Leí
algo, en la red, que me impulsa a “terminar” este asunto, que será uno de los
absurdos que no entenderán de mi vida. Consulté varias fuentes y, no todos esas
“fuentes” son fidedignas, pero es lo que hoy tenemos… Lo siguiente es de
Encarta.
Antecedentes.
San Nicolás (c.304-345),
prelado cristiano y santo patrón de Rusia, relacionado por tradición con las
fiestas de Navidad. Los relatos de su vida son oscuros y carecen de apoyatura histórica. Según
la tradición nació en Patara, una ciudad del antiguo distrito de Licia en Asia
Menor (hoy Turquía). Ingresó en el cercano monasterio de Sión y fue arzobispo
de la iglesia metropolitana de Myra, en Licia. Se cree que asistió al concilio
de Nicea. A finales del siglo XI unos mercaderes italianos transportaron sus
restos de Myra a Bari, Italia, donde su tumba es hoy un santuario.
San Nicolás es el santo patrón de los niños, los eruditos, las
vírgenes, los marinos y los mercaderes, y en la edad media los ladrones también
lo consideraron su santo patrón. La
leyenda asegura que hizo regalos en secreto a tres hijas de un pobre hombre,
quien, incapaz de proporcionarles una dote, estaba a punto de abandonarlas a
una vida de pecado. A partir de este relato se fundamentó la costumbre de hacer
regalos en secreto en la víspera de san Nicolás. En muchos países la Navidad y
el día de san Nicolás se celebran al tiempo a causa de la proximidad de las
fechas. Santa Claus, como se llama el alegre personaje barbudo del folclore
encargado de llevar los regalos a los niños la víspera de Navidad, es una
adulteración del holandés san Nicolás. Su festividad se celebra el 6 de
diciembre. ¿El Santa Klaus LATINO debería venir con shorts y protector solar al trópico y el Caribe?
La Navidad, celebración anual en la que se conmemora el nacimiento de Jesucristo en Belén según los evangelios de san Mateo y san Lucas.
Después de la Pascua de Resurrección es la fiesta más importante del año eclesiástico cristiano. Como los evangelios no mencionan fechas, no es seguro que Jesús naciera ese día. De hecho, el día de Navidad no fue oficialmente reconocido hasta el año 345, cuando por influencia de san Juan Crisóstomo y san Gregorio de Nacianceno se proclamó el 25 de diciembre como fecha de la Natividad de Jesús. De esta manera (*) seguía la política de la iglesia primitiva de absorber en lugar de reprimir los ritos paganos existentes, que desde los primeros tiempos habían celebrado el solsticio de invierno y la llegada de la primavera. (*) Esto, para que se sepa, es una forma del sincretismo. Dicho de otro modo, es parasitar sobre una religión o alguna mentira, para que una nueva “la verdad” prevalezca. (Equivale a mentir con otra mentira).
La fiesta pagana más estrechamente asociada con la nueva Navidad era el Saturnal, primero un culto absorbido, luego romano, celebrado desde el 17 al 23 de diciembre, en honor de Saturno, dios de la agricultura, que se celebraba durante siete días de bulliciosas diversiones y banquetes. Al mismo tiempo, se celebraba en el norte de Europa una fiesta de invierno similar, conocida como Yule, (*) en la que se quemaban grandes troncos adornados con ramas y cintas en honor de los dioses para conseguir que el sol brillara con más fuerza. (*) De aquí el sincretismo que absorbe el darse regalos, el meter el “arbolito” navideño y el nacimiento que recuerda el nacimiento del “niño” Jesús.
Las Saturnales, fiestas en honor a Saturno que se celebraban del 17 al 23 de diciembre en la antigua Roma (véase Imperio romano). Los romanos asociaban a Saturno con el dios griego Cronos, gobernador del Universo durante la edad de oro. Durante el reinado de Domiciano las saturnales adquirieron una enorme importancia.
Tenían lugar en el periodo más oscuro del año a la luz de velas y antorchas, con banquetes y bebidas, loterías y juegos de azar, e intercambio de regalos. (*) Cualquier parecido con el presente es “casualidad”. Las fiestas comenzaban con un sacrificio en el templo de Saturno, al pie de la colina del Capitolio, en honor de este dios, celebración a la que seguía un banquete público abierto a todo el mundo.
Durante las saturnales, los esclavos disfrutaban de gran libertad y eran liberados de sus obligaciones. Sus amos, que en estos días no contaban con servidumbre, se dedicaban a reunirse con los amigos para comer y charlar. En el siglo IV, el sabio Ambrosio Teodosio Macrobio describió estas fiestas en su obra Saturnalia.
Una vez incorporados estos elementos, la Iglesia añadió posteriormente en la edad media el nacimiento y los villancicos a sus costumbres. En esta época, los banquetes eran el punto culminante de las celebraciones. Todo esto tuvo un abrupto final en Gran Bretaña cuando, en 1552, los puritanos prohibieron la Navidad. Aunque la Navidad volvió a Inglaterra en 1660 con Carlos II, los rituales desaparecieron hasta la época victoriana.
La Navidad, tal como la conocemos hoy, es una creación del siglo XIX. El árbol de navidad, originario de zonas germanas, se extendió por otras áreas de Europa y América. Los villancicos fueron recuperados y se compusieron muchos nuevos (la costumbre de cantar villancicos, aunque de antiguos orígenes, procede fundamentalmente del siglo XIX). Las tarjetas de navidad no empezaron a utilizarse hasta la década de 1870, aunque la primera de ellas se imprimió en Londres en 1846. La familiar imagen de Santa Claus, con el trineo, los renos y las bolsas con juguetes, es una invención estadounidense de estos años, aunque la leyenda de Papá Noel sea antigua y compleja, y proceda en parte de san Nicolás y una jovial figura medieval, el espíritu de navidad. En Rusia lleva tradicionalmente un cochinillo rosa bajo el brazo.
Actualmente, la Navidad es una fiesta más profana que religiosa. Es tiempo de gran actividad comercial e intercambio de regalos, reuniones y comidas familiares. En Occidente se celebra la Misa del gallo en iglesias y catedrales. En los países de América Latina, de arraigada tradición católica, se celebra especialmente la Nochebuena (24 de diciembre) con una cena familiar para la que se elaboran una diversidad de platos, postres y bebidas tradicionales. También se acostumbra asistir a la Misa del gallo y celebrar con cohetes y fuegos artificiales. En México, la Nochebuena constituye la culminación de una celebración que dura nueve días a la que se llama “las posadas”. Éstas empiezan el 16 de diciembre y conmemoran el viaje de María y José en su búsqueda de alojamiento antes del nacimiento de Jesús. El número nueve también alude a los nueve meses de embarazo de María. Parte esencial de la fiesta es pedir posada mediante unos cantos en los que unos asistentes solicitan el favor de ser recibidos y otros responden, primero negándose, y al final concediéndolo, con lo que todos estallan en júbilo por el feliz final de la travesía de los peregrinos. Otro elemento fundamental es la piñata que, junto con el canto de la letanía, los juegos tradicionales, los dulces y las bebidas propias de la época aglutinan las enseñanzas introducidas por los evangelizadores en la Nueva España en la segunda mitad del siglo XVI. El origen de las posadas parece hallarse en el convento de San Agustín de Acolman, en donde los monjes agustinos aprovechaban la coincidencia de las fechas cristianas y las de los ritos de los aztecas, (*) quienes festejaban el nacimiento de su máxima deidad, el dios Huitzilopochtli. (*) Esto es sincretismo.
Entre otros varios factores (económicos y políticos)
hubo la necesidad de que se fraguaron inventos que unificaran la “unidad ideológica” del Imperio romano
(que ya estaba pecaminosamente en entredicho) (recuerden que los Emperadores requerían adoración y rendición total) la
oposición romana a la nueva religión de los judíos (el cristianismo) creaba un efecto inverso al que se pretendía obtener
y, como señaló el epigrama de Tertuliano, miembro de la Iglesia del norte de
África, “la sangre de los mártires se
transformará en la semilla de cristianos”.
A comienzos del siglo IV el mundo cristiano había
crecido tanto en número y en fuerza, que para Roma era preciso tomar una
decisión: erradicarlo o aceptarlo.
El emperador Diocleciano trató de eliminar el cristianismo, pero fracasó; el
emperador Constantino I el Grande optó por contemporizar, y acabó creando un
imperio cristiano.
El incremento de la secularización de la sociedad hizo
que la Iglesia Primitiva (ya católica)
perdiera el control de muchos aspectos de la vida cotidiana, como por ejemplo
la enseñanza.
I CONCILIO DE
NICEA (325)
Primer concilio ecuménico. Presidido por Osio, tuvo
lugar entre el 20 de mayo y el 25 de julio del 325 (siendo papa san Silvestre I) y fue convocado por el emperador
romano Constantino I el Grande para procurar reafirmar la unidad de la Iglesia,
seriamente quebrantada por la disputa surgida en torno a la naturaleza de
Jesucristo tras la aparición del arrianismo. De los 1.800 obispos censados en el Imperio romano, 318 acudieron a la
convocatoria conciliar. (¿Hubo unidad y consenso?) El credo de
Nicea, que definió al Hijo como consustancial con el Padre, fue adoptado como
postura oficial de la Iglesia con respecto a la divinidad de Cristo. También
fue fijada la celebración de la Semana Santa el domingo después de la Pascua judía,
y garantizada la autoridad del obispo de Alejandría. En esta última
concesión se asienta el origen de los patriarcados.
La Cristiandad, como tal…
¿Era la voluntad de Jesucristo crear un sisma, una
división en el judaísmo? (Obviamente que no, pero sí atacó a la religión, a la
jerarquía religiosa secularizada).
El hijo de Dios (que hace 2000 años dejó de
ser “niño” debió haber nacido (y muerto) entre el 8 y el 4 a.C. y el 29 d.C. (*) La historia lo declara la figura principal del
cristianismo, tras haber nacido en Belén, Judea (el actual Israel); aunque la
religión católica ha puesto a tantos nombres
-como sucesores y “Papas”- que Su enseñanza volvió a ser desvirtuada POR
TRADICIONES DE HOMBRES, y no afirmada por la que EL LIDER, el Ungido mesiánico
(enviado por Dios) vino a remitir.
Desde el
siglo VI, se considera que la era cristiana comienza el año de su
nacimiento (tardaron 600 años para hacerlo), pero en la actualidad se calcula un error de cuatro a ocho
años. Para la mayoría en la Cristiandad,
Jesús fue el Hijo de Dios encarnado y concebido por María, la mujer de José, un
carpintero de Nazaret. (*) He
llegado a creer que, cronológicamente sólo hay un error de 4 años, pero, el
nacimiento corporal –en la tierra- lo estimo cerca de septiembre y, a mi
parecer, pudo ser un día 13. ¿Quizo Él que su hijo gozase el favoritismo o la
vinculación a cosas relacionadas a los signos zodiacales o fanatismo
místico? ¡Obviamente que no! Por eso no quedó un registro (tal vez), porque
–según la Biblia- DIOS detesta a los agoreros, a los adivinos zodiacales.
El nombre de Jesús se deriva de la palabra
hebrea Joshua, que
completa es Yehoshuah (‘Yahvé es salvación’); y el título de Cristo, de
la palabra griega christos, a su vez una traducción del hebreo mashiaj
(‘el ungido’), o Mesías. Los primeros cristianos emplearon Cristo por
considerarle el libertador prometido de Israel; más adelante, la Iglesia lo
incorporó a su nombre para designarle como redentor de toda la humanidad.
Los Evangelios omiten la vida de Jesús desde
que tuvo 12 años hasta que empezó su ministerio público, unos 18 años después…
¿Será por manos humanas ese silencio? ¿Hasta
qué punto los concilios católicos romanos nos privaron de la verdad y exaltaron
sus mentiras, a fin de unificar sus intereses políticos y económicos?
Creo en Dios. Creo en la divinidad, no sólo
de Dios, sino de Su hijo Jesucristo. Me han pasado tantas cosas que ya no puedo
negarme a la realidad ni a la posibilidad de que haya un mundo espiritual, una
dimensión NO CORPORAL, parecida a ésta, pero divina, que se extiende a un
período de tiempo indefinido.
Creo en Dios –Espíritu Eterno- como la
esencia del todo visible y el invisible. Pero no soy panteísta, no soy
católico, no soy sincretista. Si me catalogara, no soy cristiano “bíblico”,
sino evangélico (no acepto todo el peso de las cartas paulinas ni todo lo que
se supone escribieron los apóstoles). No creo en el apostolado, luego de los 13
apóstoles. NO creo en la Biblia como el corazón ni la esencia de Dios, sino como
una pequeña parte de Éste que ha decidido dejar una porción importante de Sí,
en esas historias para la humanidad. (Nadie puede retratarse en una docena de
fotos y SER -quien es- en un video).
Dios sigue revelándose u mostrándose, de forma individual, a cada individuo,
a cada nacionalidad, en todo el universo (visible e invisible). Dios no es un
ser que mendigue nada de nadie. No requiere mi adoración y, en lo tocante a la
sumisión, ésta es prerrequisito para que pueda entrar a la vida eterna: No
puedo ser eterno si no respeto los derechos eternos del hombre ni de la mujer. No puedo ser eterno si no controlo mis pensamientos ni mis pasiones, a
modo que no afecte –para mal- el camino de mis semejantes.
No soy mejor ni peor que nadie. Tengo los mismos derechos que todos y, aunque no siempre parezcan
iguales, uno de los objetivos de Dios es llevarnos a Su justicia, Su
equidad, y cualquier cosa que diga yo está lejísimo de lo que Él puede decir y
revelar a cada ciudadano y ciudadana del mundo.
No soy religioso. No lo seré ni debo
serlo. Puedo ver a Jesucristo asistiendo a fiestas (Lea Juan 2:2) haciendo que
la gente se divierta sanamente, sin emborracharse, sin pretender quitarle la
mujer a alguien, sin aprovecharse de la riqueza de ninguno de sus semejantes
(he aprendido a contentarme con lo mío, con lo que me gane o lo que me den) (Y quiero millone$ para mudarme de este país, de modo definitivo).
Ideológica y moralmente,
no puedo formar parte de la mentira que conozco, creo y reconozco. No puedo
aceptar convencionalismos que me impusieron generaciones anteriores, ni
imponerle a otros mis credos. No puedo coexistir en un ambiente donde la
imposición de idea ajenas -a las mías- no marchan de acuerdo con la razón o el
amor, sino por el interés económico o político de quienes las alientan, las
aceptan o patrocinan… Eso me recuerda a un pastor evangélico, que cierta vez
dijo: “El día de la madre (o del padre) es una fiesta mundana”. En alguna parte
argumenté: “¿No dice la Biblia: “Honra a
tu padre y a tu madre…? (Exodo 20:12)” Sin embargo, ese
pastor solía irse a tiempo de compras, anticipadamente, para tener bastante
mercancía en su negocio, ya que él era un comerciante de ropa y quincallería.
El hecho bíblico, la aplicación bíblica, es HONRAR A LA FAMILIA, que tanto ella
como el santo matrimonio (sus pactos, nuestra palabra) debe tener un valor para
que la sociedad sea sustentable, lo contrario es usura, utilidad y explotación
del hombre por el hombre. ¿Se honra un solo día a los padres o a las madres?
¡Sólo se les ama, recuerda o respeta un día al año? ¡Con razón estamos como
vamos!
La celebración con los motivos del afecto por nuestros padres y madres, hijos y hermanos, etc. (buenos y malos, en algún aspecto de su carácter) no debería ser festejada o conmemorada un solo día al año. Tampoco esos
motivos –buenos- que podríamos asociar con la celebración de la “navidad” o
algún cumpleaños de Jesús, de Juan o Juancho (visto
en lo religioso o en lo ya aceptado como un valor humano tradicional) debe descartarse como basura ideológica, consumismo mercantilista,
aunque, subyacentemente, debemos admitir y RECONOCER los ataques que motivan la
explotación del hombre por el hombre; misma que ha aprendido a manipular
motivos, intensiones, con invenciones que parasitan en nuestros motivos,
despojando y alienando el principio esencial de nuestras vidas: La unión de dos
personas que crearon una familia (para y por el amor)… Lo que salió mal –en
adelante- no siempre fue culpa de uno solo: La familia inicia con dos. No
siempre termina con tres.
En cuanto a Dios, Su
verdad, debe ser verdad aquí y en China ¡Más aún! Por encima de los cielos. Si
Él (o ello) no es verdad, si no se proclama o AUTOPROCLAMA ¿Es verdad? Yo no
soy Dios, pero doy fe de lo que creo y de quien
yo creo (básteme Su gracia y Su misericordia) si no trasciendo -como esta
letras- sólo Él sabría de mi esfuerzo (no espero nada humano).
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