Mayo 21, 2012
Quizá suene
descabellado: ¿Hay relación entre el amor humano y lo divino?
La respuesta más
inmediata que pueda ocurrírsenos es: “¡No! No la hay”.
La secularidad ha
invadido todo aspecto posible de nuestras vidas. Crecimos y nacimos, en medio
dee muchas circunstancias y ambientes, donde lo imperante era (es) lo
“mundano”.
¡No! -Dirá alguno- el amor es terrenal y no tiene relación con lo divino...
Otro “¡No! Es obsceno y vil” (etc., etc).
Ese amor, del que
algunos hablan, es tan “vil”, tan “sucio”, visceralmente “bajo”, que más del
90% hemos salido de esa terrenalidad, esa sucia carnalidad, como que si la
libido, lo sensual, el disfrute del yo terreno, del tú divino es algo que vino
del azar, en la pubertad (y
parece que nos olvidamos de los sueños húmedos, de las erecciones, cuando niños).
El amor no es un
invento cultural ni otra de las idealizaciones del hombre o de la mujer.
Nuestra realidad sensual, erótica o platónica es parte del diseño de Dios. Si
Ud. no lo cree, pregúntele a Él o, en su defecto, dése una vueltica por todo el
Antiguo Testamento (hay partes donde el profeta no sólo toma a una ramera por esposa; hay
secciones donde Dios le quita a la mujer y le impone “no
llorar”... ¡Si yo la estoy llorando! ¡Ja! ¡Ja!
Hay partes que,
debido a los eufemismos empleados por esos profetas del Antiguo testamento, uno
no se entera de las crudas palabras que ellos emplearon para referirlas
a la infidelidad que Dios recriminaba de ese Israel que tomó desnudo, en edad
pueril, al tiempo en que a “ella le crecían los vellos púbicos y
comenzaba a mostrar sus pechos de mujer” (la alegoría es más clara, pero no
voy a violar el protocolo del control parental de ningún sitio). ¿Qué no decir
del griego usado por Saulo-Pablo, en cierta carta: “...Vuestro
lecho sea sin mácula? Allí, “lecho” es el eufemismo que usamos para decir coito...
Somos un don de
Dios y, en mucho, un reflejo de Su realidad (la que no debería pervertirse) (y
vaya que estoy echadito a perder) (no me culpo: A
perro con hambre le basta un hueso).
La religión insiste
en oponerse a cosas naturales que Dios ha dispuesto con sanos propósitos
(y yo estaría muy molesto de no haber nacido) ¡Más! Si
me hubieran traído de París... ¿Cómo echarme esa
vaina! (quiero mi boleto de vuelta).
Hasta hace poco
tenía problemas para entender un simple deseo de Dios.
En mi “super” sabiduría (que a nada me
sirve) decía para mí que, si Dios fuera Dios, si tuviera billones de ángeles en
Su entorno, a Su servicio constante y leal... ¿Para
qué necesitaría adoración, adicional?
Supongo que, de mi
parte (pensando que Dios tiene
mucho de mí) (y, la cosa es al contrario) ya yo le había atribuido cosas que Dios que
jamás tuvo y jamás tendría.
La Biblia es
COHERENTE en eso de describir la naturaleza de Dios.
Uno tiende a
imaginarse a un viejo, con una chivita larga; pero es muy probable que -por ser
tan moderno o actual Dios, que ya no use aquella toga romana ni alguna de esas
cosas humanas con las que nuestra presunción tiende a dibujarle: DIOS ES
ESPÍRITU.
Jesús, en más de
una ocasión, habló de ese deseo de Dios -el de adoración- pero, hará dos
noches que salí de esa forma de INCREDULIDAD.
Leí algo de los evangelios (la mejor fuente que tengo para enterarme de
“lo que Jesucristo dijo”).
Recordé un par de
cosas y tuve que salir de MI PREJUICIO para aceptar algo que NO VIENE del N.T.,
sino de todo el A.T. (Antiguo Testamento).
Si revolvemos un
poquito los recuerdos de nuestra vida, si lo admitimos -más que carne- somos emociones. Más que huesos y
vísceras, somos una pila de recuerdos vivos, que crecen, y crecen, pero nos
negamos a morir con ellos, o como ellos.
Si somos osados, si
lo aceptamos, no somos “cuerpos” sino que -las emociones- son las que nos dan
vida y, de hecho, vivimos para las emociones. Podemos satisfacer ciertas necesidades, algunos caprichos pero -al
vivir o comer- procuramos satisfacer EMOCIONES (en particular y -gracias a
Dios- si gozamos de esta salud que no merecemos).
Las emociones no
viven el en cerebro, ni el el “corazón”.
Científicamente,
cuando menos, aceptamos que -la función cardíaca- no es emocional, sino para
sustentar, orgánica y funcionalmente, todos los órganos del cuerpo (en
particular al cerebro). Si no llega ese oxígeno por el torrente sanguíneo,
si no nos ayuda el corazón -en ese aspecto- morimos o, cuando menos... “se nos corren las tejas” ¡Ja! ¡Ja! (Preguntad a un
colombiano).
Las emociones no
son un fenómeno “cultural” y, desde el vientre, nuestros hijos sienten, lloran
y desean: Mi ex-esposa, durante el embarazo en el que tuvimos a Josh, en cierto
momento, le oyó decir: “Mamá” y la
criatura estaba en gestación y, muchas veces, estimulábamos al bebé con sonidos
o con palabras (no sé qué pasó después) (en el vientre le enseñaba buenas
canciones...) (¡Será que la mamá
me lo desprogramó al criarlo sin mí?) ¡Je! ¡Je! (¡Bueno! Es mi culpa).
“Dios es Espíritu y, los que le adoran, en espíritu y en verdad
es necesario le adoren” (Juan 4:24)
Yo no aceptaba eso.
Yo no creía y, aunque entiendo poco ese pensamiento, básteme saber, creer, que
Él quiere mi adoración y, la misma -siendo verdadera- no es la superficial de
huecas palabras, vacías en acciones, retórica sin cumplimento.
Yo estaba
convencido de que Dios no necesitaba nada... Ni de mí ni de nadie.
¿Necesito, algo, yo
de Él?
Esa veneración -si
accedo a rendirme- no sólo en adoración, sino a la incuestionable obediencia (la práctica de hacer
Su voluntad, en lugar de la mía, diariamente) trae beneficios. Por otro lado
¿No entraña una relación de amor y una confiada dependencia? ¡Sí! Han de
haberlas, pues, el amor no es un deseo sin objeto ni
objetivo, no es parte de un subproducto de mi
transculturización y, en ese sentido, está desprovisto de lo visceral... ¡Como
el amor por nuestros hijos! Y, vertido éste, hacia abajo, hacia la tierra
“vil”, lo hallo equiparable a la admiración o a la significación que hemos dado
a ciertas personas en nuestras vidas. (Malo es permitirse “adorar” a otro
co-igual, tan pecador y falible como yo: Jeremías 17:5)
El Señor Jesucristo,
en Sus días terrenos, pasó una gran prueba antes de ir a la Suprema, que fue ir
a la Cruz.
Luego de ser
bautizado por Juan el bautista: “le llevó EL
ESPÍRITU al desierto para ser tentado...”
Belsebú, el dios de los “vivos” muertos,
lo llevó a un lugar alto y le mostró la gloria de los gobiernos terrenales...
¡Uff! ¡Vaya tentación! (no sé si se visualicen, a sí mismos, en un predicamento
como ése).
Le dejó ver la
gloria de esos reinos y, si imaginamos un poquito, la tentación era de todo
tipo, con todo el dinero y placeres deseables...
Para resumir, el
Señor Jesús le mandó a lavar el paltó al Diablo.
¿Qué habría pasado
si Jesús hubiere flaqueado?
En 1er lugar no
estaríamos en esta era de Gracia, no sabríamos del evangelio... Pero, peor para
Él, habría sido engañado como lo fueron Adán y Eva (y, en
consecuencia, nos echaron de la gloria para estar alejados de la presencia
tangible de Dios y, el mayor de los males, nos pusieron unos diablos por
vecinos).
¡Satán jamás
cumple! (Excepto en faltar a su palabra).
El punto es que,
Jesús mismo, con el ejemplo a lo largo de toda Su vida, vivió en obediencia
-ante el Padre- y era (es) una obediencia que está en comunión con Dios: Jesús
adora a Su Padre ¿Por qué no habría de hacerlo yo?
Juan 4:23 dice: “porque el Padre a tales ADORADORES BUSCA” ¿He dicho que soy terco? Ese prejuicio, mío, lo he arrastrado toda la
vida y, ahora que escribo, lo relaciono con algo de mi vida personal:
Tengo 3 hijos y,
una de ñapa, que no
es biológicamente mía. Ella (Alex) se acerca a mí -quizá por su edad- de un
modo que ya no lo hacen mis hijos viscerales y, ¿saben qué? ¡Esa niña me desarma!
Si me despido en
alguna extemporánea visita, al darme vueltas, veo que me sigue. Si la despido
-no sé cómo lo hace- al avanzar a mi casa: ¡Está tras de mí! (ella sabe que no
la dejaré sola).
Ayer, por cierto,
quería irse conmigo, a mi casa. Tratando de desanimarla, de disuadirla, le
dije: No tengo comida (lo cual es verdad, en
medio de otras verdades) y, en su dulce ingenuidad de 5
años, me dijo: “¡No importa! Le diré a mi mamá y nos vamos con un Gatorade. ¡Con eso comemos!”
(¡Dios! Qué hermosa excusa
para tenernos cerca, otro rato).
Si busco a Dios (a
quien sea) no ha de ser por lo que pueda darme.
Si adoro a Dios, no
ha de ser por mi unilateral conveniencia, por falsa entrega o por un
compromiso sabatino o dominical.
Si le obedezco, no
ha de ser para ganar la vida eterna o “ser salvo” del castigo que merezco por
mis transgresiones (de hecho,
si la eternidad no comienza aquí, ya estoy perdiendo el interés por otra vida:
Ni el cielo ni el infierno querría).
Hay una multitud de
textos interesantes relativos al amor (I Corint. 13) y, de no existir
Dios, la unión física es semejante a un 5 y 6 (5 minutos de emoción, y 6 años pal´ divorcio). ¿Cómo imaginarme incurrir en 2da nupcias si una serie de milagros no
acontecen en mi vida? (si es que hallo a la mujer que me
pretenda o aguante).
Dios
es Espíritu, Su cuerpo no es como el mío ni el de
nadie: Es Gloria (misma que ha
sido trasladada a nosotros en un gesto de Su amor).
Tengo un par de
días de haber visto a una niña muy linda. Su belleza no es sólo la externa,
sino esa interna que -radiando- muchas veces se esconde, huye y corre (pero la vi, unos segundos).
Cierta tarde anduve comprando en un supermercado y, por encima de la paleta del
azúcar, oí la voz más candorosa que recuerde y, al descubrirla, ella y yo nos
sorprendimos con la mirada, y jugueteamos unos segundos. Pero esa voz -soprano
puro- me hizo recordar a mi hijo Joshua, cuando era un bebé y, antes de que su
voz cambiara, le hice un par de grabaciones, a fin de conservarme ese recuerdo
que la niña despertó... ¿Dónde están adormecidos los recuerdos, Dios? ¿Por qué
se pierden las vivencias? ¿Qué aprovecha al alma y dónde va mi
espíritu?
Nuestra vida, lo
que somos, no es carne ni huesos y, lo que viviremos, será espiritual y
emocional, hasta la eternidad futura.
Me acerqué a quien
pensé sería la madre... (resultó ser la prima). Hice comentarios y, la dulce y
recatada mirada de esa niña era la misma, jugando conmigo y, revolviéndome en
mi interior, me re-descubrí, me sentí, me re-identifiqué: Una mirada y una voz,
solamente, pueden hacer -en mí- este pequeño milagro de regresarme a la eternidad que quiero.
Contraponiendo este
recuerdo a lo que hoy entiendoo ¿Qué puede darme el diablo que Dios no me haya
dado? ¿Qué puede ofrecer el padre de las mentiras que no esté dispuesto Dios a otorgarme, y de por vida?
Uno puede caer en
el error pendejo de dejarse llevar por una emoción, una
pasión o un interés impropio ¿Cuánto dura y qué
retenemos de ese disfrute parcial de un momento?
¿Un reino me dará
la dicha que hoy no tengo? ¿Cien mujeres y una docena de concubinas me
bastarían? ¡Básteme una! Ya dos no quiero. (¡Hmm!
La “lección” de David, con Betsabét o, lo desagradable que le hizo Absalón, me
son suficientes).
La adoración no es
un acto de humillación, sino de sublime rendición, a quien le debemos todo.
Ese relato de una
dama, volcando un costoso perfume sobre
Jesucristo, secando Sus pies con sus largos
cabellos... ¿No es una escena llena del más puro
erotismo? ¡Para mí lo es! (muy sensual, por cierto) De no
serlo ¿Por qué se enojaron algunos de los presentes? (Lucas 7:39, 47) (para una mente religiosa, ridículamente obtusa, la imagen vívida no tiene el efecto que yo
sí veo). El Cantar de los Cantares... ¿Lo escribió
Dios? ¿Es la palabra “literal” de Dios? ¿Es ajeno -Dios- a las
emociones santas que nos ha sembrado?
Sea lo que sea, ese
amor (Agape
y Eros) no
es un “invento” griego ni de Safo. Además, Jonatán y David han sido duramente
criticados por ese amor Phileo
que, por así decirlo, literalmente, trastornó la relación que Jonatán debía a
su padre, el rey Saúl (Lea su
Biblia).
A fin de cuentas,
no iremos al nivel siguiente de la eternidad con el carapacho, el cuerpo se
deja en la gaveta de la tierra; a menos que Dios nos resucite en esa gloria que
hoy no vemos ni podremos ver o imaginar, sino hasta Su 2da venida.
Siendo como soy, si
me ponen la tentación de una jovencita (aquella que ví en una camioneta de Los
Teques). Si me dicen: “¡Arrodíllate y adórame! Que será tuya...” ¿Me comeré ese cuento chino?
Hay una enseñanza
muy simple, se la debo a Jesucristo: “Odres
viejos con vino viejo y odres nuevas con vino nuevo”...
¿Le hallan aplicación a ese aspecto de esta vida?
“Ninguno que haya bebido del viejo dirá que
el nuevo es mejor” (y viceversa).
Hay una aplicación
práctica de estos dichos que tienen que ver con lo humano, con el amor (pero no les diré mi secreto) (descubran el suyo) (escuchen
la canción de Steve Perry “You´d better wait” y tendrán sus ideas).
Psicológica y
humanamente, flaquearíamos ante una tentación como esa (pido a Dios no caer en el auto-engaño
de pensarme -quien ya no soy- e involucrarme con una joven o una vieja que no
esté a la altura de mis sueños y convicciones)
¡Imagino el golpe de mi caída! (los trancazos enseñan). ¡Ja! ¡Ja! (no se me olvida lo aprendido en Octubre 2011) ¡Ah! Y esa resultó de 55 años, pero se me coló; porque
mi corazón no pide la edad ni la de cédula de identidad ( ¡No me hagan eso de nuevo! ).
No estoy en las
filas de aquellos que predican el evangelio de la felicidad inminente ni inmediata y, por otro lado, sé que hay un peso que Él
nos quita al enrolarnos en Su militancia.
No formo parte de
ningún grupo o credo, excepto de pasar por la línea de los que dicen: Necesito a Jesucristo, y le he aceptado como salvador
personal.
No caeré en la
mentira evangelística de que “somos salvos”, sino que “seremos
salvados” (si al Señor Jesús le place, y si Dios quiere). “No todo aquel que me dice “Señor” “Señor” irá al reino de
los cielos; sino el que hace la voluntad de mi Padre”
(poco me importa la visión
proselitista católico-paulina: Si persevero HASTA EL FINAL, Él tendrá a bien
llevarme a Su eternidad) y quiero Dios me bendiga
desde ya, aquí (eso es Su soberana decisión, no la mía).
No voy a seducir a
nadie en mi fe, ni a nada que no tenga por cierto. ¿Enriquece el evangelio?
(Ezequiel 34). La dicha que nos trae este gozo ¿Viene de la abundancia material?
No creo en el movimiento de la Prosperidad
ni en el Neo-apostolado ¿Hay otro Saulo- Pablo más por las calles?
Si Jesús no tuviese
claro Su lugar ni Su rol (en el
cielo y en la tierra) ¡Tal vez! Muy remotamente, me habría
decepcionado. No por alguna incoherencia en el relato Bíblico, sino por falta de personalidad. No por
haberse negado a ciertas pruebas fehacientes, tangibles, etc.; sino que, si Su
palabra no fuera verdad, los Evangelios serían otra habladuría humana.
Muchos de nosotros
accedimos al bautismo por la promesa de que obtendríamos
perdón de pecados (buena razón para “acceder”), pero
-otros- pensamos en los beneficios de una vida eterna, esa inmortalidad terrena en la que el
dolor de la vida se “anestesiaría” o cesaría: Si
no comienza la vida eterna, desde aquí, ya no la quiero (y no hablo del dolor, sino de cualquier cosa que sea una “eternidad”
sin sentido, un despropósito intrascendente).
La adoración, tanto
como el amor, es la puerta a esa eternidad, que comienza hoy (no lo entendía así, hasta hace nada) (tuve que leer y
entender).
De momento, me
insisten con la trampa:
·
Te damos la carajita...
·
Te damos el dinero que necesitas:
“Amor con hambre no dura”.
·
Te resguardamos la casa y “nadie”
pasará ese cerco que te prometemos.
·
Será tuya y solo tuya.
¿Caigo de rodillas?
¿Me rindo y fatalmente me postro ante las falsas promesas de este mundo?
Cincuenta años de
perseguir quimeras enseñan. Medio siglo de aprender solo -y acompañado- es más
de lo que pudo darme una semana de clase intensiva en la universidad ¿Hará,
cualquier diablo, algo bueno por
mí; algo que no sea capaz de ganar o conquistar yo mismo?
Trabajé, más de una
vez, en trabajos de seguridad y, pese a mi deseo, solía oír los cuentos de
algunas esposas que se volvían infieles. No tanto por ociosidad, sino
-lamentablemente- por el desempeño laboral de sus esposos o maridos. Algunas
veces reíamos... Sin embargo, la mueca interior, la que no mostraba mi
hipocresía, no podía ocultarse en mi mente, en mi conciencia. ¡Tuve una esposa
fiel! Pero todo se desplomó cuando yo dejé de serlo... (y duele cuando te hacen lo mismo).
En el campo de la
seguridad -la seguridad como tal- no existe: Ni en el matrimonio, ni en los ingresos ni en
nada (igual pasa con cualquier hombre o mujer que deba portar un uniforme,
incluso en el área civil).
Lo único, lo
verdadero, es esa carga de emociones, tuyas, mías... Si algo ha de ser ¡eternamente salvo! Será eso. El
resto es vivencia compartida.
Nadie, que se sepa,
es invulnerable a la tragedia humana. Extrapoladamente, si el Hijo de Dios
llevó
palos, escupitajos
y clavos en Sus pies y manos (coronado de espinas) ¿Somos mejores que
Él? ¿Hay un bypass para el dolor del vivir?
(por eso no predico un evangelio de felicidad instantánea).
Del padre de las
mentiras jamás esperaré nada bueno; menos una propuesta o una tregua en
traidora su guerra.
Mis peticiones, mis
sueños, mis ansias... y ruegos, siempre serán dirigidos Dios, o a la
intermediación de Su Hijo, Jesús de Nazareth (nadie más en medio) (Hechos 4:12).
¡Otra cosa! Si uno
tiene una relación -por platónica que sea- con una persona que no tiene
un compromiso con Dios, tampoco lo tendrá firmemente con Ud. Si se involucra (o
casa) con un inconverso, con un “mundano/a” y pagano (a), el
“padrino” de esa boda es un diablo (tómelo en un amplio y buen sentido).
Si todos
nosotros necesitamos restauración, si todos hemos sido inhabilitados para
amar verdaderamente, a la altura de la expectativa que -secretamente- ansiamos;
no es muy conveniente esperar mucho (ni dar mucho) ¿Para qué apegarnos?
Visite la familia
de su futuro esposo o esposa... Si todos son embusteros ¿qué probabilidad le
ampara y qué cosa avala la idoneidad de quien Ud ha escogido? (Refrán: “Hijo
de gato...”).
Y, aún siendo sacro
santos (mírenme a mí) ¿Soy buen padre? ¿Buen hijo? ¿Buen esposo? La imperfección en
persona... (No soy una buena
opción) (tampoco
la peor).
Hay quienes nos
acercamos a una iglesia -a Dios- por conveniencia egoísta: Ya no quiero la
prebenda (en caso que pensase
viejas).
El cielo, por una
parte, no me atrae (menos pensar
en mansiones y pendejadas materiales sublimadas). Si no las tengo aquí ¿Qué necesitaría más allá?
Lealtad, amor,
sinceridad, etc., éstas sí son cosas eternas y de mayor valor tangible que un
billete en mi bolsillo (y,
lo que quiero comprar, no es tan insignificante como la paga de un sólo día).
No sé de dónde
provienen los sueños ni qué nos impulsa.
De niño, que
recuerde, más que el apego a la vida, tuve valores inculcados y no propios: “¡Estudia! Para que seas alguien en la vida”... Si ese adagio es verdadero, si la sabiduría del pueblo es “verdad”,
admito no ser nadie y ¡soy culpable!: “Nadie es perfecto” “Nadie me quiere”,
etc. (¡Ja! ¡Ja!)
Somos “tan insignificantes” que, Jesús mismo
dijo: “El más pequeño es el más
importante...” En ese sentido, aunque no de un modo
exhaustivo, me gozo en leer esas palabras de Jesús, referidas a los gentiles (nosotros los paganos y mundanos) que, para el momento cuando Jesús, el Mesías, sanaba a un siervo (un
esclavo de un centurión romano) éste Jesús vio a miles de hombres y mujeres
“insignificantes”, a gentiles que “vendrían
del este y del oeste”, aceptando la invitación del
Salvador (Mateo 8: 11-12) ¿No cuenta eso, para tí y para mí?
Dios ama a Su
pueblo, a los que le alaban e invocan el nombre de Su Hijo ¿Por qué me costó
tanto entenderlo? (fui herido y desarrollé argumentos para “sostener”
mi razón de no buscar a nadie, para aislarme de lo que no me agrada del mundo). Hice de Dios a otro yo, insípido e “indiferente” (nunca lo
fui: Me escondí en mí mismo). El día que tengas dos hijos y dos hijas, sabrás quien te quiere
por ser quien tú eres o por las cosas que das o podrías dar (eso, también cuenta, en nuestra relación con
Dios y con el resto de las personas).
Dios honra a
quienes le honran (Juan
5:23; 12:26).
Satanás es un
defraudador y, debido a sus repetidas acciones, no gozamos de una completa
comunión con Dios, mientras vivamos alejados de una devota entrega y adoración:
Si no adoramos a Dios, en Espíritu y en verdad, no conoceremos esa
dimensión espiritual reservada para los adoradores que Él busca.
Suena raro que Él
pida total rendición (confianza) e incluso una forma de exclusividad parecida a la que
nos debemos esposos y esposas (exclusividad marital) ¿Es malo reservarse?
Satanás, por su
parte, siente fascinación en quebrantar los buenos propósitos, las relaciones
de fidelidad mutua y, si tiene una victoria, por pequeña que sea, su anhelo es
llevarnos al lecho del pecado (jamás
trata bien a nadie).
Si Dios quiere
confianza (Deut. 6:5, 13-14) el Adversario se goza en pervertirla (pero la re-conexión se restaura por la rendición, la
confesión, el arrepentimiento, en nombre del Señor Jesucristo).
¿Qué tiene que ver
todo eso con el amor?
El mundo espiritual,
el interior, tiene concordancia con lo que nos rodea. Si mi mundo espiritual
está mal, pervertido, es muy probable que -mis circunstancias- no sean las
ideales (las ideales para mí).
Puede que tengas
una relación magnífica, contigo mismo, y, de repente, aparece gente que te
trastorna. Puede que no lleves una buena relación con Dios, y las
circunstancias comienzan a hablarte, a recriminarte, a susurrarte. ¿No te pasa?
Si tu relación de
parejas es “perfecta”, si nada sale de la monotonía que te has permitido, ¿No
salen alternativas, insinuaciones? Y los que nunca te habían notado, “parecen”
interesados en tí? ¿No lo habrás notado? ¡Huye de eso! Atácalos con la verdad y
no ceses (lamentarás, si caes).
Muchas enfermedades
de transmisión sexual entran una vez, y no salen.
Mucho de lo que debió y pudo ser jamás se verá,
luego de un error (no le llamaré pecado).
Algunos terminamos
solos, en la calle incluso ¡abandonados y mendigando! ¿No me habla esa
realidad? (yo les he visto).
Los problemas,
muchas veces, son consecuencias de nuestros errores ante nuevas oportunidades
para crecer ¡Depende del enfoque!
Solía verme, a mí
mismo, como inmerecedor de ciertas cosas (no recibiendo las que -según yo- sí
merecía). De momento, las circunstancias me hacían ver a un mudo, un ciego, un
mocho... Y ajustaba “mejor” mi perspectiva. ¿Será la vida más cómoda -y grata-
para quien no tiene una pierna o las dos manos? ¿Nos gustaría una vida que
inspire lástima o tristeza? ¿Serán más fácilmente recibidos y aceptados en los
grupos de “élite”, o donde están las chicas más bellas o los jóvenes más
talentosos?
Piensen, por un
minuto, en los países donde la actividad productiva es reducida hasta los 35 o
40 años ¿Es Ud o yo menos inteligente o más incapaz a esa edad?
Para buscar un
empleo, cuenta con más “desventajas” de las que admiten en los jóvenes (la poca
experiencia)... Pero como la empresa desea lucro, una buena imagen
“corporativa”, es muy posible que contrate a la persona que sabe menos, que
“durará” más y, con la ventaja adicional, de que saldrá
de rumba con las jefas y jefes (Ud. sabe a lo que me
refiero).
La fealdad, como
tal, no es una desventaja; excepto para los gustos. ¿Cree Ud que me pueda
gustar más un perrito Sharpei, en lugar de un Rottweiler? ¿Me gustará menos un
caballo que una burra? (las respuestas y escogencias son suyas, no las mías).
Sin embargo, Dios no hace acepción de personas (yo sí) (perdóname por
ello, papá).
Estos días conocí a
una joven, regresando a mi casa.
El cuento es más
largo y lo dejaré en mi manuscrito ¿Será fácil, para ella, el día que desee
casarse? ¿Será acepta por otro, gustará así, como está? (Ella tiene el corazón de una niña de 15, pero su edad
cronológica presenta una disfunción).
En ese momento,
conteniéndome, desvié la mirada hacia la ventana. Levemente, la tristeza -por
ella y por mí- me embargaron y retuve una lágrima...
Ayer, visitando a
un amigo, me mostraron las maravillas que pintan ciertos jóvenes y adultos,
asistidos de sus bocas, sus pies... ¿Son menos personas por eso? ¡Son culpables
por perder la movilidad de sus manos, la “belleza”, a consecuencia del daño que
sus circunstancias les robaron?
En el amor, en las oportunidades, si no nos
ha mutilado la vida, nos mutilamos nosotros; pero la realidad no puede ocultarse con un dedo o un exceso de
optimismo: La búsqueda de cada quien no puede o suele coincidir con la mía. ¡Tú
eres tú! Yo soy yo. ¿Ajeno es Dios a mi realidad y a la tuya? ¡Imposible! ¡No
es cierto! (hay una batalla simultánea contra el yo, contra el otro
y contra todos).
He visto cómo las
aves defienden sus nidos. Sé cómo pelean las abejas el manjar escondido de su
miel silvestre.
¿Haré menos yo?
¿Abandonarás tú, esa lucha? (será lo que decidas, pero -esa dicha- no viene en
una lata de sopa concentrada).
Al ver a Yuli, la chica que no se siente disminuida
ni menos, pensé muchas cosas; pero ella es genuina...
Vuelto a
casa, con la ansiedad del regreso, me saludé con un amigo cristiano.
-¡Te
tenía un mensaje!... Pero se me olvidó qué era -Me dijo.
Me pareció
raro, que recuerde, no suele darme mensajes (ni recados) pero, con frecuencia
(aparte de hablar o escribir, me gusta oír lo que me dicen).
-¿Verdad?
¿Qué sería?
-Era una
lectura Bíblica.
El auto
que me llevaba comenzaba a moverse, nuevamente.
-¡Ah!
¡Léase a Hageo!
-¿Un
capítulo en particular? -Inquirí, tratando de enfocarme a lo que deseo.
-¡Es
cortico! Léalo todo.
Interiormente,
me esperaba una respuesta específica, distinta; pero, todo Hageo, es una forma
de responder a varias cosas que pasan (no solamente a mí).
Subí a mi
cuarto, solté el lastre y comencé a leer (a entender).
Sin ser
profundo, Hageo muestra a un Israel conquistado por otro gobierno extranjero.
Sin indagar en lo que puede servirte, sirvió al trasfondo de mi vida:
“Reconstruir el altar abandonado dentro de mí”.
Hay
momentos en que uno puede subestimar las cosas que deberían ser las prioridades
primarias y, si las circunstancias no nos advierten POR LA FALTA DE LOGROS,
seguiríamos adelante sin advertir que (los cristianos) (por chimbos que seamos)
debemos buscar primeramente el reino de Dios y, el resto añadido será:
Eso es parte de Su justicia.
¿Prosperan
tus negocios mientras robas y mientes?
¿Avanza
el país mientras la corrupción es permisiva y, de alguna manera la justificamos
para adquirir algún bien material adicional?
Hageo
habla de ese afán de edificar mansiones, lujosas casas; mientras a Dios lo
metemos en un rancho... ¿En qué cubículo de nuestras vidas echamos lo que
pertenece a Dios? (Obvio que NO necesita una morada, sino un espacio de vida en
nosotros).
Muchas
veces, aunque parezca duro, Dios corta nuestros recursos, lo que “adoramos”,
para volvernos a Él. ¿Está detenido tu torrente económico? ¿Disminuye tu salud?
¿El bolsillo está flaco?
Uno halla
excusas, encuentra argumentos pero, muchas veces, las cosas no van mejor porque
nosotros marchamos mal: Si eras “mal” estudiante ¿Las calificaciones escolares
recibían el costoso 20?
Las
circunstancias pueden hablarnos, así como a Job (pero no somos Job y no necesitamos serlo).
El olvido
que demos a Dios, también a nuestros seres queridos, se manifiesta en las
circunstancias y, sin embargo, no siempre será proporcional a lo esperado:
Mejor es dar que recibir. Mejor es tener para poder sembrar.
Uno puede
hacerse un reino para sí mismo, pero ¿execrando a quienes no debemos echar
fuera? ¿Estás unido a Dios o divorciado de Él? Tu familia... ¿Necesita medicina
y terapia?
A veces,
me suele pasar. Dedico demasiadas horas a lo que me gusta, a lo que aprendo
¿Qué me pasó? Herí, sin saberlo, a una mujer que esperaba más tiempo y más amor
de mí (una falla que no advertí ni supe
entender). Pensé que estaba en lo correcto,
pero hay cosas que se irán por esa razón no razonada (traté de enmendarlo, pero se fue y yo me vine). Si quieres ver, aprende de lecciones ajenas: Se ahorra
el sinsabor y el dolor.
¿Qué
puede darte el mundo que Dios no haya pensado darte antes?
¿Lograrás
lo que no has conquistado? Y, cuando lo hagas ¿Cómo te librarás de ese prolapso
emocional? (¡Te lo advierto! Hasta mareos da eso).
La casa
que Dios quiere no es un rancho ni “altarcito” escondido en el cuarto más
oscuro y menos visitado de nuestra vida... ¿Y luego le EXIGIMOS? ¡Ja!
¡Ja! (río de mí).
¿Será
posible que Dios comprenda nuestro vacío emocional o material? ¿Tan duro es que
Él intuya lo que nos sucede y lo que buscamos? ¡Uff! ¡Qué modo de subestimarlo!
Hemos
sido diseñados, de modo tal que, sin Él, nada es (al menos yo lo
siento así).
Pensaba
que era una “debilidad” necesitar de alguien. Si fuera Dios -me decía para mí
mismo- ni vuelta a mis pies daría: ¡Me equivoqué! (Perdón, Perdón) (ahora entiendo la diferencia).
Lo
importante no es el edificio, sino el tiempo y el ESPACIO... ¿Qué es lo
importante de un regalo? ¿El envoltorio o lo de adentro? (sin embargo, todo
tiene su valor) Pero la vida no se puede llenar de intenciones ni envoltorios
¿o sí?
Una amiga
o un amigo, si tal cosa es, se mantiene en el tiempo y en el espacio ¿Cuánto
espacio media entre tú y quienes dices ser amigo?
Con
frecuencia río de esos chicos y chicas que se jactan de tener 100 ó 500
contactos o fans. Con frecuencia, sus “comunicaciones”, son un mensaje de spam
o un forward rete-copiado ¡Qué forma tan original de confirmar los lazos
de amistad!
Mis
métodos no son ortodoxos ¡Lo sé! Pero, algo que hago, es medir: no soy fácil (y cada quien en lo suyo).
¿No nos
prueba Dios? ¿No nos prueban los amigos? La lealtad tiene un precio ¡incluso
una paga! Sea material o el aplomo del afecto.
En Hageo,
por Su parte, Dios dice: “Yo estoy con Uds” (Hageo
2:5) ¿Sólo con ese Israel disperso por el mundo? ¿No hay continuidad del
Antiguo Pacto con el Nuevo? (yo veo uno solo).
Jesús, en
el Nuevo Testamento, despidiéndose físicamente de sus apóstoles escogidos, les
dijo: “Yo
estoy con Uds TODOS LOS DÍAS” (Mateo 28:20b) ¿A dónde “lo meto”
cuando participo en la mentira ajena, cuando me robo con los ojos a quien no me
pertenece? Y esa no es la única forma en que dejo de construir el altar de Dios
en mi vida... ¿Cómo tienes tú ese rancho?
La salud,
la reconstrucción de una nación o de una familia es proporcional a la manera en
que cada uno de nosotros tenga a Dios presente en su vida (cómo me gustaría que Él se los
confirmara a Uds).
No
obstante, créele a Él, el día en que le devuelvas Su lugar -su sitio
preferencial- y entonces te dirá: “Mi Espíritu está con Uds” (Hageo 2:5)
Te sonreirá y te dirá: “Sé fuerte” (Hageo 2:4b) ¡Hasta el final!