“Vengan a mí los cansados y agotados, y yo les daré descanso. Carguen mi yugo y aprendan de mí,… y encontrarán reposo para sus almas. Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana.”
Jesucristo.
El mundo demanda mucho de nosotros. Nos induce a u stress emocional, laboral, social y económico, que nos enajena del sueño que teníamos de niños o de jóvenes. Hicimos algunos planes, los concretamos hasta un punto, pero las demandas se acumularon para gobernarnos o controlarnos, dejándonos fuera de algunos logros, en detrimento de otros. ¿Qué nos queda de esa tensión multipolar? ¿Qué dejamos luego de estos cansados pasos?
Hay presiones internas que demandan esfuerzos particulares y pertinentes, para nuestra vida personal. En lo laboral –el ser “eficientes”- significa el continuar en nuestros puestos de trabajo, y hacer el esfuerzo de lo que harían 2 ó 3 personas, pero sin exigir lo que es justo, sino el sueldo de aprendices, o el de aquellos que no tienen hijos o gastos en casa. ¿Qué hace el staff con la plusvalía de nuestras manos? ¿Por qué, en algunas naciones, se discrimina el sueldo mínimo del campesino con el que se gana en las ciudades? ¡Las necesidades de ambos (y todos) son similares!
Hay esfuerzos que no reciben el estímulo económico que nos merece, pero se compensa la deficiencia con lo grato del logro o la convicción que nos reviste. Ideamos un proyecto –a veces sin poder realizarlo-, aunque concebirlo y mantenerlo se haga una carga pesada, pero será de utilidad para otro en el tiempo, y beneficiará generaciones venideras.
El soñado descanso, el reposo de consecuentes luchas, no se asoma en el solaz de una hamaca bajo la sombra de un cocotero en la playa, arrullados con brisas marinas. Tampoco se encuentra en el alma de la holgura económica, puesto que la riqueza –también- demanda otras medidas para que pueda mantenernos. ¿Qué decir de ese liberarnos de cuentas pendientes y la dulce sensación de no debernos a nadie?
En relación a lo divino, al no tener saldos en rojo, el reposo espiritual ofrece atractivos no saldados en otra parte. Ese contento –no fácil a veces- produce un placer que induce a publicarlo o compartirlo. El yugo del Cristo, que no se lleva a cuestas solo, sino con Él, permite ver las cosas en otra perspectiva que reduce la presión por el dinero y los afanes interminables de nuestras vidas: ¡Ganar para ga$tarlo!.
2 comments:
Sorry- I don't know Spanish but thank you for visiting my blog and for your nice comment.
Oh, sorry Cindy!
May the LORD Blessyou the more!
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