pesar, de esta ansia de procurar satisfacerme (sea con medios lícitos o ilícitos) pero no puedo escapar a lo que Él ha dispuesto para mí. Puedo escapar a una o varias de Sus lecciones, pero no puedo escaparme de la licenciatura de la vida que ha dispuesto para que yo concluya (a menos que renuncie, temprano, a mi educación espiritual primaria).

Jesús no tomó de aquella esponja que le hubiera prolongado las horas en una sedada agonía (Mateo 27:48, Juan 19:28-30); pero para acelerarle la muerte le hubieran quebrado los huesos de las piernas para acelerarle la muerte, en Su crucifixión (Juan 19:31, 33) ¿Hubiera cumplido Las Escrituras? (Juan 19:36) (y escribo ese dato para los que leen y se nutren del señor Jesús). ¿Apelaría Jesús a la eutanasia divina?
Sé de gente que muere y se va durmiendo. Otros, contrario a la voluntad de sus corazones, padecen una larga y dolorosa enfermedad (que no pueden ni pagar por los más simples medicamentos) ¿Puedo jugar a ser dios?

Según una tradición, Pedro murió crucificado, pero “pidió” lo pusieran cabeza al suelo (¿?). Santiago, hermano de Jesús, decapitado y, Esteban (Hechos 7:59), lo “eutanasiaron” con pesadas piedras… ¿Cómo me llevarán a mí y a tí?

En el fondo, pedir la eutanasia es una forma de no confiar a Dios nuestras cosas terrenales (el mismo error que cometí al donar mi cuerpo “a la ciencia”) (pero era para ahorrarles inconvenientes económicos a los míos: El muerto hiede y se entierra). Puede que ya no quiera vivir, no estar aquí, ni ver o ser testigo de ciertas cosas; pero Dios tiene un plan para cada experiencia y vivencia ¿Escaparé de Sus lecciones y colegiatura espiritual? (me río de mí).

Sé que quienes puedan irán a Holanda, para burlar el asunto legal de cada país, lo harán: ¡Dios se los permita! (lo han hecho para el aborto o para “el matrimonio” con el mismo sexo) pero no burlarán la mano de Dios… ¡Yo mismo estoy fallando!

Humanamente estoy pensando en muchas cosas, muchas situaciones, y desde ya quiero tomarme de esa mano -de esos brazos- y sé cuán difícil es para cada uno la situación que cada quien está viviendo: Tengo amistades pensando en suicidarse. Sé de gente que está tan desmoralizada -¡y desmotivada!- que la autoestima está por debajo del piso y, aún así, algunos se acercan a la voluntad de Dios y otras y otros desdeñan cada oportunidad, que hallo consuelo para mí, sin señalar. ¡Es su derecho!

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