Siento cierta incomodidad al leer tantas “noticias” sobre la culpabilidad de sacerdotes y del Papa. Los sucesivos ataques dirigidos contra algunos de los líderes de la iglesia católica y del extinto imperio de Roma no son algo nuevo, y bien pudieran los medios tratar de enjuiciarles por los crímenes de
Los Papas, ni los pastores ni sacerdote alguno debe hacerse pasar como mediador entre Dios y los Hombres, ese oficio vicarial le pertenece sólo a Jesucristo. Si se pudieran juzgar los delitos generacionales, habría que remitir esos casos heréticos de
El Catolicismo es una mezcla sincretista y simbiótica de creencias dispersas que permitieron aglutinar –bajo un liderazgo unificado- la “fe” de todas las naciones que dominaba Roma, después de los días de Jesucristo.
No me cansaré de repetir las palabras de Jesucristo: “Yo edificaré a mi iglesia”, entendiendo Su breve discurso como el que está basado sobre Su verdad y no como la ha traducido (y malinterpretado) la tradición de la iglesia católica: Pedro (el 1er “Papa”) no es el fundamento de Su verdad.
Mateo 16:18 no concedió un poder especial único o Papal al apóstol Pedro en detrimento del rebaño de Sus primeros discípulos. Jesucristo no dijo que Pedro era “la verdad” sino, más bien, endosó positivamente las palabras dichas por Pedro bajo la influencia del Espíritu Santo: “Tú eres el Mesías, el hijo del Dios viviente” (Mat. 16:16-17).
Lo que afirmó y confirmó el señor Jesucristo, fue la potestad que entregó a todo el que declare los méritos de Su nombre y el evangelio de Su fe como el Mesías de Israel y el Salvador del Mundo. Si el texto no es (o fue) una añadidura a los escritos originales del Nuevo Testamento, Jesucristo delegó un poder universal y de comunión a todos los que creemos en Su nombre, Su medianidad y poder redentivo: Todo creyente convencido –plenamente- tiene la autoridad del hijo de Dios para trascender los linderos de la muerte y, lo que ate o desate, similarmente, se hará en los cielos. Es mi opinión que, el alcance de este poder tiene repercusiones trascendentales como para cambiar (o borrar) hasta los registros escritos en los libros de los cielos, en el poder que obra toda la vida y en la muerte (casos como el de la higuera que Jesús maldijo o la resurrección de Lázaro); sólo que mi fe no ha crecido al nivel de convicción suficiente para arrancar una montaña y echarla al mar.
El caso de la pederastia, la homosexualidad, etc. se debe a la necia negación de nuestra propia naturaleza y a la hipócrita negación de nuestros naturales apetitos. Si evaluáramos al Nuevo Testamento como “algo” salido de la cultura literaria de esos tiempos, quienes la escribieron confesaron una realidad que –aún hoy- tiene vigencia: ¿Qué ofreció el diablo a Jesucristo, justo después de salir de un largo ayuno? (Mateo 4:1-10) Lo tentó con los apetitos de la carne. Le ofreció lo que atrae a todo hombre y a toda mujer, pero los curas católicos no están hechos de paja y mire que el celibato es pura paja y más de uno tenemos “la paja” en el ojo… (Mateo 7:3-5)
Legalmente, en algunos países, si sé de un delito y NO LO DENUNCIO, me hago culpable por complicidad. Si me entero de “ciertas faltas” y no procedo a denunciarlas oportunamente en un Estado de Derecho separado del gobierno de
Dios no tiene favoritismos denominacionales entre los gentiles y los judíos (Ezequiel 34 y Juan 10:16). Su hijo, siendo totalmente inocente de lo que hayamos hecho en vida, pagó el castigo que muchos merecemos y, sin embargo –como para experimentar el poder de la fe- algunos no comprenden la magnitud y el alcance de esta gracia milagrosa que trasciende nuestro entendimiento. Si miles insisten –tercamente- en llamar “Padres” a quienes no lo son (Mateo 3:9) no es mi problema, sino del que no obedece a Jesucristo. Si miles creen en el “poder mediador” de
Recomiendo a cualquiera que desee restaurar su relación vertical con Dios que empiece leyendo
Una vez que Ud tenga pleno uso de ese modesto libro (y complicado manual de vida) restaure su relación con los humanos, sus semejantes, sus vecinos y ex-amigos: Esta es la manera en que Ud podrá experimentar el poder que Jesús cedió a Sus creyentes en Mateo 16:18. Los creyentes, no la comunidad de creyentes (Iglesia) experimentarán –individualmente- el poder que tienen sobre la muerte (cesación de la vida en este plano que conocemos como vida). El creyente verdadero tiene poder para liberar de pecados (desatar) a quienes realmente les perdonemos las faltas que nos hayan hecho, en lo personal. Esto de que “tengo poder para juzgar o condenar” a cierta gente, acá en la tierra, sólo aplica cuando soy parte autoritativa, digna, y miembro de algún tribunal que actúe de acuerdo con la ley y tenga autonomía –separado- de las iglesias: “Dad al César lo que es del César, y dad a Dios lo que es de Dios” (Marcos 12:17). En otras palabras, mientras Jesucristo termine de edificar a los miembros de Su iglesia venidera, el Estado ha de estar separado de
Babilonia se está cayendo. Este nombre, al efecto, significa confusión y libertinaje. ¿Habrá otro momento en el mundo más confuso? Matrimonios legales con individuos de un mismo sexo… ¿por qué no casar a los sacerdotes católicos y darle curso natural al drenaje de sus emociones?
Han hecho un ídolo de una idea paulina (el celibato), pero no se puede castigar a nadie por los delitos de una institución que lleva siglos litigando con los mismos problemas. ¿Sólo los católicos los únicos que tienen rabo de paja? ¡No! El problema es de todos, globalmente y, por eso, no podemos condenar con autoridad. Además de todo el ridículo que intenten hacer ver del catolicismo –porque el mal uso de la sexualidad trasciende la iglesia y las culturas- quiero invitar a la reflexión a quienes digan “no creer en nada”, por causa de una minoría que usa y abusa el nombre de Dios y, razonablemente, tienen muchas culpas por su recurrente idolatría, por no ser dignos representantes de un rol que no les corresponde con exclusividad y, el papel de “salvar a la gente no es de la iglesia”, sino del Señor que la salva y edifica para la eternidad: Jesucristo.
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No creo, por otro lado, que haga bien callar “un pecado secreto” manifestado “al santo padre”. Si el cura de Colombia es culpable, si el cura de Roma o Francia sabían de los abusos sexuales sobre niños -y no los denunciaron oportunamente- más pronto que nunca, pagarán por la complicidad de tales delitos ¿Por qué no asistir a una misa en USA, entonces?... “El que no la debe no la teme”.
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