Monday, July 23, 2012

Hacer Hermanos.

   
Háblenme lo que quieran de líderes… ¡Eso sí! (escucharé sólo un rato). Añadan las razones que quieran, pero ¿Qué cita bíblica hace referencia a ese llamado de Cristo? ¿En qué momento Él llamó “líderes” y no a pecadores al arrepentimiento?

El día de Pentecostés, como si tal fuera el incipiente inicio de la Iglesia (cosa que no hizo sino confirmar -públicamente- otras cosas que prometió el Señor) ¿Era para formar líderes o para confirmar a los doscientos ya reunidos como iglesia, en el aposento alto?

Luego, en los días de las persecuciones y la horrible dispersión del año 70, por el General Tito ¿el mensaje era para formar líderes o para levantar discípulos de Jesucristo?

Pueden disertar horas y usar, textualmente, esa cita de Hechos 2:42 pero ¿Era “la doctrina” de los apóstoles y del Maestro y Señor Jesucristo? ¡Naturalmente que NO era la DOCTRINA de los apóstoles! sino la enseñanza que habían recibido del Mesías, quien los tomó como discípulos.

 Yo podría usar un par de versículos para forzar un significado (a mi conveniencia) y ¿Qué resulta de ello? Otra denominación, otra división ¿Conviene dividirnos? Pues, no seguiré doctrinas de hombre… Al final veremos la aprobación de Dios, que es la que, al final, a todos conviene.

La Gran Comisión -dejada a los verdaderos apóstoles- la podemos tomar como un reto y, según los escritos de Santiago, ésta tiene una promesa con bendición: “sepa que el que haga volver al PECADOR del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados” (Santiago 5:20) ¿Hay que ser “líder” para predicar los beneficios y bondades del Señor Jesús? Tengo cientos de errores y pecados y, aunque cubriese algunos con un pecador que se arrepintiera, nunca podría bastarme… ¿No hace falta que otros acudan aceptando ese reto y esa oferta de salvación gratuita?

 Yo no querré un puesto, yo no quiero homenajes y, si algún día Dios tiene a bien darme algún premio, que me los dé ahora y en efectivo ¿para qué aguardar una eternidad, si hay tantas cosas que me pueden traer bienestar, aquí y ahora?
Yo no quiero un apostolado ni un ministerio profético o evangelístico, pero sí desearía servirle publicando Sus verdades y hermanarme con alguno (a) que las practique... ¿Para qué Jesús habló, si lo que Él dijo yo –u otro cualquiera- lo saca del contexto funcional, del campo de la aplicación e inventa denominaciones o doctrinas de hombre? (Le llamamos “Señor”, pero no hacemos lo que nos dijo).

No quiero presumir ser mejor que nadie, cuando no puedo superarme a mí mismo ¿Aceptaré lo que la razón me reclama como incierto?

He visto culto personal y fanático. No me refiero al extremismo que uno puede adoptar en relación al celo de las cosas de Dios versus a las que pueden diferenciarnos del fanatismo “convencional” del mundo: Alguien que sea adepto a un (a) cantante, a un equipo de fútbol o de baseball no es mal visto pero, si uno es fanático de su fe, de sus convicciones (en el campo religioso) “ese es otro loco de atar”. He notado cómo se veneran personalidades y, llegado a ese punto, ya sólo falta que se expida una beatificación en vida de esas personas para que –en demasía- se les ensalce. Puedo decir que, la historia de Billy Graham -de otros evangelistas- puede interesarme tanto como algunos relatos bíblicos, pero –que yo perciba- a ninguno los pongo por encima de Jesucristo y, aún a los personajes bíblicos, les sigo viendo como los que son: Hombres. ¿Puede agradarme la lectura  de Ezequiel más que las de Isaías? ¡Sí! Pero no pondré a Saulo Pablo o a Pedro más arriba de lo que significa Jesucristo en mi vida ¿Hay mayor gloria en los conocimientos que Su revelación nos dio? ¡Lo dudo! Entonces, fanático de Jesucristo, ¡cómo voy a dar más crédito a lo que Él me ha legado? Me sometí a Su voluntad, a Su señorío, a Su Espíritu… ¿Por qué dejarme llevar en otro sentido doctrinal?

Supongamos que yo no halle arraigo a un grupo o a una iglesia ¿Qué denominación tenía Juan el bautista? Su ascetismo lo llevó al desierto y, si era nazareo, pues, ni se cortaba el pelo, no bebería alcohol ni comería uvas ni nada que se fermentase. No podría estar cerca de ningún cadáver y no se habría casado ¿Fue distinto el ministerio secular de sus hermanos apóstoles? Obvio que sí y, de no serlo, los fariseos y otros extremistas de la religión judía no habrían preguntado a Jesús, en relación a las libertades que Sus discípulos asomaban. Por otro lado, Jesús mismo hizo muchos milagros entre el pueblo de los gentiles, esos que el mismo judaísmo rechazaba y consideraba como parias, excluyéndoles de la religión que Dios mismo -también- ofrecía a las etnias, a condición que se circuncidasen, guardasen la ley y abandonasen feas costumbres que Dios claramente desaprobaba…

No tengo caso presumir en nada. No puedo agregar un centímetro a mi estatura ni puedo alargar un día más de lo establecido. ¿Me servirá un reverenciado saludo? ¿Un apelativo a la sapiencia recibida de otros que me trasmiten? No quiero unn primer ni segundo lugar. De hecho, cuando me siento competir –casi por instinto- abandono las carreras, incluso hasta en el plano sentimental: Lo mío será mío. No tanto por mi esfuerzo, por el debido trabajo, sino por los créditos que Dios agregará a mi vida (si Le place).

Secularmente tenemos una tendencia a jerarquizar. Si se aplica a las prioridades, a la realización de nuestros deberes, no lo veo mal pero, cuando se trata de la importancia de las personas, pues, prefiero verme como las hormigas, como parte de una colonia: Todas son soldados rasos, todas son hermanas, y ninguna es imprescindible (ni siquiera la reina importa tanto como las huevas o las más pequeñas).

Puede que no sirva mucho lo que escriba, lo que piense, lo que haga; pero no quiero ni ser líder de mi propia vida ¿En qué supero a Jesús de Nazareth? ¿Qué puedo añadir que Él no haya dicho?

Si llego a la meta póstuma de esta vida, así sea dando traspiés, me contentaré con llegar, pero sin ocupar protagonismos (eso sí, mi rol personal: Ser yo).

Si hay grandes, que lo sean ellos. Si se sienten mayores que muchos, que lo sean lejos de mí.

Si no sé ayudar como hermano… ¿Cómo pretenderé ayudar a los que desestimo por ser menores, según mi opinión o parecer? Si no me comporto, o no actúo, como discípulo de Jesucristo ¿cómo aspiro a ser “maestro”? ¿No basta que Él liderice mi vida y la de mis hermanos y hermanas? (Mateo 23:8)

No me cuesta entender el amor de Dios. Si en alguna exhortación del evangelismo callejero alguien usa la trillada frase de “Cristo te ama” no me sorprendería de la misma indiferencia que decenas de personas todavía hoy demuestran ¿De qué me sirve ese amor si no sé para qué me sirve y, si sirve, ¿qué puedo comprar con ello?

Hay quienes tienen necesidad de un par de zapatos, un plato de comida o ropa…  Yo felicito a los hermanos y hermanas que han entendido que esa expresión o manifestación del amor “divino” comienza y debe surgir de nosotros mismos, primero (particularmente cuando evangelizamos o pretendemos llegar a los que todavía no han sido alcanzados por la verdad práctica). Si yo no soy capaz de invitarle un cafecito, un bollo de pan a nadie… Mejor que me olvide de llevar un mensaje que no es nada efectivo o practicable, ni siquiera en el cuidado de las necesidades de mis propios hijos. Si yo no soy testigo de que Dios suple mis necesidades afectivas, mis necesidades materiales (ropa, comida, empleo, etc.) ¿Qué les puedo ofrecer a los que tienen menos que yo?

Juan 3:16 puede sonar bien para todo aquel que tiene una casa cómoda, una ropa limpia para su aseo diario, una cama resguardada de la lluvia… Pero, para un menesteroso ¿De qué le sirve una Biblia grande y nueva? Si yo no sé leer, o si lo que leo no tiene un campo de aplicación práctico en reducido entendimiento ¿Para qué deseo un estudio bíblico, si tengo hambre y no tengo calzado o mis pies están rotos, sucios y enfermos? ¡Tantas preguntas pregunto y un libro muerto no me diría nada!

Un discípulo, alguien que ya conozca del señor Jesús, no irá sólo con palabras llenas de aire sin esperanzas. Alguien que tenga por líder al Mesías no carecerá de herramientas para dar un mensaje efectivo y certero ¿Cómo sale un discípulo, si no ha experimentado al Maestro?

Jesús, luego de ser bautizado, fue seguido de dos discípulos de Juan el Bautista (Juan 1:38-39). El Maestro les dio alojamiento, con hospitalidad y alimentos una noche ¿Puedo demostrar el amor del Señor, en alguna medida?
El liderazgo se entiende dentro del esquema de jerarquías, mas, la prioridad no está en llevar el mensaje de Jesús, sino en desplegar la estrategia que sale de algún pliego de doctrinas, orquestado entre “líderes” (los rabíes modernos). ¿Qué sucedió cuando los apóstoles se repartían posiciones de influencia o importancia?  (Mat 20:23-28)

Eran simples discípulos, pero intuían –por la vida secular- que los primeros lugares brindan ingresos adicionales, altares para el ego maltrecho…

Cuando escucho: “Uds son hijos del Rey”… “Uds son embajadores del Señor Jesucristo”, etc. Me pregunto: ¿Estos príncipes no tienen para darle un bocado a nadie, ni a ellos mismos? ¿Siempre iremos descalzos a la casa del hambriento?

Sé que mi embajada está “en bajada”… Si soy hijo del Rey –gracias a Dios- no voy por la calle sin un bocado y, más de una vez Él me ha suplido pero ¿cómo ir a los no alcanzados en mi miseria, o mi insuficiencia?

“No sólo de pan vive el hombre” ¿Llevo algo más con el mensaje? Y, en caso de ir sólo con palabras que insuflan aliento al decaído, al triste ¿Las dejo, las suelto, y no extenderé mi mano, para algo más que un encuentro casual?

Sugiero –sólo para estas insulsas notas mías- recordarme que jamás afirmaré nada que no vaya a hacer bien por superar la expectativa de un proyecto evangelístico humano. Si voy a llevar el mensaje de Jesucristo, que no sea ese aparatoso que se basa en promover un liderazgo, sino aquel basado en la relación filial igualitaria de hermanos y hermanas.

Sé que no puedo hacer el milagro de suplirme un grupo de cosas seculares, que ciertas cuestiones elementales no pueden alcanzarse en el proceso de décadas y, cuando a Dios se le antoja, lo que no pude en 5 años, Él las hace en 5 días.
Sé que la iglesia NO ES EL EDIFICIO, sino el grupo humano que se aglutina como bloques para hacer una comunidad y una comunión de creyentes. Que jamás seré nada más que el ser quien soy, al igual que todo aquel en quien Dios derrama Su misericordia y Su sabiduría… ¿Qué alumno supera al Maestro de maestros?

Jesús mismo dijo: “el que cree en mí hará obras mayores” (Juan 14:12) ¿Se refería a otra resurrección a la Suya? ¿Sería algo superior a la multiplicación de alimentos o sanidad de los enfermos? Pienso que esas obras eran relativas al alcance evangelístico mundial ¿Está alguien convirtiendo y bautizando a más de 3.000 personas al día? ¿Está alguien alimentando a más de 5.000 personas en el mundo? ¡Naturalmente que sí hay obras misioneras que están haciendo más que hace siglos! No obstante, “los obreros somos pocos” ¿Puede el Señor de la mies enviar más obreros a esas labores? ¡Sí! Seguro terminará Su buena obra, enviando más discípulos, siervos y menos rabíes.

La salvación que se recibe a través del mendrugo de pan tendrá un efecto positivo, pero sólo unida a la fresca entrega de la palabra, con aplicaciones prácticas de vida.

La escuela de “líderes” es una perversión dentro de la escuela que Jesús predestinó a la formación de Sus discípulos.

Los argumentos para formar “líderes” dentro de las iglesias cristianas no son más que una copia de los modelos gerenciales seculares injertados a la vida de la cristiandad. Si un cristiano no está dispuesto a formarse como discípulo de Jesucristo, como otro obrero dispuesto a entrar en las labores de la abundante mies, pues –probablemente- sus prioridades están enfocadas en otro Señor ($), estimando a uno en detrimento del otro y, aunque Dios no necesita de nadie para alcanzar a los que ha predestinado o ya conoce, podría decirse que –como alumnos- estamos reprobados en un grupo de materias académicas: “Los alumnos no son superiores que el Maestro, ni los siervos mayores que Su amo” (Mateo 10:24)

Si alguien aspira al “liderazgo”, a puestos sobresalientes en su comunidad de creyentes, por razones de autoestima baja (con pretensión de aumentarla) no saldrá ileso: Tarde o temprano será disciplinado. Por el contrario, si alguien desea ser parte del edificio de la iglesia viva, la comunidad fraterna de hermanos y hermanas, no estará movido por motivos egoístas ni personalistas (el amor prevalece sobre el ego).

Si alguno me muestra una cita de los 4 evangelios que promueva (o incite) a la formación de líderes cristianos -¡por favor!- que me la haga saber. He revisado, con bastante cuidado, y no veo a Jesucristo siendo parcial en la formación de Sus discípulos. Sé que Él tenía a Sus 12 discípulos con la idea de representar a las 12 tribus de Israel y, en varias ocasiones (como en el día de la transfiguración) de ésos, Él anduvo cercana y particularmente con Pedro, Juan y Santiago (incluso en Su última noche en el jardín de Getsemaní) y, aunque veo una bonita intimidad filial entre ellos, no veo parcialidad excluyente ni un “liderazgo” apostólico; aunque ya, al final de los días de Su ministerio físico y terrenal, Jesús -a modo restaurador- dio una comisión peculiar a Pedro: “Cuidar de Sus ovejas” (aunque Simón Pedro fue la primera voz pública el día del Pentecostés, en Hechos 2:14). ¿Fue por motivos distintos al amor fiel que demostró el apóstol Simón Pedro? ¡Creo que no!  Al final, sólo Pedro y Juan estuvieron muy cerca del Señor Jesús a lo largo del proceso en el que le enjuiciaron como culpable (la mayoría de los otros 10 apóstoles estuvieron a una distancia prudencial).

En cuanto a mí, personalmente, me identifico con que la prioridad no es hacerse líderes, sino hermanos (Mateo 23:8).

Monday, July 09, 2012

Yugo Desigual

(La introducción sería parte de “Un Lindo Cuento”).

Tenía pendiente el tema del yugo desigual (desde que escribí “Matrimonio”. Junio 15, 2012).
¿Qué es un yugo?
En un ambiente campestre, románticamente bucólico, es una pieza de madera o metal que se coloca a un par de animales para que labren y aren la tierra. Hoy puede pensarse en desuso pero, la verdad, no ha perdido vigencia.
¿De dónde viene ese significado que se atribuye a la coyunta matrimonial y a esa forma recomendada para la escogencia de un buen matrimonio, tanto a judíos como a cristianos?
Del Antiguo Testamento. En primer lugar, el Pentateuco es desbordante en consejos relativos a no unirse con los paganos. No sólo desalienta la unión en lo relativo al trabajo agricultural, al campo de los negocios; sino a evitar la procreación y el mezclarse con otras prácticas religiosas y creencias no pías. 
En principio, sólo parecía aplicarse a los animales que trabajan juntos en las labranzas del campo: “No unirás un Burro con un Buey”… Sin embargo, en  muchas metáforas, el Antiguo Testamento, equipara al hombre con un burro (no necesariamente por falta de inteligencia). De hecho, ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! En una oportunidad uno de esos cuadrúpedos pudo ver a un ángel armado estorbando el camino de un profeta (Balaam, me parece) y ese “burro” tuvo que hablarle a un “sabio” que vendía sus servicios para hacer el mal a la gente que no debía…
Más adelante, siglos luego, el Nuevo Testamento retoma la rabínica enseñanza con el puño y letra de Saulo Pablo, quien en su basta erudición judía, re-escribió a los cristianos: “No se unan en yugo desigual” (Más detalles en 1 Corintios 6:9 hasta 7:40). 
Naturalmente, mucho de lo expuesto –por él- está fuera de nuestro contexto cultural moderno. Hoy, muy pocos padres o familias, deciden el futuro de sus hijos e hijas mediante un matrimonio programado y, nada emocional que se conciba hoy es íntegramente consistente a largo plazo: Nos gusta el azul, pero mejor es el negro. Pasado mañana el rojo está de moda (o es sexy y excitante) pero, en cosa de meses, el rosa se torna el favorito de miles… ¡Qué o quién lo proscribe? ¿Quién está moviendo la corriente de las modas y para beneficiar a quién? (obvio que hablo de gustos cambiantes y patrones coaccionados).
Hace dos mil años, era probable que nadie escribiese nada sobre modas u opiniones con difusión masiva. A falta de papel o medios de escritura baratos y técnicamente populares (antes de Gutenberg o después) jamás nadie hubiera leído lo que no costase una fortuna y, si hoy los buenos libros siguen siendo caros, imagínese Ud si podría haber tenido escolaridad completa una dama medieval o un esclavo, tanto hace dos milenios como hace 100 años (si era hijo de un rico o de un político influyente, “la suerte” parecería mejor) pero ¿Qué futuro académico habría para la mujer y el hombre internado en largas faenas de campo? ¿Quién podría enviar sus cartas a miles de kilómetros sin un destinatario reconocible o re-publicar, indefinidamente, su forma de pensar en manifiestos, para todas las naciones? Sólo la Biblia ha llegado tan lejos…
Los padres (los patriarcas o matriarcas) tenían tal control e influencia en las vidas de sus hijos -e hijas- que pocas veces éstos últimos decidían su futuro de manera directa o personal (la libertad, hasta cierto punto, era sólo para los muy ricos o profesionalmente emancipados). Si uno era un labriego, si nuestras vidas eran responsablemente autárquicas -probablemente- seríamos libres del ojo avizor que resiente soltar las vidas de quienes no sabemos ser libres.

Hace 50 años, cuando menos, algunas mujeres se auto-engañaron diciéndose a sí mismas: “Estoy enamorada”. Buscando motivos para alejarse y comenzar a vivir sus vidas (lejos del maltrato materno-paterno) hallaron alguien quien las pidiera en matrimonio… Hecho eso, logrado un simple propósito (salir de la represión) reconocieron entrar en otro error (un fracaso matrimonial irreversible). En el fondo, lo que intentaron –algunas- fue librarse del yugo de sus padres o madres, escapar de maltratos (físicos y emocionales); para descubrirse luego en otros no previstos: ¡Divorcios! ¡Divorcios! e hijos no planificados.
Hace 200 años, todavía, Ud o yo no tendríamos derecho a escoger una carrera vocacional ni quien debía ser nuestra compañía. Muy pocas veces, en las familias “de clase” se permitía un desliz con la plebe (el peón o la cachifa) y, si Ud o yo fuera negro (de raza, no de alma) cualquiera que nos tocase se ensuciaría las manos… ¿Qué de esos “bastardos” salidos de uniones con indígenas, de blancos con negros? (éramos considerados una sub-raza, esos días de Bolívar). ¿Quiénes eran ellos, que sí podían pisotear a quienes se le antojaban? (hay arraigo en esas ideas) (la lucha de clases no termina sino en el cristianismo).
En los días de la colonia, cuando el español colonizó buena parte de Latinoamérica, la religión ejercía buena parte de su poder a través de La Inquisición; sin embargo, esa clase de catolicismo era –de forma práctica y sistemática- otra forma de dominación extranjera colonizadora: Los derechos y privilegios más altos eran para los de España continental y, para los subyugados: ¡La escoria! ¿Había matrimonios interraciales? ¿Alguna vez leyó las partidas de nacimientos de esos días o de hace 50 años? Yo llegué a leerlas y me causa vergüenza una cantidad de cosas… Pero, mi abuelo biológico –sabe Dios las razones- no fue quien estuvo a mi lado, sino un indígena del Zulia, casi tan bravo como un Cacique, de sangre autóctona venezolana ¿Qué pasó entre mi abuela materna y mi abuelo hispano-canario? ¡Dios lo sabe! Pero, casi seguro, uno se aprovechó de la necesidad ajena.
¿Qué tiene que ver eso del yugo desigual con mi cuento y el de todos?
Pienso que, la segunda necesidad más elemental que pueda tener alguien es el amor: Amar o ser querido (no necesariamente en el aspecto físico-sexual).
Visceralmente podemos tener hambre o un apetito insaciable, pero, en segundo lugar, pienso que está ese aspecto humano del YO SOY que se manifiesta visceral en quién tú eres: ¿Tienes lo que yo necesito? ¿Aceptas lo que tengo o soy?
Una de las grandes desventajas de la elección unilateral de nuestras parejas, sin conocer sus vidas, sus antecedentes familiares, su pertenencia familiar, su relación con la vecindad, es que ignoramos tanto de esas personas y, para colmo, nos entregamos “de por vida”; sea en un contrato escrito o implícito.
Uno pone el ojo en ésta o aquella, y debiera conocerla bien; pero, para nuestra desventaja, uno comienza a tantearla con la sensualidad, con los instintos apetecibles de las vísceras y ¡Paro de contar!: ¿Qué sé yo de ella? ¿Qué sabe ella de mí?
Mi antecedente familiar le es un misterio. Miento cada vez que algo me comprometa o me eche el trabajo por tierra: ¿Qué le ofrezco? ¿Qué me ofrece?
Supongamos, a la edad de la decadencia, dos personas se unen en “santo” matrimonio (santos hay pocos) y, como aderezo, los esponsales traen hijos e hijas de fracasos o problemas arrastrados de fallos anteriores… ¿Vale la pena casarse? ¿Habrá justicia en el costo de esos hijos ajenos? (puedo ser realista, y más si evalúo al yugo desigual).
Por nada del mundo me recomendaría.
Por ninguna razón diría que soy mejor que otro y, por otro lado, no caería en el error paulino de decirle a nadie: “No te cases”… ¡Cásese tanto como puedan! (tanto como lo dejen).
¿Por qué contradigo a Paulo Saulo?
Sus cartas no nos dicen nada de su vida personal íntima. Puede hablar horas de su conversión, pero casi nada de su intimidad visceral.
Como profeta, Saulo Pablo advirtió: “Vendrán días en los que prohibirán el matrimonio y mandarán abstenerse de comer ciertos alimentos…” ( I Timoteo 4:3 ) pero revisar todo lo que él ha dicho antes no es más que hallar un combustible para que eso pase, aún en su cara y vida. ¿No recomendó no casarse? (I Corint. 7:1, 7-8, 40) ¿No dijo que era preferible no comer nada que pudiera dañar la fe débil de su hermano con fe endeble? (I Corint. 8:8-13).
De mi parte, tomando nota de todo el Antiguo Testamento, hallo provisión suficiente para el matrimonio, para querer a una mujer bella (no sólo en lo físico) a quien uno deba proveerla de medios materiales lícitos, abundantes o suficientes. ¡Cásese! Busque a la mejor mujer que Dios le pueda deparar en este engañoso mundo (no se guíe por una cara bonita ni un cuerpazo). 
¡Eso sí! Si se casa, no sea para tener acceso y derecho a usar (o abusar) de un cuerpo.
Mire bien lo que intenta hacer. Si sólo quiere saciar sus apetitos en otra mujer (si se ha casado con varias) ¡Use los servicios de una call girl! (pero no joda más la vida de nadie).
¡Ah! Y no me importa contradecir a san Pablo: Si Ud no la ama, si lo que quiere es verla en la cama –tener sexo legal- búsquese a una que se alquile.
Sé qué es verdad: Toda unión sexual –fuera del matrimonio- es pecado y afecta a más personas de las que podamos imaginar (afecta hasta el futuro de nuestros hijos).
Pecado, etimológicamente es, fallar el blanco. Y, en un amplio sentido, he fallado y pecado cientos de veces (perdí la cuenta a ese millar de fallas).
Cada hombre y mujer llegará a sus verdades y las aceptará.
Algunas faltas se enmiendan; otras –penosamente- quedan como un estigma a sus vidas y a la de ajenos.
La Buena Noticia, para quien teme vivir una vida miserable -repetida hasta el aburrimiento- es que en Cristo, Ud y yo somos libres de nuestros fracasos y fallas (lo ideal sería no padecer las consecuencias del pecado, pero hay que aprender o trabajarlas en oración, para liberarnos de ciertos sufrimientos y sus consecuencias).
Hay momentos en los que uno cree seguir repitiendo lo mismo, padeciendo esta miserable infelicidad, pero ya no es así…
Muchas personas, todavía hoy, siguen creyendo en ancestrales karmas (pecados que se van pagando en vidas sucesivas o progresivas) ¿Saben qué? Si éste fuera Dios, si tuviera que vivir preso en las pasiones o necesidades viscerales de este cuerpo, más de 70 o 100 años –en más de una vida- abandonaría la fe que tengo al Dios de Israel, y no creería a Su hijo Jesucristo.
No puedo decir que mi fe es una que supere el 100% de mis convicciones personales vividas. No puedo mentirles y decirles, que mi creencia en un Dios justo, verdadero o dadivoso esté por encima de mi experiencia de vida; pero sí puedo asegurarles que un padre o una madre que ame profundamente a sus hijos, por ninguna razón del mundo, querría hacerles daño. Siendo que NOS ama, que nos sentimos lejos de una madre y de un padre, Dios no aumentará nuestras penas (por que Él es Espíritu y sabe lo que tú y yo sufrimos lejos de Su presencia).
Si amas a tus hijos e hijas ¿Querrías que ellos volvieran a esta vida una vez tras otra?
Si los enviaste a la escuela básica, si los viste llorar la 1ra vez que les dejaste en el colegio (aquella 1ra vez) ¿Cuántas veces les abandonarías para “bien” de ellos y comodidad tuya? (y lo hiciste por obligaciones laborales y para que ellos fueran “alguien” en la vida) ¿Son más o menos porque vayan a la escuela? ¡Siempre son tus hijos!
Imagina, por un momento, dejar a tus hijos e hijas.
Imagina que los llevas a una playa que ellas ni ellos conocen y les dejas a solas, sin tu presencia, sin tu voz o ayuda.
Los abandonas. Les dejas sin techo, sin ropa, sin comida… ¿No sientes esa tristeza que les embarga? ¿Percibes su dolor? ¿Oyes sus reproches?
Supón que tienes el poder sobre la vida y la muerte. Imagina tienes influencia sobre el bien y el mal ¿Permitirías que tus hijos sufrieran día a día?
Les das muchos consejos. Se los escribes, se los hablas… ¿Quieres su mal o su bien?
Si yo fuera Dios, si supiera hacer bien las cosas… ¿Me habría casado con motivos equivocados? ¿Habría tenido hijos cuando no podía asegurarles un futuro económico o estabilidad para la vida?
Si yo, siendo terriblemente malo, procuro el bien de los míos ¿Hace menos Dios por la humanidad? ¿Haría menos Ud?
Yo no enviaría dos veces a mis hijos a este mundo y, de ser Él (Dios) desde ya me los llevaría al Paraíso... Pero ¿pueden vivir ellos una eternidad sin afectar o dañar a otros? ¿Necesitan una escuela para vida eterna? (¡Sí!)
Como Dios, haría provisiones para que nadie padeciera… ¡Escribiría un manual con miles de consejos! (y sé que le Biblia no llena docenas de vacíos, y no está actualizada).
¿Harías tú menos? ¿Dejarías que tus hijos hicieran “lo que se les venga en gana”? (No lo creo).
La vida en la tierra requiere un aprendizaje. Hay que vivirla UNA VEZ para aprender de una vez… ¿Tengo que devolverme al 1er grado para saber sobre los colores primarios? ¿Debo repetir todas las materias del bachillerato para poder “subir” a la universidad? ¡Por cierto que no! Se paga y se aprende aquí (y Dios nos ha facilitado el camino hacia Él) ¡Es como un Padre, y como una Madre!
La reencarnación NO ES UNA VERDAD. Es un concepto más, pero con otras mentiras… 

¿Condenarías –a tus hijos e hijas- para que vivan una eternidad llevando golpes y padeciendo sus fracasos? ( ¡Sé que no! ).
El pecado, muchas veces, es el resultado de nuestras equivocaciones, con el padecimiento de esos equívocos. El evangelio del facilismo, por error, ofrece la dicha instantánea, junto con la salvación inmediata. ¡Eso es mentira! (esto es un proceso). Lo ideal sería que nadie tuviera que cargar su cruz, pero Jesús advirtió que habría que hacerlo para seguirlo.
Por otro lado, evitándonos inconvenientes, desearíamos vivir una vida fácil, sin complicaciones ni problemas y, aunque así lo hagamos (muchas veces) nunca salimos ilesos en nuestras elecciones: Debemos ser responsables –suspiro- y NO ESTAMOS A LA ALTURA DE MUCHAS RESPONSABILIDADES.
El yugo desigual es aquel donde una parte NO otorga aceptación para subir a otro estándar de responsabilidad.
Lamentablemente, quizá, unirnos sexualmente a cualquier persona trae más consecuencias de lo que pudiéramos prever o suponer. Si lo hacemos por un momento -por probar- suele sucedernos que quedamos atrapados como el pez al poder de un anzuelo que nos tira de un lado a otro, y sufrimos un molesto cordel que nos tira, nos hala y nos suelta. ¿A quién le gusta quedar suspendido en el aire, sometido a los caprichos o tirones ajenos a nuestros deseos?
Hay gente que halla un aliviadero para sus apegos físicos a través de la pornografía… ¡Allá cada quién! (no recomiendo a las call girls, pero, si vas a dañar a alguien más ¡Dáñate tú!)
Sin embargo, gracias a Dios, hay personas que no se sienten bien con lo superficial, lo vano, que ya saben que eso no les satisface y reconocen un humano vacío que sólo colma Dios (hasta la saciedad). ¿Dentro del matrimonio o fuera del formal compromiso? (Nadie debería invertir donde no halle garantías ni la formalidad de valorar o estimar lo que se reciba o se dé).
El yugo no es para un burro ni una burra.
El tirón del arado no es para un perezoso junto a una negligente indiferente. El yugo no es para un anciano junto a una niña. La yunta no funcionará para alguien muy elevado junto a una persona que nunca ponga los pies sobre la tierra.  
Un converso no debe unirse con un pagano. Una creyente no debe unirse con alguien que no ame al Señor primero.
Si tú eres santero, si eres un ateo, no procures a una mujer que haya entrado al evangelio.
Si eres católico nominal, no finjas obedecer al evangelio de Jesucristo sólo para acostarte con una hija de Dios y, luego que la tomes, no te contendrás haciendo lo mismo con cualquier “pendeja” que se te resbale en el camino. ¡Pagarás! ¡Pagarás!
En una unión de parejas, hay que considerar –muy bien- el hecho de traer hijos de distintas uniones y matrimonios: Ambos y cada uno será elemento de acercamiento o de rechazo. Ese hecho debe considerarse al momento de imaginar las segundas nupcias (es posible que parezca trasparente, pero no será más fácil el acercamiento que estando ambos sin hijos).
Una relación de exclusividad (emocional y física) puede contemplar hijos a futuro pero, cuando ya vienen en combo -de un rompimiento previo- lo que quede se dificulta y, lo que iba a entregarse, ha de hacerse de un modo incluyente y compartido ¿Saben respetar esos hijos el espacio de la nueva pareja? ¿Se favorecen unos y se desfavorecen a otros? ¡Hay que procurar un balance justo! (para todos).
Saulo Pablo aconseja quedarse “como se estaba” al momento en que Cristo le había llamado . Él, con religiosa liviandad –quizá- dice: “No se casen o quédense como yo estoy”. Mi punto es ¿Cómo y para qué quedarse soltero o viudo?
¿Cómo practicar el amor ayunando todo el tiempo a nuestros apegos emocionales o físicos? ¿Soy diseñado por Dios o soy moldeado sólo por mis deseos?
Creo que todos, alguna vez en la vida, hemos observado –mudos- la naturaleza. Son pocos los animales promiscuos (excepto el perro, el gallo, el toro, quizá se me escapen otros) ¿Está bien privarse de la compañía de una mujer? (y ellas de su hombre).
Pongamos que ellos sólo lo hacen por el motor reproductivo ¿Qué opera en nosotros: Amor o instinto?
Cuando leo los cuatro evangelios (Mateo, Marcos, Juan o Lucas) veo a los apóstoles en compañía de sus hijos, hasta con sus mujeres, caminando con Jesús. Hubo momentos en que no anduvieron juntos pero, de repente -¡como abortivo!- sale Saulo Pablo, con la sugerencia del celibato… ¿Tan bueno es eso? 
Todo el sacerdocio judío tuvo esposas. Dios siempre suplió para las necesidades de las familias, de los hijos… ¿Quién promovió esas ideas de no casarse? ¿De servir sólo al Señor? Olvidándose de sus vidas y, si fue de Dios, ¿Para qué tener todos estos apegos y venir al mundo con miembros y sueños?
El mundo no es peor que hace dos mil años.
Se es tan malo como cada época y, si al haber vamos, Sodoma y Gomorra está tan cerca como procuramos evitarla ¿Seremos todos destruidos?
Allí retomo a Saulo Pablo: “pero por causa de las fornicaciones, cada uno tenga a su propia mujer y cada una tenga a su propio marido” (I Corint. 7: 2) Pero ¿por causa del pecado a evitar o POR AMOR?
YO me inclino por el amor, por la certeza de que todos aspiramos al mismo y genuino bien (de amarse por ser quienes somos). 
Sé que hay gente que tiene dificultad en hacer una simple y firme elección
En el triste mundo en que vivimos, la mayoría de las personas no es cristiana y, si lo “es”, lo dice de la boca para afuera; pero no está dispuesta a respetar los bienes de su prójimo, ni a la esposa de su vecino.
Penosamente, por otro lado, cientos de mujeres no dejan la costumbre de enseñar sus codiciables pechos y, si no se guardan en la calle, tampoco lo hacen en sus fotos públicas y, si tienen chance de mostrar un picón ¡enseñan todo lo que tienen! ¿Eso es garantía de un placer prolongado? Además, ¿Son felices cuando se enteran de que sus maridos coquetean con otrtas?
El yugo es desigual cuando la una se guarda, y el marido no se refrena (o viceversa).
Puedes identificar la clase de mujer con la que desea casarte hoy. Puedes identificar al marido que tendrás cada mañana.
Si ella tiene la tendencia a mostrar lo que tiene (lo que parece que tiene) no dudará en comprobártelo. Si él es de los que "no pela un boche" ni una oportunidad, verás que “nadie” se le escapa… ¿Quieres vivir en ese peo?
Las diferencias económicas, sociales, mentales, emocionales, educacionales, etc., no son convenientes para la sostenible salud de un matrimonio.
Si te casas con una eminencia, siempre tendrás gente rondándole en su entorno o halagándole por esos encantos que te atraen (o atrajeron).
Si desposas a una belleza, siempre habrá alguien echándole flores, lisonjeándola o pretendiéndola… ¿Tiene un fuerte carácter cristiano? (y, aunque lo tenga, es humanamente vulnerable a muchas cosas, entre ellas, las tentaciones: Mentales, materiales, emocionales y las que tienen que ver con lo económico).
Si no conoces, a profundidad, los gustos o apetencias de tu futura pareja, te expones a dejarla insatisfecha, sea en lo económico, lo social, lo sexual, etc. ¿Vale la pena tomar tiempo para sondear cuán hondo es el océano de su mente y cuerpo?

La mayoría de la gente no quiere soltar su verdad. ¡Ojo! Si alguien es duro en soltar su verdad ¿No es parcial contigo? Y, si es parcial ahora ¿Quién te garantiza que no estás invirtiendo mal tu tiempo y esfuerzos?

Si una mujer, si un hombre, se deleita soñando con otra u otro ¿Para quién calientas la sopa que no tomarás?
Hasta cierto punto, el amor puede ser incluyente pero, si sus simpatías dedican más tiempo a quien no debían, si tú no estás llenando sus expectativas (sean de la naturaleza que sean) más te vale corregir y hacer un esfuerzo rápido para saciarlas, pues, la incompetencia sale dolorosa y cara. (Uff!) (Es previsible y duele).
En ese particular, conviene amar a Dios por encima de toda persona o cosa. Uno no puede mandar sobre los deseos o pensamientos de nadie (excepto en los tuyos).
De mi parte, hay una docena de cosas que reprocharía a Dios. Si Él es como me lo imagino, me dejará hablar y, luego, hablará Él (saldré perdiendo). 
Por otro lado ¿De qué me quejo? Soy el producto de errores, de mis decisiones, y eso no lo puedo cambiar en un abrir y cerrar de ojos… ¡Pero amé! (eso es mejor que nada). Si me dan una oportunidad, si puedo vaciarme como debía o debo, no perderé la oportunidad.

A.Toro