Háblenme lo que quieran de líderes… ¡Eso sí! (escucharé sólo un rato).
Añadan las razones que quieran, pero ¿Qué cita bíblica hace referencia a ese
llamado de Cristo? ¿En qué momento Él llamó “líderes” y no a pecadores al arrepentimiento?
El día de Pentecostés, como si tal fuera el incipiente inicio de la Iglesia
(cosa que no hizo sino confirmar -públicamente- otras cosas que prometió el
Señor) ¿Era para formar líderes o para confirmar a los doscientos ya reunidos
como iglesia, en el aposento alto?
Luego, en los días de las persecuciones y la horrible dispersión del año
70, por el General Tito ¿el mensaje era para formar líderes o para levantar
discípulos de Jesucristo?
Pueden disertar horas y usar, textualmente, esa cita de Hechos 2:42 pero ¿Era “la doctrina” de
los apóstoles y del Maestro y Señor Jesucristo? ¡Naturalmente que NO era la
DOCTRINA de los apóstoles! sino la enseñanza que habían recibido del Mesías,
quien los tomó como discípulos.
Yo podría usar un par de versículos
para forzar un significado (a mi conveniencia) y ¿Qué resulta de ello? Otra
denominación, otra división ¿Conviene dividirnos? Pues, no seguiré doctrinas de
hombre… Al final veremos la aprobación de Dios, que es la que, al final, a
todos conviene.
La Gran Comisión -dejada a los verdaderos apóstoles- la
podemos tomar como un reto y, según los escritos de Santiago, ésta tiene una
promesa con bendición: “sepa que el que haga
volver al PECADOR del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud
de pecados” (Santiago
5:20) ¿Hay que ser “líder” para predicar los beneficios y bondades del Señor
Jesús? Tengo cientos de errores y pecados y, aunque cubriese algunos con un
pecador que se arrepintiera, nunca podría bastarme… ¿No hace falta que otros
acudan aceptando ese reto y esa oferta de salvación gratuita?
Yo no querré un puesto, yo no quiero
homenajes y, si algún día Dios tiene a bien darme algún premio, que me los dé
ahora y en efectivo ¿para qué aguardar una eternidad, si hay tantas cosas que
me pueden traer bienestar, aquí y ahora?
Yo no quiero un apostolado ni un ministerio profético o evangelístico, pero
sí desearía servirle publicando Sus verdades y hermanarme con alguno (a) que
las practique... ¿Para qué Jesús habló, si lo que Él dijo yo –u otro
cualquiera- lo saca del contexto funcional, del campo de la aplicación e inventa
denominaciones o doctrinas de hombre? (Le llamamos “Señor”, pero no hacemos lo que nos dijo).
No quiero presumir ser mejor que nadie, cuando no puedo superarme a mí
mismo ¿Aceptaré lo que la razón me reclama como incierto?
He visto culto personal y fanático. No me refiero al extremismo que uno
puede adoptar en relación al celo de las cosas de Dios versus a las que pueden
diferenciarnos del fanatismo “convencional” del mundo: Alguien que sea adepto a
un (a) cantante, a un equipo de fútbol o de baseball no es mal visto pero, si
uno es fanático de su fe, de sus convicciones (en el campo religioso) “ese es
otro loco de atar”. He notado cómo se veneran personalidades y, llegado a ese
punto, ya sólo falta que se expida una beatificación en vida de esas personas
para que –en demasía- se les ensalce. Puedo decir que, la historia de Billy
Graham -de otros evangelistas- puede interesarme tanto como algunos relatos
bíblicos, pero –que yo perciba- a ninguno los pongo por encima de Jesucristo y,
aún a los personajes bíblicos, les sigo viendo como los que son: Hombres.
¿Puede agradarme la lectura de Ezequiel
más que las de Isaías? ¡Sí! Pero no pondré a Saulo Pablo o a Pedro más arriba
de lo que significa Jesucristo en mi vida ¿Hay mayor gloria en los
conocimientos que Su revelación nos dio? ¡Lo dudo! Entonces, fanático de
Jesucristo, ¡cómo voy a dar más crédito a lo que Él me ha legado? Me sometí a
Su voluntad, a Su señorío, a Su Espíritu… ¿Por qué dejarme llevar en otro
sentido doctrinal?
Supongamos que yo no halle arraigo a un grupo o a una iglesia ¿Qué
denominación tenía Juan el bautista? Su ascetismo lo llevó al desierto y, si
era nazareo, pues, ni se cortaba el pelo, no bebería alcohol ni comería uvas ni
nada que se fermentase. No podría estar cerca de ningún cadáver y no se habría
casado ¿Fue distinto el ministerio secular de sus hermanos apóstoles? Obvio que
sí y, de no serlo, los fariseos y otros extremistas de la religión judía no
habrían preguntado a Jesús, en relación a las libertades que Sus discípulos
asomaban. Por otro lado, Jesús mismo hizo muchos milagros entre el pueblo de
los gentiles, esos que el mismo judaísmo rechazaba y consideraba como parias, excluyéndoles
de la religión que Dios mismo -también- ofrecía a las etnias, a condición que
se circuncidasen, guardasen la ley y abandonasen feas costumbres que Dios claramente
desaprobaba…
No tengo caso presumir en nada. No puedo agregar un centímetro a mi
estatura ni puedo alargar un día más de lo establecido. ¿Me servirá un
reverenciado saludo? ¿Un apelativo a la sapiencia recibida de otros que me
trasmiten? No quiero unn primer ni segundo lugar. De hecho, cuando me siento
competir –casi por instinto- abandono las carreras, incluso hasta en el plano
sentimental: Lo mío será mío. No tanto por mi esfuerzo, por el debido trabajo,
sino por los créditos que Dios agregará a mi vida (si Le place).
Secularmente tenemos una tendencia a jerarquizar. Si se aplica a las
prioridades, a la realización de nuestros deberes, no lo veo mal pero, cuando
se trata de la importancia de las personas, pues, prefiero verme como las
hormigas, como parte de una colonia: Todas
son soldados rasos, todas son hermanas, y ninguna es imprescindible (ni siquiera
la reina importa tanto como las huevas o las más pequeñas).
Puede que no sirva mucho lo que escriba, lo que piense, lo que haga; pero
no quiero ni ser líder de mi propia vida ¿En qué supero a Jesús de Nazareth?
¿Qué puedo añadir que Él no haya dicho?
Si llego a la meta póstuma de esta vida, así sea dando traspiés, me contentaré
con llegar, pero sin ocupar protagonismos (eso sí, mi rol personal: Ser yo).
Si hay grandes, que lo sean ellos. Si se sienten mayores que muchos, que lo
sean lejos de mí.
Si no sé ayudar como hermano… ¿Cómo pretenderé ayudar a los que desestimo
por ser menores, según mi opinión o parecer? Si no me comporto, o no actúo,
como discípulo de Jesucristo ¿cómo aspiro a ser “maestro”? ¿No basta que Él
liderice mi vida y la de mis hermanos y hermanas? (Mateo 23:8)
No me cuesta entender el amor de Dios. Si en alguna exhortación del
evangelismo callejero alguien usa la trillada frase de “Cristo te ama” no me
sorprendería de la misma indiferencia que decenas de personas todavía hoy
demuestran ¿De qué me sirve ese amor si no sé para qué me sirve y, si sirve,
¿qué puedo comprar con ello?
Hay quienes tienen necesidad de un par de zapatos, un plato de comida o
ropa… Yo felicito a los hermanos y
hermanas que han entendido que esa expresión o manifestación del amor “divino” comienza
y debe surgir de nosotros mismos, primero (particularmente cuando evangelizamos
o pretendemos llegar a los que todavía no han sido alcanzados por la verdad
práctica). Si yo no soy capaz de invitarle un cafecito, un bollo de pan a nadie…
Mejor que me olvide de llevar un mensaje que no es nada efectivo o practicable,
ni siquiera en el cuidado de las necesidades de mis propios hijos. Si yo no soy
testigo de que Dios suple mis necesidades afectivas, mis necesidades materiales
(ropa, comida, empleo, etc.) ¿Qué les puedo ofrecer a los que tienen menos que
yo?
Juan 3:16 puede sonar bien para todo aquel que tiene una casa cómoda, una
ropa limpia para su aseo diario, una cama resguardada de la lluvia… Pero, para
un menesteroso ¿De qué le sirve una Biblia grande y nueva? Si yo no sé leer, o
si lo que leo no tiene un campo de aplicación práctico en reducido
entendimiento ¿Para qué deseo un estudio bíblico, si tengo hambre y no tengo calzado
o mis pies están rotos, sucios y enfermos? ¡Tantas preguntas pregunto y un
libro muerto no me diría nada!
Un discípulo, alguien que ya conozca del señor Jesús, no irá sólo con
palabras llenas de aire sin esperanzas. Alguien que tenga por líder al Mesías
no carecerá de herramientas para dar un mensaje efectivo y certero ¿Cómo sale
un discípulo, si no ha experimentado al Maestro?
Jesús, luego de ser bautizado, fue seguido de dos discípulos de Juan el
Bautista (Juan 1:38-39). El Maestro les dio alojamiento, con hospitalidad y
alimentos una noche ¿Puedo demostrar el amor del Señor, en alguna medida?
El liderazgo se entiende dentro del esquema de jerarquías, mas, la
prioridad no está en llevar el mensaje de Jesús, sino en desplegar la
estrategia que sale de algún pliego de doctrinas, orquestado entre “líderes”
(los rabíes modernos). ¿Qué sucedió cuando los apóstoles se repartían
posiciones de influencia o importancia? (Mat
20:23-28)
Eran simples discípulos, pero intuían –por la vida secular- que los
primeros lugares brindan ingresos adicionales, altares para el ego maltrecho…
Cuando escucho: “Uds son hijos del Rey”… “Uds son embajadores del Señor
Jesucristo”, etc. Me pregunto: ¿Estos príncipes no tienen para darle un bocado
a nadie, ni a ellos mismos? ¿Siempre iremos descalzos a la casa del hambriento?
Sé que mi embajada está “en bajada”… Si soy hijo del Rey –gracias a Dios-
no voy por la calle sin un bocado y, más de una vez Él me ha suplido pero ¿cómo
ir a los no alcanzados en mi miseria, o mi insuficiencia?
“No sólo de pan vive el hombre” ¿Llevo algo más con el mensaje? Y, en caso
de ir sólo con palabras que insuflan aliento al decaído, al triste ¿Las dejo,
las suelto, y no extenderé mi mano, para algo más que un encuentro casual?
Sugiero –sólo para estas insulsas notas mías- recordarme que jamás afirmaré
nada que no vaya a hacer bien por superar la expectativa de un proyecto
evangelístico humano. Si voy a llevar el mensaje de Jesucristo, que no sea ese
aparatoso que se basa en promover un liderazgo, sino aquel basado en la
relación filial igualitaria de hermanos y hermanas.
Sé que no puedo hacer el milagro de suplirme un grupo de cosas seculares,
que ciertas cuestiones elementales no pueden alcanzarse en el proceso de
décadas y, cuando a Dios se le antoja, lo que no pude en 5 años, Él las hace en
5 días.
Sé que la iglesia NO ES EL EDIFICIO, sino el grupo humano que se aglutina
como bloques para hacer una comunidad y una comunión de creyentes. Que jamás
seré nada más que el ser quien soy, al igual que todo aquel en quien Dios
derrama Su misericordia y Su sabiduría… ¿Qué alumno supera al Maestro de maestros?
Jesús mismo dijo: “el que cree en mí
hará obras mayores” (Juan 14:12) ¿Se refería a otra resurrección a la Suya?
¿Sería algo superior a la multiplicación de alimentos o sanidad de los
enfermos? Pienso que esas obras eran relativas al alcance evangelístico mundial
¿Está alguien convirtiendo y bautizando a más de 3.000 personas al día? ¿Está
alguien alimentando a más de 5.000 personas en el mundo? ¡Naturalmente que sí
hay obras misioneras que están haciendo más que hace siglos! No obstante, “los
obreros somos pocos” ¿Puede el Señor de la mies enviar más obreros a esas
labores? ¡Sí! Seguro terminará Su buena obra, enviando más discípulos, siervos
y menos rabíes.
La salvación que se recibe a través del mendrugo de pan tendrá un efecto
positivo, pero sólo unida a la fresca entrega de la palabra, con aplicaciones
prácticas de vida.
La escuela de “líderes” es una perversión dentro de la escuela que Jesús
predestinó a la formación de Sus discípulos.
Los argumentos para formar “líderes” dentro de las iglesias cristianas no son más que una copia de los modelos
gerenciales seculares injertados a la vida de la cristiandad. Si un cristiano
no está dispuesto a formarse como discípulo de Jesucristo, como otro obrero
dispuesto a entrar en las labores de la abundante mies, pues –probablemente-
sus prioridades están enfocadas en otro Señor ($), estimando a uno en
detrimento del otro y, aunque Dios no necesita de nadie para alcanzar a los que
ha predestinado o ya conoce, podría decirse que –como alumnos- estamos reprobados
en un grupo de materias académicas: “Los alumnos
no son superiores que el Maestro, ni los siervos mayores que Su amo” (Mateo 10:24)
Si alguien aspira al “liderazgo”, a puestos sobresalientes en su comunidad
de creyentes, por razones de autoestima baja (con pretensión de aumentarla) no
saldrá ileso: Tarde o temprano será disciplinado. Por el contrario, si alguien
desea ser parte del edificio de la iglesia viva, la comunidad fraterna de
hermanos y hermanas, no estará movido por motivos egoístas ni personalistas (el
amor prevalece sobre el ego).
Si alguno me muestra una cita de los 4 evangelios que promueva (o incite) a
la formación de líderes cristianos -¡por favor!- que me la haga saber. He
revisado, con bastante cuidado, y no veo a Jesucristo siendo parcial en la
formación de Sus discípulos. Sé que Él tenía a Sus 12 discípulos con la idea de
representar a las 12 tribus de Israel y, en varias ocasiones (como en el día de
la transfiguración) de ésos, Él anduvo cercana y particularmente con Pedro,
Juan y Santiago (incluso en Su última noche en el jardín de Getsemaní) y,
aunque veo una bonita intimidad filial entre ellos, no veo parcialidad
excluyente ni un “liderazgo” apostólico; aunque ya, al final de los días de Su
ministerio físico y terrenal, Jesús -a modo restaurador- dio una comisión peculiar
a Pedro: “Cuidar de Sus ovejas” (aunque Simón Pedro fue la primera voz
pública el día del Pentecostés, en Hechos 2:14). ¿Fue por motivos distintos al
amor fiel que demostró el apóstol Simón Pedro? ¡Creo que no! Al final, sólo Pedro y Juan estuvieron muy
cerca del Señor Jesús a lo largo del proceso en el que le enjuiciaron como
culpable (la mayoría de los otros 10 apóstoles estuvieron a una distancia prudencial).
En cuanto a mí, personalmente, me identifico con que la prioridad no es hacerse líderes, sino hermanos (Mateo 23:8).