Thursday, January 26, 2012

La Eutanasia





Hoy está de moda tratar estos temas clínicos, particularmente cuando hay medios para hacer dinero con ellos (yo debo revisar mi caso, pues, doné mi cuerpo a un instituto de la UCV, y no quiero tener que “buscar los repuestos” que puedan faltarme, en caso de reventa).

¿Qué es la eutanasia?
Sin recurrir a la etimología griega, es pedirle a un doctor que te mate: Es la muerte por medios químicos o pasivos…

Hace décadas, hubo una película que se llamaba el Soylen Verde (The green soylen) ¡Algo así!... Al estilo de la película del “Hombre Centenario” (con Robin Williams), a cierta edad y de forma voluntaria, cada persona era llevada a un sitio especial, una especie de cámara repleta de pantallas de video (a manera de ventanas) y allí veían la vida reproducida, sea sus vidas, sea la de sus seres amados, y un medicamento administrado les cegaba la vida y ¡morían! (en el Green Soylen, reciclaban esos cuerpos para fabricar nuevas galletas verdes) (ahora –pretenden- reutilizar los órganos para “darle vida a otros” y, en el fondo, es un negocio).

Según recientes sondeos –dice un artículo en la www- la simpatía por la eutanasia se ubica en los siguientes porcentajes: 60% en Estados unidos - 74% en Canadá - 80% en Gran Bretaña - 81% en Australia ¿Interpretación?: En los países donde ya se ha aumentado el margen de esos 70 años, quienes “viven” ya no quieren vivir a expensas de ese peso médico, ese costo artificial (ni lo consideran vida).

Al parecer, el pasado 2011, Holanda se convirtió en otro de los pocos países en legalizar la eutanasia: Es legal en Suiza y Bélgica (Albania y Luxemburgo permiten el "suicidio asistido").


En sur América, La Corte Constitucional de Colombia autorizó -en 1997- la eutanasia voluntaria para pacientes terminales que la pidieran. Al parecer, el Congreso colombiano puede regular “los términos” en los que se aplica esta ley, pero no oponerse a ella. ¿Hacia dónde vamos?

Hace no mucho, se discutía la legalidad del aborto ¿no es el mismo tema, pero aplicado a los no natos? (pero éstos no tienen voluntad para decidir y, al “hacerlo” otro, se habla de crimen y cómplices pero, en relación a la eutanasia, ¿nos quedaremos sólo allí, aplicada a las enfermedades terminales? ¿Qué dirán los deprimidos, los abatidos, los que se divorcian o cuyos esposas y amantes mueren?

Hoy, en el caso de los animales, aplicamos la esterilización a las perras (pero no siempre a los perros). En el caso de esos seres, los ponemos a “dormir”, pero se busca que la misma anestesia sea aplicada en los humanos. ¿Somos más o menos que ellos? (¿Más aunque yo “esté ladrando”?).

Humanamente tenemos muy buenos argumentos para evitar el dolor y aborrecer el sufrimiento. A veces, cuando enfermo, me sorprendo de la ligereza que tienen muchas (os) en cuanto a la automedicación ¿A quién le gusta el dolor y el padecer? (¡a mí no!) Sin embargo, no me tomo una pepa en seguida  (dejo que otros recursos funcionen) (y de niño sufrí mucho, y odiaba las inyecciones que me sanaban).

Si por mí fuera, sin tanto peo, suscribiera un papel donde pido me cremen… ¿Pero a fuego lento? ¡Jamás! Si de mí dependiera, conéctenme a una manguera, a un cablecito y despáchenme… ¡Allá voy San Pedro!...

Pero el negocio de la vida no es así de light: Esto sería semejante a las veces en que me escapo de ir a la escuela, a cualquiera de sus clases, pero tarde o temprano comprendo que necesito culminar todas las asignaturas de la universidad de esta vida. Necesito terminar todas las etapas de esta colegiatura vivencial y, si por alguna razón logro burlarme de un par de lecciones, TARDE O TEMPRANO TENDRÉ QUE VERLAS (y repetir algún grado, un par de materias, me sale más caro y pesado).

Puedo leer de Jesús en Getsemaní: “Pase de mí esta copa… Pero que NO SE HAGA MI VOLUNTAD, sino la tuya”.
Yo puedo pedirle a Dios me libere de este pesar, de esta ansia de procurar satisfacerme (sea con medios lícitos o ilícitos) pero no puedo escapar a lo que Él ha dispuesto para mí. Puedo escapar a una o varias de Sus lecciones, pero no puedo escaparme de la licenciatura de la vida que ha dispuesto para que yo concluya (a menos que renuncie, temprano, a mi educación espiritual primaria).

Jesús no tomó de aquella esponja que le hubiera prolongado las horas en una sedada agonía (Mateo 27:48, Juan 19:28-30); pero para acelerarle la muerte le hubieran quebrado los huesos de las piernas para acelerarle la muerte, en Su crucifixión (Juan 19:31, 33) ¿Hubiera cumplido Las Escrituras? (Juan 19:36) (y escribo ese dato para los que leen y se nutren del señor Jesús). ¿Apelaría Jesús a la eutanasia divina?
Sé de gente que muere y se va durmiendo. Otros, contrario a la voluntad de sus corazones, padecen una larga y dolorosa enfermedad (que no pueden ni pagar por los más simples medicamentos) ¿Puedo jugar a ser dios?

Según una tradición, Pedro murió crucificado, pero “pidió” lo pusieran cabeza al suelo (¿?). Santiago, hermano de Jesús, decapitado y, Esteban (Hechos 7:59), lo “eutanasiaron” con pesadas piedras… ¿Cómo me llevarán a mí y a tí?

En el fondo, pedir la eutanasia es una forma de no confiar a Dios nuestras cosas terrenales (el mismo error que cometí al donar mi cuerpo “a la ciencia”) (pero era para ahorrarles inconvenientes económicos a los míos: El muerto hiede y se entierra). Puede que ya no quiera vivir, no estar aquí, ni ver o ser testigo de ciertas cosas; pero Dios tiene un plan para cada experiencia y vivencia ¿Escaparé de Sus lecciones y colegiatura espiritual? (me río de mí).

Sé que quienes puedan irán a Holanda, para burlar el asunto legal de cada país, lo harán: ¡Dios se los permita! (lo han hecho para el aborto o para “el matrimonio” con el mismo sexo) pero no burlarán la mano de Dios… ¡Yo mismo estoy fallando!

Humanamente estoy pensando en muchas cosas, muchas situaciones, y desde ya quiero tomarme de esa mano -de esos brazos- y sé cuán difícil es para cada uno la situación que cada quien está viviendo: Tengo amistades pensando en suicidarse. Sé de gente que está tan desmoralizada -¡y desmotivada!- que la autoestima está por debajo del piso y, aún así, algunos se acercan a la voluntad de Dios y otras y otros desdeñan cada oportunidad, que hallo consuelo para mí, sin señalar. ¡Es su derecho!

Thursday, January 19, 2012

How come an apostle contradicts Jesus’ teaching?


I have read, more than twice, that Paul calls Jesus´ disciples “my son”. Were these people his true sons or he was using the rabinical formulae: Rabbi? (Matt 23:8-10).

Paul often used these “banished words that I don´t see any other Jesus´disciple (or apostle) might have used for others who trusted Jesus as Savior:

1Co 4:17  “For this cause have I sent unto you Timotheus, who is my beloved son, and faithful in the Lord, who shall bring you into remembrance of my ways which be in Christ, as I teach everywhere in every church.”

( 1Co 4:17  That is why I am sending Timothy to you. He is my son in the Lord. I love him and trust him. He will help you remember the way I live in Christ Jesus--a way of life that I teach in every meeting of the church wherever I am. )

Phm 1:10  “I beseech thee for my son Onesimus, whom I have begotten in my bonds…”
( Phm 1:10  My request is for my child Onesimus, the child of my chains, ).

2Ti 2:1  Thou therefore, my son, be strong in the grace that is in Christ Jesus.
 ( 2Ti 2:1  Timothy, my child, Christ Jesus is kind, and you must let him make you strong. )
1Co 4:15  For though ye have ten thousand instructors in Christ, yet have ye not many fathers: for in Christ Jesus I have begotten you through the gospel.
1Co 4:14  I write not these things to shame you, but to admonish you as my beloved children.
Gal 4:19  My little children, of whom I am again in travail until Christ be formed in you (…)
Maybe I´m wrong, but I wouldn´t like to address any this way (even to my own children):
1Ti 1:2  unto Timothy, my true child in faith: Grace, mercy, peace, from God the Father and Christ Jesus our Lord.
Tit 1:4  to Titus, my true child after a common faith: Grace and peace from God the Father and Christ Jesus our Saviour.
Rom 4:16  For this cause it is of faith, that it may be according to grace; to the end that the promise may be sure to all the seed; not to that only which is of the law, but to that also which is of the faith of Abraham, who is the father of us all.
 This is a loving connection:
Php 2:20  With the blessing of the Lord Jesus, I hope I will be able to send Timothy to you soon. I will be glad to learn how you are.
Php 2:20  I have no one else like Timothy, who genuinely cares for you.
Php 2:21  Others are interested only in their own lives. They don't care about the work of Christ Jesus.
Php 2:22  You know the kind of person Timothy is. He has served with me in telling the Good News like a son with his father.

Many  young people –today- are using the same wording Paul used -not being OLD men or women! (but they usually introduce them as “sons” or “daughters”). Are they their real father or mother? That´s paulinism!
I will not dismiss Jesus´s teaching on this subject:
Mat 23:8  "But you must not be called 'Teacher.' You are all equal as brothers and sisters. You have only one Teacher. (Is this another fault we commit at Bible schools?)

Peter has also said, infrequently: “my son”:
1Pe_5:13  The church that is at Babylon, elected together with you, saluteth you; and so doth Marcus my son.
1Pe_5:13  The church in Babylon sends you greetings. They were chosen just as you were. Mark, my son in Christ, also sends his greetings.  )

But, in the case of John, was he too old or missing not having (or having had) a family?
I don´t know, but he has said “my children”; but not in patristic way of Paul´s fashion:
1Jn_2:1  My little children, these things write I unto you, that ye sin not. And if any man sin, we have an advocate with the Father, Jesus Christ the righteous:
1Jn_3:18  My little children, let us not love in word, neither in tongue; but in deed and in truth.
3Jn_1:4  I have no greater joy than to hear that my children walk in truth.
For me it´s clear that traditions prevail over certain teachings, even belonging to God or His Christ. We may say this wording came by loving affection, with very much cherished people, but the spirit, the attitude is what makes clear the feeling of men´s heart. These things, together with human wrong doings, are the facts that disappoint unreached (men and women) to avoid those who are converted to a religion and not to a living God.

Sunday, January 15, 2012

Conociéndote, Conociéndome.


No creo haya algo o cosa más interesante que aprender. Uno puede ver esas manitos infantiles tiernas tocando, explorando y palpando una piel nueva, unos vellos extraños y todo eso es un largo proceso de sucesivos descubrimientos, de aprehender y re-descubrimientos que pueden durar toda una vida, para todas las vidas. No creo haya nada más aburrido que quitarle ese proceso natural a alguien, sea niño o adulto-anciano. Todo tiene una razón, un haber de saberes que merece atención, cuando menos. Nada es ni existe sin un motivo: Tengo frío porque el clima me afecta o porque me gusta. Estoy aquí porque no quiero ir allá o no sé cómo llegar más lejos.

En relación a las parejas, somos porque hemos interactuado –humana/mente- con miles de personas durante 50 años. Para un bebé, las necesidades e inalienables condiciones de supervivencia le exponen a un contacto no profiláctico, errático y hasta aleatorio, pero los años nos refinan la búsqueda, la higiene que garantiza la salud de nuestra vida mental y corporal. ¿Cómo voy a trabar amistad con gente de mal carácter si yo mismo padezco las consecuencias de ser violento o inestable? ¿Cómo me voy a enamorar de la chica más bonita de mi colegio, si la veo besar a todo el mundo –en distintos salones- y la que quiero para mí no la deseo compartir con nadie?

Uno podría decir que la selección de parejas es algo natural, espontáneamente innato. ¡No lo es! Puede que tengamos algún gusto heredado en el ADN. Puede que seamos negritos y nos fascinen las catiritas “para mejorar la especie”; pero hay algo que interviene más allá de lo humano, que ajusta y hasta moldea.

A medio siglo puedo decir, con propiedad, qué me gusta y qué no me gusta. No obstante, ello no quiere decir que sea totalmente maduro a cosas que se escaparon del aprendizaje de mi adolescencia y, en ese sentido, soy un adolescente espiritual ¡Me alegro! Pues, tengo algo para seguir aprendiendo, no lo he alcanzado todo y no me desmotivo porque en esta forma de la vida no llegaré a conocerlo todo. ¿Qué hay de malo en ello? (y no significa abandonarme en la indolente negligencia para no avanzar y crecer).


Antecedentes

Una de las lecciones que me ha dejado esta búsqueda de sueños de vida es que, al parecer, la búsqueda no cesa (a menos que Dios intervenga). He oído del sueño de otras y de otros y, según me cuentan, ya no buscarán más, la vida se les terminó, que es un sinsentido o que no vale la pena ¡La verdad yo no la sé! Es cuestión de decisión.
Cierta persona, por su experiencia clínica aunada a la de vida, me ha dicho que es muy importante determinar si la persona que te gusta ha tenido padres y cómo ha sido de “buena” o “mala” su relación con cada uno de ellos. En cierto modo tuve dudas: ¿Qué tiene que ver la relación materno/paterna con la candidata al reino de mi amor? Pues, que si una de esas relaciones (o ambas) han sido traumáticas, las probabilidades de que sus relaciones interpersonales lo sigan siendo “se repiten”. ¡Cómo? ¿Quiere decir que si tuve un papá o una mamá MALA, mi vida quedará marcada?
Desafortunadamente, de las heridas quedan cicatrices…
No todo está perdido.
Pasa el dolor, quedan las marcas, pero –también- la cirugía plástica (la del hombre y la Divina).
De momento ¡me desanimé!

¿Cómo puede ser?
(Eso explica mucho nuestras fallas y las de nuestros congéneres).

Elecciones y Decisiones.

Los humanos, como cualquier otro animal, necesitamos y dependemos de relaciones. Si viviese enteramente solo, podría producir algunos alimentos –a nivel de subsistencia- pero siempre me faltaría alguno, sin contar que no sé hacerme ropa, calzados, etc. Y alguien tuvo que insistir para que aprendiera a hacerme el nudo del lazo de mis primeros zapatos o, igualmente, miles de veces me ayudaron a subirme el cierre, la cremallera de mi pantalón, y más de una vez me mordí el prepucio con ella, pues, para ciertas cosas necesitaba humana supervisión: ¡Y cómo duele eso!
Obviamente, ya crecidos, deseamos seguir siendo autárquicos, autosuficientes y, aunque ello “no dure para toda la vida”, eso no nos hace exentos de la conveniencia de depender de otros y de otras: Dios nos diseñó para servir (a Él y a otros).
En ese particular, lo más bello y humano que hayamos hecho fue inventar aprender de la escritura. Hay centenas de formas en que podemos servir a otros, de manera inmediata, pero –al escribir- logramos volcar nuestra experiencia, nuestro conocimiento, a una cantidad indeterminada de personas. Si lo relacionamos con la dura tarea de soportar los reclamos y los regaños de nuestros padres… ¡Oye! ¡No me pegues! (no era tan bruto) cosas como estas vendrán a la memoria, pero HA VALIDO LA PENA.

Nuestra vida mantiene un constante duelo entre decisiones y elecciones. Si lo relacionamos con el Génesis de los tiempos, donde Dios y el hombre caminaban juntos en un vínculo amistoso, y todo parecía moverse solo en la armonía de una inmadurez sin responsabilidad propia, sino como la de un niño ¡Sí! Quítenme esa facultad y seré –del todo- un niño.
A medio siglo uno debería ser responsable por el cuido de sus hijos, el trabajo, su salud, lo que sus chicos deben ver en la televisión o lo que uno no debe ver en internet. Sin embargo, cada ser corre hacia dónde quiere correr, algunos a la satisfacción temporal de sus hormonas, otros al impulso breve de un momento y otras a entronizar la belleza y el ego que les durará poco. ¡Sabe Dios!

Lo mejor que puede hacer mujer y hombre es cultivar su sabiduría. Particularmente a la que tiene que ver con los valores eternos, esos que no cambian con las épocas, ni el lugar ni el tiempo biológico.

La aplicación de algunos Proverbios es sólo una porción de lo que iremos aprendiendo a lo largo de este camino existencial. Si esos escritos son obra de uno, o de varios hombres y mujeres ¿Cuánto importa? Lo trascendente es que hoy existen para servirnos, sea con inspiración humana o divina.

A nivel de datos, de información, se requiere una fuente y un receptor + el medio por el cual la información ha de ser conducida (recibida y entregada).  Todo conocimiento es datos. La verdad o verdades siempre han existido, sólo hacía falta el receptor y el medio para que ese saber viniese de la fuente… Los libros no existieron siempre, pero muchas fuentes sobrevivieron para llegar a este día: Uno decide y elige lo que quiere hacer, aprender o aborrecer.

Doy gracias a Dios por mi papá.

No sé cuánto o cómo fue su trauma para aprender a leer. No recuerdo nada de cómo fueron sus días escolares, cuánto le co$tó ir a la escuela; pero me predicó con el ejemplo…
Cierto día mi abuelastro leía su periódico, siempre lo compraba… Oportunamente le hice un comentario –en mi primera adolescencia-  relativo a lo que la prensa le decía.  Más de una sola vez insistí en preguntarle y, ante su ciego silencio (que no me dirigía la mirada) mi abuela paterna tuvo que decirme que él no leía, sino que veía la prensa...

Eso me produjo cierto malestar, como cierto dolor. Yo leía, pero ¿Quién me alimentaba no?
Hoy día mucha gente se jacta de leer, pero no sabe hacerlo. Puede que –también- uno lea, pero no sabe leer (lee cualquier cosa y no propiamente una verdad buena).
Mi papá me dejó una pequeña biblioteca. No todos lo libros serían de mi gusto y, con el tiempo, aprendí a escoger mejores libros y, un par de veces, vendí o regalé los que sabía debía conservar, porque he tenido que mudarme y hasta pensé no volver a este país (aspiramos a algo mejor: Elegimos y desechamos).

Conozco gente muy traumada (más que yo). Tienen un profundo odio contra los evangélicos, contra muchas formas de expresión de la religión y, sin embargo, tienen afiches alegóricos de los Salmos (y los estoy viendo ahora, mientras escribo estas notas). En Colombia, por ejemplo, muchas casas tienen biblias abiertas -en el Salmo 91- como si éstas sirvieran de fetiches mágicos para ahuyentar las malas influencias en hogares cuyo sincretismo católico no entiende la idolatría y comulga con algunos pecados. ¿Es eso la sabiduría de Dios? ¿Debo hacer lo malo para que lo bueno venga a mi vida?

Pasan décadas y no entiendo lo que leo. Ciertas cosas están escritas, pero la verdad contenida en letras no se hace carne de la verdad hasta que Dios o la vida misma de cada circunstancia no intervienen para revelarla con el medio propio, ni el tiempo propicio. Leemos pero no entendemos. ¡Elige bien! ¡Escoge mejor!

La mujer de mi vida, así como tu hombre, no lo sacarás de un bote de basura ni te llegará purificado de una caja de detergentes. No creo te llegará a los 15, tampoco a los 30; pero sé de gente que ama –de un modo distinto-cuando se pasan los 40, 50 o 60 ¿Qué sabe uno lo que Dios nos hará cambiar y los traumas que ha de sanar?

Ciertamente que, nuestro interactuar con humanos, animales y nuestro entorno geográfico (económico-social) nos marca. Cada cosa y cada persona que haya visto nuestra vida aporta o roba algo de esos haberes y saberes; pero la restauración y la perfección es de Dios. Puede que no logremos los refinamientos humanos que sabemos posibles, sean conductuales, quirúrgicos, psicológicos, terapéuticos, etc.; pero Dios llevará nuestra vida a la perfección que lo terreno no alcanza ni nuestra mente sondea con pensamientos ni deseos.

Buena parte del camino de la sabiduría es reconocer que no la tenemos (Él es la sabiduría y la fuente).
El segundo paso para adquirir una dosis diaria del saber de la vida es interactuar con otras vidas. Uno no debe subestimar nada. Uno no debe pensar que un simple animalito jamás podrá enseñarnos las cosas que no aprendimos de humanos (y estoy pensando en Brando). No debemos creer que cada persona tiene un valor utilitario, económico o social, pues –todo- ha sido por Dios “para el bien de aquellos que sinceramente lo aman”.

Las personas (la existencia toda) son el canal, la fuente, por la cual la divinidad y Su verdad se manifiestan a nosotros, a fin de que entendamos la forma cómo debemos vivir en sabiduría: Podemos tener todo el conocimiento enciclopédico de un diccionario; pero ello no significa que tengamos la sabiduría para administrar nuestros recursos, nuestro tiempo ni muchas herramientas. Si lo queremos entender, lo que nos pasa siempre tiene una fuente y somos un receptor y necesitamos de una circunstancia como medio. Faltando cualquiera de esas 3 partes, la divinidad no tiene formas de revelársenos ni de hallar modos de que entendamos cómo llegar a ella. ¿Cómo entiendo el amor de Dios?

Si Jesús no hubiera venido a la tierra, en una forma corpórea, con una vida semejante a la mía, yo no sabría mucho de los que sólo se oía en la Escritura que veneraban los judíos. Si Cristo no hubiera nacido, crecido, muerto y RESUCITADO, nada (o muy poco) se sabría de las otras apariciones que haya tenido Dios en la historia (teofanías) ni de su plan redentor para la humanidad: Estamos separados de Su gloria, no vivimos en Su presencia, y eso es lo que Él desea restaurar (pero sacando –de un todo- a quienes no quieren a Dios ni le merecen por la recurrencia de la multitud de sus impíos actos. ¡Odian a Dios!

Última Decisión

Nadie intenta llevar una relación -de por vida- con una persona dañina, fea o pecaminosamente corrupta (Dios tampoco). Uno, como hombre, no está de acuerdo en besar los labios (ni la lengua) de una mujer que acabe de besar a otro. Puede que uno lo haya hecho sin saberlo o estando borracho de pasiones desenfrenadas, pero –del todo conscientes- no creo que un hombre profiláctico (ni una buena mujer) bese a nadie que acabe de ver con su lengua unida y pegada a alguien quien le sea sexualmente igual y opuesto. Si alguien llega a entender las ventajas del amor –sin lujuria- no comparte sus miembros con nadie que no atesore la riqueza de su cuerpo puro.
En ese sentido, lo que Dios quiere, es que todos vivamos en esa santidad que sólo se da en la exclusividad del matrimonio. Ud y yo conocemos a esa persona mediante el intercambio de información. Puede que Ud comience a darla, o la otra comience a pedirla y, en la medida de la necesidad o del genuino interés, uno y otra comenzarán a hablar y decir (hasta cosas que no tienen relevancia) pero –para el verdadero amor- todo tiene relevante importancia. “De la abundancia del corazón habla la boca”.

Hay cosas que deben dejarse enterradas y, las insepultas –tal vez- necesiten un sacro entierro. No es bueno entremezclar el pasado con el presente ni, tampoco, meter a los ausentes en ese presente. No sé qué hace que la mujer siempre quiera saber más de lo necesario ni qué la mueva a una constante necesidad de autoafirmación, sea el saber que es amada, que es reconocida o considerada ¡No lo sé! Pero sí sé que ella conoce y reconoce el valor y la importancia que damos –nosotros- a la belleza, a lo que vemos (y podemos ser fácilmente engañados con lo que creemos estar viendo).

Ella se esmera por ser vista “bella”. Hay muchas -traumatizadas por la verdad relativa de los dichos- que se mueren por morir “bellas”; pero es que a nosotros (los machos) ¿no nos deforman con los comentarios de feos o insignificantes? (¡Uy! Cuánta soberbia y vanidad tenemos -hombres y mujeres- por recibir el aplauso o reconocimiento de terceros).

Al salir del cobijo de la casa nos exponemos a esas descalificaciones que vienen de los extraños. Las descalificaciones comienzan desde la casa, antes de irnos a la escuela y, nuestros maltratadores, a su vez, fueron flagelados con esas palabras que descalificaron su autoestima: Es un efecto “avalancha” generacional (soy producto y partícipe de esa porquería de pecado).  

¡Perdónanos Dios!

La escuela, por así decirlo, diversifica ese proceso de transculturización. En lugar de alabanzas y estímulos, se nos condiciona con números, notas, por calificaciones. Así que, en lugar de feo, soy “bonito” si llevo altas calificaciones, si mi boletín de notas va en azul y cargado de 20s. Soy “feo y malo” cuando –en mi proceso de aprendizaje- todo el mundo me dice bruto y mi maestra, mis compañeros me lo certifica con maltratos físicos y verbales, así que –al llegar a casa- mi mamá patea mi trasero por las muchas notas negativas de la maestra y los escritos en rojo que terminan expulsándome de la escuela  de la comunión de MIS semejantes…

En la universidad soy “bueno” si ya me he adaptado al vicio de ganar puntos con méritos y las “buenas” notas son el ayo de los profesores... Si no sé leer, si no quise estudiar (y si fui a la universidad obligado, o por el deseo de acostarme con mujeres “bonitas”), ya poseo el arte de copiarme sin que los profesores me vean o, en su defecto, aprendí a sobornarlos con dinero, sexo o alguna clase de droga o hechizo y, en el caso de los “buenos”, ellos sí entendieron que estudiar y aprender –ciertamente- es el precio justo que debía pagar para culminar la universidad con éxito (personal y verdaderamente académico).

Me gradué de burro, porque nadie me dijo cómo recortarme las orejas… ¡Ja! ¡Ja!

¿Qué hace Dios con los desechados?

Por ventura, muchísimos nos sobreponemos a esa clase de maltratos (Dios tiene mucha habilidad e instrumentos para Su proceso de rescate y redención). Tarde más que temprano, miles y millones nos reponemos de las descalificaciones y las auto-descalificaciones y entramos por la puerta angosta (la ancha es para otra clase de “buenos”).

La obra de perfección divina es consecuente, perenne y -muchas veces- obra como el agua que labra grandes cavernas y modela el carácter de estalagmitas o rocas: Jesús mismo aprendió la obediencia al venir a la tierra (Su hijo no fue tratado mejor, por ser de la condición de Hijo Único).

Cuando llega el momento, Dios toma a los que Él ha decidido y hace Su obra perfecta...
Satanás es un “modelo” de etiquetador y maltratador: Dividió una 3ra parte del cielo contra la autoridad de Dios y, al hacerlo -más bien- ha puesto en evidencia a LOS ENEMIGOS DE LA SABIDURÍA de la perfección del Creador y esa ignorancia (del que se creyó perfecto) ha comprobado su iniquidad, hablando y obrando en contra de Dios Padre.

Cuando uno se arrepiente (de tantas cosas) uno entra en el proceso de la revelación de Dios. Él empieza a dejarnos ver la cantidad de veces que intervino en nuestras vidas para acercarnos a Su amor, a su comunión y a la comunidad de Sus elegidos. Por un lado, Satanás (el acusador) empieza la estrategia de recordarte del hogar y lugar de dónde has venido. Comienza a ACUSARTE de tus muchos errores, tus pecados, tus flaquezas y tus muchas debilidades ¿Quién no las tiene? (Satanás mismo quiere ser Dios y desea quedarse con todo lo que es de Dios) ¡Es un GRAN envidioso!

Si fuiste un  pecador ladrón, homosexual, una prostituta, una drogadicta… El diablo te querrá sellar con esa etiqueta de que “ERES”... ¿Y lo eres? ¿O simplemente te equivocaste, como yo y como millones? ¿Tiene la razón Satanás o tú?

Si tenías una “religión”, si eras de un grupo o de alguna tendencia, entre tantas creencias, el diablo te enviará a gente que te dirá: “No puedes salir” “No te atrevas a dejarnos” y te pregunto: ¿Cuánto no te han dejado ellas y ellos? ¿De qué te sirve seguir al viento?

En el proceso de tu vida, al final o término de ella –en cualquiera de sus capítulos- llegará un día en que ya no tendrás más elección sino una lección. Cuando llegues a ella, como sea, sólo tendrás dos opciones: 1) Aceptar tu error y cambiar (Haciéndole caso a Dios) o, en el peor de los casos, 2) Quedarte en lo que andes haciendo, y morir –eternamente- si Él.

Mi testimonio es insignificante.
Decirte que era enemigo de Dios, decirte que era un roquero satanista, no es nada –si lo comparo al cambio que han dado otros.
No te voy a mentir, ni a decir que ahora tengo alas o dinero, ni que ya dejé de ver a las mujeres con deseo ¡porque ellas me gustan! Y, lo mejor que me puede pasar (según YO) es que me vuelva a casar: ¡Y será un milagro! (no tengo bienes de fortuna, tengo 50 años… y no tiene caso te diga MIS desventajas: ¡Todos las tenemos!).

¿A dónde vamos?

Suena tonto oír ese asunto del cielo. Es pueril verme con un par de alitas retozando en alguna nube blanca en un fondo azul ¡Yo no quiero eso!
Si me van a dar las alas para volar más lejos ¡Las acepto!
Si me van a dar vida para seguir estudiando, aprendiendo y viviendo ¡Lo acepto!
Pero si me van meter en un corral, para vivir como una gallina… ¡No! ¡No! Llévenme lejos.
La razón me dice que el espacio, y los otros planetas, los hizo Dios para un propósito eterno: Ese es el Cielo (no sólo la tierra).

Si podré volar -como vuela mi pensamiento- ese es el Dios a quien en mi mente quiero servir y conocer (aunque muchas cosas yo no sé ni entiendo).

Mi pregunta y, quizá sea tu respuesta, ¿En qué clase de mundo deseas vivir y morir?
He estado demasiado tiempo rodeado de la ingratitud y, aunque he sido ingrato –miles de veces- no soy ingratamente mal agradecido o infiel. Soy mal conductor de autos, atropello a la gente cuando conduzco mis pies ansiosos en medio de mis caprichosas ansiedades mundanas y, muchas veces, en mi mente les maldigo o con mis labios los insulto ¿Quieres tú vivir así?

La iglesia, como tal (cualquiera que sea) está llena de NUESTRAS IMPERFECCIONES. Yo no creo que –literalmente- sea el cuerpo de Cristo. De hecho, institucionalmente, está lejísimo de parecérsele pero, en cuanto a lo funcional, lo orgánico, la Iglesia (tú y yo) podemos mostrar el AMOR y la calidad del nuevo hombre y la nueva mujer: Renacidos.

No me importa la opinión de la TRADICIÓN, no me interesa la opinión de Pablo ni de sus escritos paulinos; sino de lo que dijo Jesucristo, de lo que hicieron Sus discípulos directos (y es obvio que tengo mis propias convicciones e ideas –como las tuyas- y así soy acepto en Su amor, en Su pacto y Su plan de redención).

No sé si tú quieras reunirte con cristianos, con “cristinos” o qué grupo buscarás como iglesia... Yo llegué a la convicción de “Bástale al discípulo llegar a ser como su Maestro” (y mi Maestro es Jesucristo de Nazareth) (Mateo 23:10). No te convertirás a Él con o por mis palabras, sino con las que te llevará el Padre, el Hijo o Su Espíritu Santo. Para ello usará mucha gente, usará ciertas circunstancias, muchas condiciones y aplicaciones… ¡Hasta las piedras te hablarán! (Hasta en sueños) No puedes escapar de Su amor (espero que tu problema no sea de auto-estima).

¿Qué hacer?

Revisa tu vida. Medita en esas lecciones que no quisiste aprender. Arrepiéntete de tus errores, tus pecados (confiésalos a Él) y dale espacio en tu vida.
¡Llámalo! ¡Invócalo!
Es tu decisión de vida o muerte (y de muerte para nueva y verdadera vida). 

Thursday, January 12, 2012

Ahogados


Hace mucho, cuando la ciudad vacacional “Los Caracas” era mucho mejor, pasó algo. Solíamos ir en las vacaciones escolares y –para mí- era lo mejor del mundo, como para cualquier muchacho citadino.

En aquel entonces no tenía experiencia de snorkeling ni los implementos, pero siempre me gustó ver bajo el agua, explorar ese mundo, y era mucho mejor que contemplar mi limitada pecera. Lo hacía en el mar (pero solo en la orilla), lo hacía en el río, con mucha más confianza y, al irnos a esa piscina de agua salada (el mar la nutría) alguien tuvo la previsión de no abandonarme a mi voluntad: Me dieron un salvavidas, un flotador.

No superaba la edad de 10 años. Nunca me había aventurado a más de mis límites y, ese día, sentí que podía cruzar el mar a nado; pero era una piscina bastante grande para practicar el rudimento de la experiencia.

Recorrí cada rincón de “El Botuco”. Lo hice a pie y por el agua; sin embargo, había un sector –hacia el centro- que tenía una pila de rocas que servía para tener dos trampolines (según recuerdo). No podía caminar hasta ese sitio, era una suerte de isla en medio de una piscina de agua salda, y tenía mucho movimiento de gente: Llegaban a ella sólo los que sabían nadar…

No recuerdo cómo ni cuándo me hice de ese salvavidas infantil. Observé que, los que cruzaban a nado, tenían cierta dificultad en subirse a ese muro de porcelana que antecedía a los trampolines, pero yo quería lanzarme de alguno, aunque fuere el más chico: Se peleaban por un lugar en la cola…

Recorrí el sitio a nado. Descubrí un orificio por el cual muchos cruzaban nadando, bajo el agua, y ¡eso quise hacer yo! Advertí que tomaban aire, que luchaban un poco contra la corriente y ¡vencían!

Hice mis ejercicios respiratorios. Calculé el tiempo de nado. Era un trecho de unos 2 ó 3 metros ¡Yo podía hacerlo! ¿No lo hacían otros?

Me dispuse, observé. Esperé que el área se despejara de otros (que también querían entrar) y estimé mi turno, y mi tiempo. ¡Yo lo haría!

Tomé aire, me impulsé hacia abajo, con decisión y fuerzas; pero olvidé que el aire del salvavidas siempre me impulsaría hacia arriba…

¡Me atoré! Quedé atrapado en una burbuja de agua, pegado a lo que parecía ser el techo...
Forcejeé, luché y pensaba solo.

El camino de adelante estaba vacío. No miraba regresar ni pensaba en devolverme ¿Para qué? Siempre voy adelante. No tenía ni tuve miedo.

Yo braceaba, inútilmente. No sé cuánto avancé ni a qué distancia me detuve ¡Parecía atorado!
En cosa de segundos (quizá minutos) alguien me vio y me dio un impulso, pero en retroceso (no recuerdo su cara). Yo hubiera muerto. Comenzaba a inquietarme, y el agua salada hacía lo suyo, dentro de mí.

¿Quién era esa persona? ¿Buscó fama y honor? ¡Nada!

¿Cómo es que llegó, en un momento tan propicio y oportuno?

Los segundos parecían inmensos, en tal atasco.

Uno no precisa qué es lo que pasa, y la noción del tiempo se altera.
La visión se obnubila, pero se ven algunas burbujas: ¡Uno quiere respirar!
Pero, ¿bajo el agua?

No pude cruzar (ese día).

Salí  -me sacaron- algo mareado y, “mi salvador”, me preguntó un par de cosas y no recuerdo qué le respondí: Pero no moriría (no ese día).

De todo esto, saqué alguna que otra nueva lección. Al tiempo, como muchos otros, crucé varias veces el trecho (pero esa no es la lección).

Aprendí a nadar (no soy tan bueno) (ni muy malo) pero lo importante NO ES ESO.

¿Qué es lo importe?

Lo importante –y necesito tiempo para esto- es que MUCHOS TENEMOS UN SALVAVIDAS, y lo estamos ignorando.

Uno puede tomarlo en múltiples aplicaciones, en muchos modos; pero Él no te deja, a menos que tú lo botes, que tú lo dejes, y lo abandones (al auto-abandonarte). 

Hace dos milenios Jesús habló del ahogo, de ese estancamiento (Lucas 8:14). Uno dice ¿hace tanto tiempo? ¡Sí! Y, ciertamente, es una pena no contar con la tecnología, con los audio-videos, porque nos habrían mostrado muchas cosas. ¡Sólo tenemos una porción de lo que Él decía!
Hay un viejo refrán: “Dios no le da cacho a burro”.

Es una verdad popular y, uno de estos días desaparece ¡Hay cosas nuevas! (pero las oportunidades, muchos y muchas las pierden).

¿Qué es lo que sucede? Lo bueno se ahoga, se sofoca, se mata y se pierde.

Geográficamente, el mundo tiene diversidad. En lo socio-cultural, también, existe esa diversificación y, en relación con el medio ambiente, quienes viven en los desiertos de este mundo, aprenden a valorar más y mejor el agua y a esas oportunidades en que ella aparece. Puede que yo la derroche, puede que yo la subestime; pero para quienes es muy escasa y difícil, lo que yo desdeño, para ellos vale oro.

Jesús hablaba del sembrador. Un sembrador hábil y experimentado, jamás tirará la buena semilla al voleo. Un sembrador que tiene gallinas y que sabe que siempre hay aves de rapiña, jamás lanzará semillas valiosas a la  boca del predador y, mucho menos, al pavimento asfaltico ¿Quién ara dichosamente en el mar? (Las ballenas, los tiburones y orcas).

Las semillas que son desparramadas en pedregales, en esa tierra llena de piedras y espinos, por lo general, no prosperan. ¿Qué agricultor -en su sano juicio- no prepara el sitio de la siembra? ¿Quién no desmaleza y deshierba, si quiere una cosecha abundante? (Sólo Dios).

Uno dirá: ¿Qué clase de sembrador es éste? ¡Tira la semilla a diestra y siniestra! (Él es quien todo lo puede). ¿Cómo espera cosechar, si la tierra es mala o está rodeada de cizaña y tanta clase de problemas? (Lucas 13:7-8)

Tradicionalmente, esa alegoría se entiende como referida a los pastores y evangelistas “que la siembran…” (No son ellos los sembradores). Muchos piensan que la buena semilla, la palabra de Dios, puede ser sembrada, luego que Jesús mismo la hizo brotar y flotar a lo largo de dos mil años de historia. ¡No es así!

Cristo es y fue el sembrador: Jesús les respondió: "El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre (Mat 13:37).

Sin profundizar en argumentos, presento unos pocos versículos que, autoritativamente, desmienten esa presunción evangelística o del egocentrismo tradicional pastoral:  

Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.Juan 14:6
            Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, yo no le echo fuera.
Juan 6:37 
Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oyó y aprendió del Padre, viene a mí.
            Juan 6:45
            "Nadie puede venir a Mí si no lo trae el Padre que Me envió, y Yo lo resucitaré en el día final.
            Juan 6:44 
"Por tanto, pidan al Señor de la cosecha que envíe obreros a Su cosecha."  Mat_9:38 
Porque en este caso el dicho es verdadero: 'Uno es el que siembra y otro el que siega.'Juan 4:37 
"Pero su señor le dijo: 'Siervo malo y perezoso, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcíMateo 25:26 

¿Sólo dijo Jesús esas cositas?

Siempre dijo más de lo que se escribió… ¡Sólo esto nos dejaron!

¿Puedo flotar o volar con ello?


“La semilla que cayó entre espinos, son los que han oído (el evangelio), y al continuar su camino son ahogados por las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, y su fruto no madura.” Lucas 8:14 

¿Con qué elocuencia habrá dado Jesús ejemplos?

Sabemos que, por inferencia, a los 12 años, Jesús se medía en inteligencia y sabiduría con eruditos y académicos de aquellos días (Lucas 2:46). Extraviado a esa edad, ya tenía una madurez sin sofocos que no lo llevaba a correr buscando refugio entre Sus parientes; sino a preguntar y a responder, en medio de los que ya eran doctos.

Uno tiende a estancarse en breves ahogos, cuando el oleaje de la incertidumbre golpea nuestros muros y cedemos sin contención.

Uno puede asirse a un leño seco, intentando cruzar la inmensidad de mares insondables y de mareas desconocidas.

Uno puede caer en el error de valerse de algo impropio, de alguna persona, para ascender, para subir; y -al hacerlo- la ahogamos o la perjudicamos, muchas veces siendo vilmente dañinos y, ante los resultados, yacemos de un modo e irreconciliable.

¿Qué son nuestros ahogos? ¿Qué nos impulsa?

¿No nos ocupa y lo  que preocupa?

Cuando Jesús habló de las riquezas, debió hablar mucho más de lo que nos cuentan en la parábola de Lázaro y el rico (Lucas 16:19-31). Estoy seguro de que pudo hablar más de Labán, el hermano de Rebeca (Gén 24:29) y cómo ésta fue impresionada por la fortuna que Abraham dejaría en la herencia de su hijo Isaac (Gén. 24:35-36; 53).

¿Cómo no hablaría de la dulce Abigail?

Ésta dejó su fortuna (¿en manos de subalternos?) para irse en brazos de David, y todavía éste no tenía medios ni parte en el reino, sino que era una clase de perseguido político en los tiempos de Saúl (I Samuel 25:41-42).

Cuando le imagino hablando de ahogos, inconveniencias, lo veo asistiendo a las bodas de Caná (Juan 2) multiplicando las cosas que alguien no tiene, para suplir necesidades.

¿Habrá predicado alguien de esa tonta necedad?


Me explico:
Si voy a casarme, y escasamente tengo para comprar mi ropa o la de la novia.
Deseo complacer a mi futura esposa, o a la familia, (me voy a casar con una mujer de otro nivel social) y me presionan para hacer una fiesta “inolvidable”. 
No tengo cómo comprar todo, los amigos y familiares “me ayudan”, pero invitan a más personas de las que puedo contar o alojar en el coctel de celebración…
-¡Jesús! ¡Jesús! Se les acabó el vino ¡Qué vergüenza!
-¿Y qué quieres tú que haga, mujer? (Juan 2:4)
-(Tú sabes qué hacer) ¡Hágan lo que Él les diga! (Juan 2:5)

¿Dios no le da cacho a burro?


No sabemos ese cuento completo...
Es obvio que hay partes que no nos contaron, pero el milagro se dio:

-Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando ya han bebido mucho, entonces el que es inferior, pero tú has guardado el buen vino hasta ahora. (Juan 2: 10)

Es obvio que le robaron la gloria a Dios y se la dieron al “dueño” de la fiesta. No sabemos si el suceso pasó por negligencia del esposo, por injerencias de la familia (o de los aprovechados amigos) ¡No lo sabemos! (Esto es un caso especulativo) ¡Pero había DEMASIADA GENTE!

¿Cuántos no desean casarse y caen en el mismo error?

Yo diría que es un problema de estrategia, lo importante es el matrimonio y, para no caer en sofocos, para no AHOGARSE EN DEUDAS ¡Concéntrese en lo importante! (casarse) El resto es paja que se quema y, si quiere una fiesta “inolvidable”… ¡Pase la misma pena! (invite a 100, cuando sólo puede darle un trago a 20).

Matrimonios.


A la hora de “tirarse al agua”, hay gente como Labán y como Rebeca: Miran lo material como atractivo; pero hay gente que mira las cosas con la sabiduría de Abigail (aunque luego vino a ser “la concubina”, debido a que David salió más promiscuo de lo debido). ¡Qué lástima!




Uno intenta cruzar sus mares. Uno se vale de los remos de los brazos, de la quilla de un envalentonado corazón en pecho, pero las cosas no siempre resultan como uno quiere: Algo te empuja hacia abajo (para ahogarte) o algo te llevará hacia arriba (usando a otros)… ¡Líbrenos Dios de otro error!

Nadie puede negar la importancia de la belleza, de  los bienes; pero esto no es lo que nos mantiene a flote (menos al tirarnos a la aventura del matrimonio).

El saber popular siempre mantendrá aquello de “amor con hambre no dura” ¡Es verdad! (¿pero es eso todo?).

Las riquezas –a veces- son un estorbo (pero no siempre).

¿Qué diría Rebeca?  Pero si éstas se acompañan al cúmulo de preocupaciones (y los excesos en los placeres de la vida) ¡Bum! Es como tomar alcohol junto a ciertos medicamentos. ¡Lea la historia de Abigail! Su marido (Nabal) tenía dinero, pero la maltrataba y era avaro…

A la sazón, de Rebeca sabemos poco. Es posible que la unión de su belleza, el amor y LA BENDICIÓN DE DIOS hayan colmado esa unión matrimonial por muchos años; no obstante, en la Biblia (y en la vida) hay muchas muestras de adulterio, de promiscuidad, y creo que eso no tiene la aprobación de nadie.

1)      No está bien que, al momento de lanzarnos al agua, nuestros salvavida$ sean los recur$o$ ajenos, y no los propios: “Arropémonos hasta donde nos llega la cobija”.
2)      Comenzar una vida de parejas, sin la debida planificación (o con la recurrente injerencia de terceros) augura la necesidad de constante ayuda externa y “el que se casa, casa quiere”. (Somos administradores de lo nuestro, pero no con los extraños).
3)      Al casarnos, algunas veces, dejamos fuera de la lista de invitados al SER MÁS IMPORTANTE DEL UNIVERSO. ¿Será que, alguna vez, requerirás de alguno de Sus milagros?

¡Pienso que sí!

Hace más de 13 años, Él me dio una interesante lección: Mi ex esposa y yo estábamos desempleados y con poca comida. Yo le había pedido que dejara su productivo empleo para atender a nuestro primer hijo, y no recuerdo por qué causa yo perdí el mío (quizá lo dejé, lo abandoné por disgusto o no me sometí). Ella, viendo nuestra necesidad, me invitó a orar y yo –decididamente- accedí. NO recuerdo cuán intensa o larga había sido la plegaria, sólo sé que –justo al terminar- a muy poco rato, una señora golpeó a la puerta y, siendo que yo no la conocía, pregunté, y ella me pidió ver a la madre de mis hijos.

Hubo el formal saludo. No fue una larga visita y, para nuestra sorpresa, el par de bolsas negras que había traído en las manos a su llegada, eran las provisiones que “Dios le había puesto en idea traer” (¡Es decir! Dios le puso la idea de traernos un mini-mercado).

¿Me pasó como al sofocado hombre de Caná?

Pienso que sí…




Yo no me quedaría callado con el crédito que me dé otro. Yo no haría una celebración, cuando ni siquiera tengo un baño en lo que llamo “casa”… pero si tengo que cruzar a nado la aventura de esa vida, si debo volver a cualquier intento para “echarme al agua”, no lo intentaré sin mi salvavidas.

¡No lo invitaré de último!

Porque Su lugar siempre es el primero.