Esas cosas que se
van, y yo pude recibir.
Con tristeza te
veía, en esa silla de ruedas,
Y la alegría que
me queda, es lo que te pude decir.
Hoy, primo, que
te vas; no estaré en la despedida
He sabido que te
vas, y del viaje no ha salida.
No estaré allí
hoy, como tampoco vuelve el mañana
La alegría “que
te vas”; y te fuiste en la cama.
Es la muerte un
pasadizo, cuyo túnel yo no escondo
Es la vida un
bebedizo, cuyo sorbo se hace hondo.
No estaré entre
los tuyos, en mi vida no hay apegos;
Sin embargo -ya
te dije- ese viaje no es tan lejos.
La verdad, desde
mi infancia, he querido comprender:
Es la muerte o es
la vida, lo que siempre he de querer.
Te agradezco,
como dije, esa mano de virtud
Bueno fuiste, tú
conmigo, pulcro en mi solicitud.
Hoy de día, con Bartolo,
te reunirás con mi abuela
¡Sube pronto! ¡Corre
y dile!
Que la quiero, aunque
me duela.
Hace tanto yo la
extraño, y se me ha ido (como otros)
Lo que queda “en
los de abajo” son los sueños:
Siempre rotos.
Una vez más, repito,
lo que en mi visita te dije:
“Te agradezco,
primo-hermano, lo que en vida tú hiciste”
¿Cómo olvidarme
esa vida?
¡Cómo mentirme, a
despecho?
De los años, los
maltrechos,
Siempre tendré
buenos recuerdos.
P.S.
¡No te olvidaré primo!
La noticia, luego
de entristecerme, más bien me alegra.
Lleva noticias a
los míos: “Para siempre les quiero”
(especialmente a
mi abuela).
No entiendo por
qué tanta gente muere en diciembre,
Pero un día
vendrá mi turno...
(y sé que estas palabras les llegan)
A.T. Dec. 27, 2012
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