Monday, July 23, 2012

Hacer Hermanos.

   
Háblenme lo que quieran de líderes… ¡Eso sí! (escucharé sólo un rato). Añadan las razones que quieran, pero ¿Qué cita bíblica hace referencia a ese llamado de Cristo? ¿En qué momento Él llamó “líderes” y no a pecadores al arrepentimiento?

El día de Pentecostés, como si tal fuera el incipiente inicio de la Iglesia (cosa que no hizo sino confirmar -públicamente- otras cosas que prometió el Señor) ¿Era para formar líderes o para confirmar a los doscientos ya reunidos como iglesia, en el aposento alto?

Luego, en los días de las persecuciones y la horrible dispersión del año 70, por el General Tito ¿el mensaje era para formar líderes o para levantar discípulos de Jesucristo?

Pueden disertar horas y usar, textualmente, esa cita de Hechos 2:42 pero ¿Era “la doctrina” de los apóstoles y del Maestro y Señor Jesucristo? ¡Naturalmente que NO era la DOCTRINA de los apóstoles! sino la enseñanza que habían recibido del Mesías, quien los tomó como discípulos.

 Yo podría usar un par de versículos para forzar un significado (a mi conveniencia) y ¿Qué resulta de ello? Otra denominación, otra división ¿Conviene dividirnos? Pues, no seguiré doctrinas de hombre… Al final veremos la aprobación de Dios, que es la que, al final, a todos conviene.

La Gran Comisión -dejada a los verdaderos apóstoles- la podemos tomar como un reto y, según los escritos de Santiago, ésta tiene una promesa con bendición: “sepa que el que haga volver al PECADOR del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados” (Santiago 5:20) ¿Hay que ser “líder” para predicar los beneficios y bondades del Señor Jesús? Tengo cientos de errores y pecados y, aunque cubriese algunos con un pecador que se arrepintiera, nunca podría bastarme… ¿No hace falta que otros acudan aceptando ese reto y esa oferta de salvación gratuita?

 Yo no querré un puesto, yo no quiero homenajes y, si algún día Dios tiene a bien darme algún premio, que me los dé ahora y en efectivo ¿para qué aguardar una eternidad, si hay tantas cosas que me pueden traer bienestar, aquí y ahora?
Yo no quiero un apostolado ni un ministerio profético o evangelístico, pero sí desearía servirle publicando Sus verdades y hermanarme con alguno (a) que las practique... ¿Para qué Jesús habló, si lo que Él dijo yo –u otro cualquiera- lo saca del contexto funcional, del campo de la aplicación e inventa denominaciones o doctrinas de hombre? (Le llamamos “Señor”, pero no hacemos lo que nos dijo).

No quiero presumir ser mejor que nadie, cuando no puedo superarme a mí mismo ¿Aceptaré lo que la razón me reclama como incierto?

He visto culto personal y fanático. No me refiero al extremismo que uno puede adoptar en relación al celo de las cosas de Dios versus a las que pueden diferenciarnos del fanatismo “convencional” del mundo: Alguien que sea adepto a un (a) cantante, a un equipo de fútbol o de baseball no es mal visto pero, si uno es fanático de su fe, de sus convicciones (en el campo religioso) “ese es otro loco de atar”. He notado cómo se veneran personalidades y, llegado a ese punto, ya sólo falta que se expida una beatificación en vida de esas personas para que –en demasía- se les ensalce. Puedo decir que, la historia de Billy Graham -de otros evangelistas- puede interesarme tanto como algunos relatos bíblicos, pero –que yo perciba- a ninguno los pongo por encima de Jesucristo y, aún a los personajes bíblicos, les sigo viendo como los que son: Hombres. ¿Puede agradarme la lectura  de Ezequiel más que las de Isaías? ¡Sí! Pero no pondré a Saulo Pablo o a Pedro más arriba de lo que significa Jesucristo en mi vida ¿Hay mayor gloria en los conocimientos que Su revelación nos dio? ¡Lo dudo! Entonces, fanático de Jesucristo, ¡cómo voy a dar más crédito a lo que Él me ha legado? Me sometí a Su voluntad, a Su señorío, a Su Espíritu… ¿Por qué dejarme llevar en otro sentido doctrinal?

Supongamos que yo no halle arraigo a un grupo o a una iglesia ¿Qué denominación tenía Juan el bautista? Su ascetismo lo llevó al desierto y, si era nazareo, pues, ni se cortaba el pelo, no bebería alcohol ni comería uvas ni nada que se fermentase. No podría estar cerca de ningún cadáver y no se habría casado ¿Fue distinto el ministerio secular de sus hermanos apóstoles? Obvio que sí y, de no serlo, los fariseos y otros extremistas de la religión judía no habrían preguntado a Jesús, en relación a las libertades que Sus discípulos asomaban. Por otro lado, Jesús mismo hizo muchos milagros entre el pueblo de los gentiles, esos que el mismo judaísmo rechazaba y consideraba como parias, excluyéndoles de la religión que Dios mismo -también- ofrecía a las etnias, a condición que se circuncidasen, guardasen la ley y abandonasen feas costumbres que Dios claramente desaprobaba…

No tengo caso presumir en nada. No puedo agregar un centímetro a mi estatura ni puedo alargar un día más de lo establecido. ¿Me servirá un reverenciado saludo? ¿Un apelativo a la sapiencia recibida de otros que me trasmiten? No quiero unn primer ni segundo lugar. De hecho, cuando me siento competir –casi por instinto- abandono las carreras, incluso hasta en el plano sentimental: Lo mío será mío. No tanto por mi esfuerzo, por el debido trabajo, sino por los créditos que Dios agregará a mi vida (si Le place).

Secularmente tenemos una tendencia a jerarquizar. Si se aplica a las prioridades, a la realización de nuestros deberes, no lo veo mal pero, cuando se trata de la importancia de las personas, pues, prefiero verme como las hormigas, como parte de una colonia: Todas son soldados rasos, todas son hermanas, y ninguna es imprescindible (ni siquiera la reina importa tanto como las huevas o las más pequeñas).

Puede que no sirva mucho lo que escriba, lo que piense, lo que haga; pero no quiero ni ser líder de mi propia vida ¿En qué supero a Jesús de Nazareth? ¿Qué puedo añadir que Él no haya dicho?

Si llego a la meta póstuma de esta vida, así sea dando traspiés, me contentaré con llegar, pero sin ocupar protagonismos (eso sí, mi rol personal: Ser yo).

Si hay grandes, que lo sean ellos. Si se sienten mayores que muchos, que lo sean lejos de mí.

Si no sé ayudar como hermano… ¿Cómo pretenderé ayudar a los que desestimo por ser menores, según mi opinión o parecer? Si no me comporto, o no actúo, como discípulo de Jesucristo ¿cómo aspiro a ser “maestro”? ¿No basta que Él liderice mi vida y la de mis hermanos y hermanas? (Mateo 23:8)

No me cuesta entender el amor de Dios. Si en alguna exhortación del evangelismo callejero alguien usa la trillada frase de “Cristo te ama” no me sorprendería de la misma indiferencia que decenas de personas todavía hoy demuestran ¿De qué me sirve ese amor si no sé para qué me sirve y, si sirve, ¿qué puedo comprar con ello?

Hay quienes tienen necesidad de un par de zapatos, un plato de comida o ropa…  Yo felicito a los hermanos y hermanas que han entendido que esa expresión o manifestación del amor “divino” comienza y debe surgir de nosotros mismos, primero (particularmente cuando evangelizamos o pretendemos llegar a los que todavía no han sido alcanzados por la verdad práctica). Si yo no soy capaz de invitarle un cafecito, un bollo de pan a nadie… Mejor que me olvide de llevar un mensaje que no es nada efectivo o practicable, ni siquiera en el cuidado de las necesidades de mis propios hijos. Si yo no soy testigo de que Dios suple mis necesidades afectivas, mis necesidades materiales (ropa, comida, empleo, etc.) ¿Qué les puedo ofrecer a los que tienen menos que yo?

Juan 3:16 puede sonar bien para todo aquel que tiene una casa cómoda, una ropa limpia para su aseo diario, una cama resguardada de la lluvia… Pero, para un menesteroso ¿De qué le sirve una Biblia grande y nueva? Si yo no sé leer, o si lo que leo no tiene un campo de aplicación práctico en reducido entendimiento ¿Para qué deseo un estudio bíblico, si tengo hambre y no tengo calzado o mis pies están rotos, sucios y enfermos? ¡Tantas preguntas pregunto y un libro muerto no me diría nada!

Un discípulo, alguien que ya conozca del señor Jesús, no irá sólo con palabras llenas de aire sin esperanzas. Alguien que tenga por líder al Mesías no carecerá de herramientas para dar un mensaje efectivo y certero ¿Cómo sale un discípulo, si no ha experimentado al Maestro?

Jesús, luego de ser bautizado, fue seguido de dos discípulos de Juan el Bautista (Juan 1:38-39). El Maestro les dio alojamiento, con hospitalidad y alimentos una noche ¿Puedo demostrar el amor del Señor, en alguna medida?
El liderazgo se entiende dentro del esquema de jerarquías, mas, la prioridad no está en llevar el mensaje de Jesús, sino en desplegar la estrategia que sale de algún pliego de doctrinas, orquestado entre “líderes” (los rabíes modernos). ¿Qué sucedió cuando los apóstoles se repartían posiciones de influencia o importancia?  (Mat 20:23-28)

Eran simples discípulos, pero intuían –por la vida secular- que los primeros lugares brindan ingresos adicionales, altares para el ego maltrecho…

Cuando escucho: “Uds son hijos del Rey”… “Uds son embajadores del Señor Jesucristo”, etc. Me pregunto: ¿Estos príncipes no tienen para darle un bocado a nadie, ni a ellos mismos? ¿Siempre iremos descalzos a la casa del hambriento?

Sé que mi embajada está “en bajada”… Si soy hijo del Rey –gracias a Dios- no voy por la calle sin un bocado y, más de una vez Él me ha suplido pero ¿cómo ir a los no alcanzados en mi miseria, o mi insuficiencia?

“No sólo de pan vive el hombre” ¿Llevo algo más con el mensaje? Y, en caso de ir sólo con palabras que insuflan aliento al decaído, al triste ¿Las dejo, las suelto, y no extenderé mi mano, para algo más que un encuentro casual?

Sugiero –sólo para estas insulsas notas mías- recordarme que jamás afirmaré nada que no vaya a hacer bien por superar la expectativa de un proyecto evangelístico humano. Si voy a llevar el mensaje de Jesucristo, que no sea ese aparatoso que se basa en promover un liderazgo, sino aquel basado en la relación filial igualitaria de hermanos y hermanas.

Sé que no puedo hacer el milagro de suplirme un grupo de cosas seculares, que ciertas cuestiones elementales no pueden alcanzarse en el proceso de décadas y, cuando a Dios se le antoja, lo que no pude en 5 años, Él las hace en 5 días.
Sé que la iglesia NO ES EL EDIFICIO, sino el grupo humano que se aglutina como bloques para hacer una comunidad y una comunión de creyentes. Que jamás seré nada más que el ser quien soy, al igual que todo aquel en quien Dios derrama Su misericordia y Su sabiduría… ¿Qué alumno supera al Maestro de maestros?

Jesús mismo dijo: “el que cree en mí hará obras mayores” (Juan 14:12) ¿Se refería a otra resurrección a la Suya? ¿Sería algo superior a la multiplicación de alimentos o sanidad de los enfermos? Pienso que esas obras eran relativas al alcance evangelístico mundial ¿Está alguien convirtiendo y bautizando a más de 3.000 personas al día? ¿Está alguien alimentando a más de 5.000 personas en el mundo? ¡Naturalmente que sí hay obras misioneras que están haciendo más que hace siglos! No obstante, “los obreros somos pocos” ¿Puede el Señor de la mies enviar más obreros a esas labores? ¡Sí! Seguro terminará Su buena obra, enviando más discípulos, siervos y menos rabíes.

La salvación que se recibe a través del mendrugo de pan tendrá un efecto positivo, pero sólo unida a la fresca entrega de la palabra, con aplicaciones prácticas de vida.

La escuela de “líderes” es una perversión dentro de la escuela que Jesús predestinó a la formación de Sus discípulos.

Los argumentos para formar “líderes” dentro de las iglesias cristianas no son más que una copia de los modelos gerenciales seculares injertados a la vida de la cristiandad. Si un cristiano no está dispuesto a formarse como discípulo de Jesucristo, como otro obrero dispuesto a entrar en las labores de la abundante mies, pues –probablemente- sus prioridades están enfocadas en otro Señor ($), estimando a uno en detrimento del otro y, aunque Dios no necesita de nadie para alcanzar a los que ha predestinado o ya conoce, podría decirse que –como alumnos- estamos reprobados en un grupo de materias académicas: “Los alumnos no son superiores que el Maestro, ni los siervos mayores que Su amo” (Mateo 10:24)

Si alguien aspira al “liderazgo”, a puestos sobresalientes en su comunidad de creyentes, por razones de autoestima baja (con pretensión de aumentarla) no saldrá ileso: Tarde o temprano será disciplinado. Por el contrario, si alguien desea ser parte del edificio de la iglesia viva, la comunidad fraterna de hermanos y hermanas, no estará movido por motivos egoístas ni personalistas (el amor prevalece sobre el ego).

Si alguno me muestra una cita de los 4 evangelios que promueva (o incite) a la formación de líderes cristianos -¡por favor!- que me la haga saber. He revisado, con bastante cuidado, y no veo a Jesucristo siendo parcial en la formación de Sus discípulos. Sé que Él tenía a Sus 12 discípulos con la idea de representar a las 12 tribus de Israel y, en varias ocasiones (como en el día de la transfiguración) de ésos, Él anduvo cercana y particularmente con Pedro, Juan y Santiago (incluso en Su última noche en el jardín de Getsemaní) y, aunque veo una bonita intimidad filial entre ellos, no veo parcialidad excluyente ni un “liderazgo” apostólico; aunque ya, al final de los días de Su ministerio físico y terrenal, Jesús -a modo restaurador- dio una comisión peculiar a Pedro: “Cuidar de Sus ovejas” (aunque Simón Pedro fue la primera voz pública el día del Pentecostés, en Hechos 2:14). ¿Fue por motivos distintos al amor fiel que demostró el apóstol Simón Pedro? ¡Creo que no!  Al final, sólo Pedro y Juan estuvieron muy cerca del Señor Jesús a lo largo del proceso en el que le enjuiciaron como culpable (la mayoría de los otros 10 apóstoles estuvieron a una distancia prudencial).

En cuanto a mí, personalmente, me identifico con que la prioridad no es hacerse líderes, sino hermanos (Mateo 23:8).

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