Históricamente y
con relación al patriarcado judaico de las tribus de Israel, los apóstoles de
Jesucristo fueron sólo 12 (y uno de esos verdaderos testigos lo
traicionó en un acuerdo negociado ante miembros del Sanedrín). Entiendo que en
la comunidad efervescente de cristianos modernos de hoy aún persista el deseo
de emular los días nostálgicos del primer
siglo y, aunque DIOS NO HA MUERTO, las buenas noticias no las difundimos
como lo hacemos con un chisme en los congestionados twitters ni en los calientes
comentarios de facebook (cualquier página “social”, a decir verdad).
Sé que, en ninguna
manera ni en alguna medida, detendré la tendencia retrógrada que manifiestan
algunos creyentes ávidos de buscar novedades, experiencias espirituales
convergentes, nuevas doctrinas, etc., porque la inteligencia clama por
descubrimientos, aprendizajes vivenciales y, una revelación más comprensible de
la intención de Dios, misma que tardó siglos para verse y manifestarse entre la
humanidad de hace 2000 años... No sólo fueron décadas de incógnitas, sino
siglos; porque el Profeta Jesús –otro Líder para Israel- había sido prometido
desde los días en que se escribía el libro de Deuteronomio y - Moisés mismo-
escribió esa noticia profética, pero No todo el mundo la ha aceptado, o creído
(nada nuevo, por cierto).
Hay un tropiezo
práctico leve con esta palabra de “apóstol”. Se transliteró del griego, hasta
nuestros días, guardando mucha identidad gráfica con la palabra que nos
describe su origen etimológico y, por defecto, la equiparamos al significado
griego antiguo y, en efecto, no lo es. Puedo ser “embajador” o “enviado”
–simbológicamente- de mi familia y, si no reuno muchas de las cualidades que
les son comunes, fenotípicamente representativas, en sus cualificaciones
grupales o fisiológicas, bajo el acuerdo y aprobación de todos (o algunos) de
esos miembros, mi “investidura” representativa no vale nada, aunque me
autoproclame “embajador” o “delegado” de ese grupo, por pequeño que sea (incluso siendo miembro de una
institución con poder socio-económico) ¡Igual pasa con los discípulos de
Jesucristo! (pero la iglesia –la asamblea de esos miembros- sí tiene potestad
de enviar representaciones o delegados).
Si quiero
autoproclamarme o verme como “apóstol”, estoy en la libertad de hacerlo: No hay
ley en contra de los sueños y “cada loco tiene su tema”. Si quiero asumir e
involucrarme en la Gran Comisión que Jesús encomendó a Sus 11 apóstoles
verdaderos, históricos testigos de Su obra, Sus enseñanzas y Su resurrección,
¡puedo hacerlo! (Uds también) (ver versículos finales de Mateo 28, Marcos 16).
Sin embargo, en Lucas 24: 48, hay
una pieza muy importante que se adjudica a los dichos de Jesús, y es probable
que la usen (con pleno derecho) los que visitan el salón del Reino: “Uds son testigos de estas cosas”. Eso,
a mi modo de ver, es una CREDENCIAL indubitable para la predicación de los únicos
apóstoles que haya escogido Jesucristo, de la multitud de Sus primeros
seguidores. No me refiero al resto de emuladores
de estos días o antes y, que sepamos, son pocos los casos que verifiquen una
realidad de conversión similar a la que defendió y practicó Saulo Pablo; aunque
él fue escogido “apóstol” misionero por los cristianos fieles de Antioquía,
llenos del Espíritu Santo, junto con Bernabé, según el relato de Lucas (Hechos
13:2-3) y no tenemos –en el Nuevo Testamento- ningún otro documento “sinóptico”
que nos hable de la vida biográfica de Saulo Pablo, excepto sus epístolas
(autobiográficas), mismas que hablan de la convicción de su fe, su arduo
trabajo, pero “su inspiración” o revelación, no sobrepasa a la de Jesucristo ni
ha de opacar los escritos de otros hermanos de la misma fe –apóstoles también-
del Señor Jesucristo, Nuestro Salvador. (*)
El cristianismo, a
diferencia del judaísmo, es proselitista. De acuerdo a lo que he leído del
A.T., bien pudieran los judíos judaizar a una docena de personas que
manifestasen adherencia al cumplimiento de su ley y a sus difíciles tradiciones
religiosas, pero son muy selectivos (hice contactos epistolares con algunos
judíos y, al parecer, no soy apto o
no es mi momento). Je! Je!
Si la conversión a
una tendencia religiosa fuera lo esencial, si esa parte externa de la fe fuera
tan vital para la “redención” del espíritu o de la conciencia del hombre,
imagino que millones la procurásemos con fervor apasionado, indetenible. Sin
embargo, a todo lo largo del Antiguo Testamento, sus escritores acusan y presentan
válidos alegatos contra Israel y sus líderes, por muchos motivos de quejas divinos,
en ese quebrantamientos del primer pacto.
No es raro, al leer profetas como Isaías, Jeremías o Ezequiel, verles
profetizar un pacto que vendría luego (Me encanta la analogía de
Ezequiel Cáp. 34 relacionada con Juan Cáp. 10: Yo soy el Buen Pastor).
En un sentido
práctico, yo discrepo que el tal sea un “nuevo” pacto, sino que el mismo es la continuidad
de cosas cumplidas en lo que ya se había anunciado proféticamente y había sido
tipificado desde un principio: A) Cuando
Abraham estuvo dispuesto a ofrecer a su hijo en sacrificio, ya Dios había
pensado en sacrificar al Suyo para anular el poder que otorgó a la muerte, con
motivo de nuestros pecados (su Gracia obraba antes de que fuese anunciada, por
Jesús, en los días neotestamentarios). B)
Cuando Moisés levantó una cruz con una imagen de bronce -en una especie de palo
cruzado- a efecto de salvar a quienes fueren mordidos por una
serpiente en el desierto (tipología del asedio Satánico
en la vida) aquellos serían sanados si en ese final mortal miraren “a la cruz”.
¿No es notable la analogía que eso guarda comparada con lo que significa la
crucifixión del Mesías? (Jesús mismo, acreditando ese relato de Moisés, no sólo
testificó de la analogía, sino que contribuyó a fortalecer la historicidad del
evento, avalando la cohesión de lo que se hizo con el canon del Pentateuco).
Operativamente es
un pacto “nuevo”, porque excluye elementos humanos levirales (Cristo mismo se
hizo sacrificio y sacerdote) cumpliendo así con los requerimientos empíricos y culturales que habían sido pensados e incorporados
por la ignorancia del hombre en su noción y tradición religiosa. Eso de “misericordia
quiero y no sacrificios”, es una enmienda dentro de lo
que parecía ser la norma constitucional operativa de aquel sacerdocio. Eso de que
“ya no se
dirá más en Israel: Los padres comieron
las uvas, pero los hijos sufrieron la dentera” es una
clara enmienda legal a lo que ya se había establecido en el Antiguo Pacto, como
parte de aquella ley; pero Dios comenzó a insertar novedades y enmiendas que apuntaban
a una retribución o condena justa para cada trasgresor y no para toda la
descendencia. ¿Cómo ser culpable por los pecados de mis ancestros? ¿Por qué y
cómo puedo pagar por los delitos que me son ajenos? Sin embargo, nuestros
pecados, nuestras fallas, afectan generacionalmente a otros (tal como nos pasó
desde Adán y nuestros abuelos) y por ello hay un perjuicio exponencial y
universal en la presente humanidad y, paradójicamente, así ha sido hasta hoy;
cuando menos en nuestra generación: Si promuevo el robo, si no lo censuro y si
no lo castigo, habrá más ladrones. Si practico la homosexualidad, en cualquiera
de sus formas y censuro la de un género, pero me fascina la lesbianidad, ¿No me
afecta mi parcialidad o inclinación? ¿No me expongo a la infidelidad emocional
de mi esposa si me gustan los encuentros en los que se comparten parejas, así
sea para bailar salsa o un vals?
Observemos cuánto
ha cambiado la vida sexual nacional desde la generación de 1960 hasta hoy. Por
aquel entonces, era muy rara la maternidad precoz. La habría en los pueblitos
remotos e “indoctos”, pero no con la licencia y la notoriedad condescendiente de
nuestros días tecnocráticos y “muy cultos” e “autosuficientes”: En mis años de
liceo -que recuerde- poquísimas veces ví a una chica embarazada entrando al
aula de clases... Teníamos nuestras “rochelitas” y “matarilis”, pero –quizá- la
segregación recriminatoria las desanimaba a ir a sus aulas (aumentando la
deserción escolar que NOS perjudica). Quizá la mano dura de algún padre o madre
les evitó esa vergüenza que las tendencias actuales tipifican como “anticuada”,
legalmente “discriminatoria”, pero no como una actividad sexual prematura. ¿Afecta el embarazo precoz la vida emocional
de una familia, en el aspecto social y económico? Quien no se sienta
afectado, quien no admita esa mella ahora, lo verá a su tiempo. No es un mal de
morir (gracias a Dios) ni se justifica el maltratar a nuestros hijos ni a
nuestras hijas, pero ello afecta a nuestras familias, por ende, a toda la sociedad,
independientemente del credo religioso que se tenga. Así, en pequeña escala, el
pecado –la condescendencia y permisividad de algunas de nuestras faltas- nos
afecta directamente en el núcleo de nuestras familias y a nivel macro nacional.
Las iglesias de
hoy, tanto como las de dos mil años atrás –por ser instituciones vivas- pueden
elegir a sus representantes y, también a sus misioneros. Las hay practicando
una especie de democracia teocrática; sin embargo, también, otras se dejan
gobernar por un líder “inspirado”, “auto-teocrata”, que lleva a “su” gente por
donde mejor les parezca (y por dónde mejor lo sigan). Hoy, emulando –cada vez
más las jerarquías de la decadente iglesia de Roma- se organizan en modelos
estructurales que, en el siglo 19, jamás habrían podido pensar (ni robar) de la
hegemonía del santo imperio romano. ¿Somos menos criminales, menos pecadores,
con esa emulación falseada?
La palabra Obispo
usábase –limitadamente- para cierto sector de la cristiandad antigua, luego,
con los siglos, se incluyó en la dialéctica de la cristiandad romana (no son ellos
ni menos ni más pecadores que nosotros); pero ahora, “institucionalmente” en la
corriente “protestante”, parece haber más obispos que en Roma -¡qué ridiculez y pompa!- y, para colmo
(digo yo) hasta usan parte del atiendo del ropaje. ¡Quiero ser Obispo! (si me
avispo) Ja! Ja! Ya pasaron la fiebre de la “doctrina de la Prosperidad” para
consolidarse hacia otras metas jerárgicas y socioeconómicas… ¡Dios! Como hay
billete en Roma y en todo el negocio de la fe ¿Por qué no meter algüito en mi bolsillo?
Ciertamente, a
todos nos falta $, pero no habría visto más secularizada mi vida y el negocio
de algunas iglesias (¡Bueno! No todas).
¿Ezequiel
34 tiene vigencia?
Por allí,
respondiendo un cuestionario de cierta cantidad de preguntas, me nombraron “Reverendo”… ¡Qué
tremendo! Si viviera todavía el viejo Simón –aquel brujo del libro de Hechos-
algo buscaría en la Internet para ver si a alguno le vende la potestad de imponer las manos y tomar parte del ministerio
apostólico, mismo que Jesucristo sólo delegó en Sus escogidos (todavía en
la asamblea de Presbíteros, porque los
hay), pero –ciertísimamente- nadie podrá decir, algún día: “Señor,
Señor… Profetizamos en tu nombre, echamos fuera demonios, y en tu nombre
hicimos muchos milagros…” (Mateo 7: 21-23). Me gusta comparar
esos versículos con I Corintios 4:3, 4,
5. Es curioso que Saulo Pablo, justo allí,
como superapostol, comente sobre la dignidad y calidad que deben tener los
ministros de Dios, los servidores del Señor Jesús (I Cor 4:2) pero
–paradójicamente- luego de recomendar a esos ADMINISTRADORES de los misterios
(¿secretos?) de Dios, él mismo parece presumir en infatuaciones no implícitas (¿Error
humano o error interpretativo de la traducción?) ¡No lo sé! Pero lo bueno, lo
que me encanta, es que él mismo ADMITE, que nadie es justificado por autoconciencia,
sino JUSTIFICADOs POR EL SEÑOR. (I Cor. 4: 4). Porque “…las
intenciones del corazón” Dios las conoce (I Corintios
4:5). Sin embargo, en una humildad apostólica inusual, notemos el discurso
paulino que lo revindica (I Cor 4: 9-13)
(y, a propósito menciono los versos 14 y 15, porque me parece que humanamente
Saulo Pablo contradice a Jesús, haciéndose reconocer “Padre” ante la iglesia de
Corinto: Mateo 23:9 ) (y ese es el
asunto que más me molesta del legado católico paulino: Miles de personas
repiten la misma tontería, haciéndose llamar “padres”, en caso que hayan
evangelizado a alguien, como si les debieran lealtad fiel a ellos y NO AL SEÑOR
JESUCRISTO). ¿Ha resucitado san Pablo? ¿En qué fueron menos los apóstoles del
Señor Jesucristo? (el Mesías los calificó primero… ¿para relegarlos después,
ante la erudición y elocuencia de advenedizos?)
El neo-apostolado
no es más que ese deseo emulador, imitador, de días que pasaron y, aunque son
recurrentes (se repiten en el tiempo y en cada continente) el deseo de muchos promotores
neo-apostólicos es que hoy vengan los creyentes y pongan muchos de sus bienes “a los pies de los
apóstoles” (Hechos
4:34-35) y eso me disgusta: Cada creyente (cristiano o no) tiene plena
autoridad de ser ADMINISTRADOR de sus pertenencias para compartirlos CON LOS
NECESITADOS, incluso con sus prosperados pastores o empobrecidos servidores. Lo
que no acepto es la manipulación de masas ni la buena fe de creyentes neófitos.
Los “apóstoles” y
“obispos” advenedizos no hacen el trabajo de calle que los verdaderos sí
hicieron, porque disfrutan la opulencia mediática, la comodidad de la iglesia
televisiva y usufructúan con los bienes que otorga la tecnología ¿Tiene
Internet el mendigo o drogadicto de la esquina? ¿Lee libros reimpresos el ciego
en las calles o visitan al prisionero condenado a la perpetuidad de sus
pecados? (y escribo como si fuese uno de esos modelos que ya ha ganado la gloria
venidera y la salvación que muchos pregonan como recibida y otorgada) (soy tan
indigno como ellas y ellos).
La Buena Noticia
difundida por los apóstoles neo-testamentarios nos llegó a nosotros y -todavía con
vitalidad vigente- da libre acceso a todo aquel que quiera apropiársela y llevársela,
extendiéndola a muchos otros, con la misma gratuidad propia de Jesucristo;
aunque el Antiguo Pacto previó la contingencia de que vendrían bueyes a la
faena de esa obra y dijo: “No le pongas bozal al
buey que trilla”.
Jesús, en Su humana misericordia, afirma: “El obrero
es digno de su alimento” (Mateo 10:10b) y, obviamente,
son pocas las personas como mi hermano Tom Powell (USA) o Eduardo Muñóz
(Venezuela), de quienes puedo dar testimonio de su humilde desprendimiento y lo
que he podido ver o aprender de su obra, en parte de mi vida ¡Hay otros miles!
(y Dios sí que los conoce y reconocerá públicamente).
Tocante a los
promotores del evangelio de la Prosperidad: No me incluyan en sus oraciones,
sino en sus inversiones. No me pongan en sus listas de peticiones, sino en sus
acciones; porque no es un crimen
disfrutar de los bienes terrenos, excepto cuando despojo a otros o me
olvido de esos Lázaros que evito en cada calle o en cada situación de mi vida
(¡Ojo! Hay miles que imitan la verdadera situación del indigente, incluso desde
algunos púlpitos: Evalúa la situación real del menesteroso). ¡Que tu dinero no
se vaya en usos equivocados! Que el necesitado compruebe la evidencia de lo que
hará con el dinero de tu trabajo: Eres mayordomo de esos bienes.
A los “salvos” a
los “santos”, testifíquenle a Dios su santidad. La humanidad no necesita más
“ejemplos”, sino soluciones a sus necesidades prácticas diarias y verdaderas
relaciones de confianza. El evangelio no es una esperanza de vida, sino una
práctica de vida. No es una alternativa entre muchas, es un camino estrecho, no
siempre grato o sembrado de coloridas flores. Hay muchas cosas que no termino
de entender en el silencio o distancia de Dios, pero prefiero esperar en Él que
confiar mi vida a los hombres.
El terreno vallado
no es sólo el entorno de las iglesias, está en las aceras de las calles, en las
paredes de casas que se desmoronan, y la oveja perniquebrada no caminará sola
ni hacia donde no hallará pasto nuevo, santo y fresco. Mateo 10: 40-42.
El mar no traerá
sus olas a sus ornamentados pórticos ni batirá su oleaje sobre la roca de
sillas frías y vacías: En eso nos parecemos tanto a Roma, al abuso político…
(*) Nota:
Esa preferencia de
algunas “enseñanzas paulinas”, supuestamente escritas y proclamadas por Saulo
Pablo, el apóstol abortivo (como él
mismo lo ha dicho en una de sus cartas) tienen mucha influencia en las tendencias católicas que inclinan a
muchos a seguir llamando “Padre” a hombres, dignos o no, de la práctica de una
labor sacerdotal obsoleta en la iglesia universal, a la cual fui
introducido por más de 6 años de mi infancia y, aunque institucionalmente no
puedo incriminarla en nada (excepto en los delitos de la Inquisición, sus
históricos abusos confesos, y todos aquello que se va publicando a lo largo de
la historia) siento gran simpatía por aquellos hermanos católicos que se incorporaron a la lucha de clases, por
aquellos que pugnaron por las Reformas dentro de la cristiandad medieval,
incluso, por ese protagonismo político que marcó la libertad del yugo
extranjero de muchas naciones, en estos últimos siglos: No todo está ni estuvo
perdido en el catolicismo y, gracias a esas luchas internas –de los hombres y
sus mentes conscientes- millones hemos salido de la militancia del error, para intentar marchar en las filas de la
verdad, así sea fuera del contingente de las tropas denominacionales -como
guerrilleros- en las milicias urbanas y rurales o bajo la penosa bandera del
terrorismo de la razón. ¡Sólo Dios es perfecto! Y basta que yo me someta a Él y
me deje llevar por lo que se digne enseñarme (y a Él sea dada la gloria, el
honor, el respeto…) ¡Para siempre!
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