Tuesday, August 28, 2012

¡Gracias!

Pública y reiteradamente gracias.
Sabes que no hallo cómo manifestarte mi agradecimiento, mi reverencia ni mi adoración.
¿Cómo iba yo a imaginar tal bendición en mi vida?

No obstante, ni ella ni yo intuíamos las diferencias y, aún así, fue una aceptación ingenua, pura y, de mi parte, fue total, bella, y hasta prudente (te bendigo, porque ella me bendijo).

Hoy, cuando este sentir no se hace menos, sino que se transforma en esta brisa que a sus alas sopla… ¡Llévala con bien!

Dale fortaleza, sabiduría (y que cierre su pico) (yo, también, soy bocón) (y hasta notaron un parecido).

Hoy –puede ser- no distinga la verdad de lo idílico. El embeleso de sus besos, pero la verdad es la verdad: Entierra tú a sus muertos (le cuesta soltarlos) (entiérrame con ellos).

Jamás. Jamás. ¡Jamas! Deje que olvide esta breve y larga historia ¿Se ama, así, a los 50?

¡Hasta los carajitos se burlaron cuando nos vieron en la grama?

¿Es que sólo un joven y una doncella se aman?

Pero ¡tú sabes qué pasó! (y qué pesó).

Ya no podré besarla.
No la besaré con letras, sino con hechos, y oraciones.

Convierte a alguien a la religión de mi amor… ¡Conviérteme a mí, también!

No me informaré cuando ella esté lejos ni cuando esté al abrigo de ese puente (que ha de cruzar) pero –algo te pido- ¡No me desampares! (sé que me expongo, pero esta es mi lucha: Ahora la tuya).

A cualquier hombre, a cualquier mujer, que haya conocido el amor: ¡Dale otro que le colme!

Dale otro ser que le llene. Que no sea nada a medias, que el pasado ajeno esté enterrado y te tenga a ti, y me ame a mí…

El resto es carpintería.

Esto ha sido perfecto: Bendícelos en efecto.

¡Amén!

Antonio T.

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