Quiero
expresar, con nombre y apellido, algo que lamento desde hace varios
años y, quizá, un par de décadas. Ignoro si lo que piense tenga
importancia o transcendencia alguna,más allá de este teclado
prestado o silla prestada, pero no me detendré hasta lograr la
gloria a Dios y dirigir la atención a las enseñanzas impartidas por
el mismo Jesucristo, quien no buscó Su gloria, sino el
reconocimiento de buscar hacer la voluntad de Su Padre y el
establecimiento de Su reino, entre la ya dispersa humanidad y
rampante secularismo.
Cuando
Dios Padre dijo que no compartiría Su gloria entre los ídolos y
ningún instrumento creado por el hombre (ídolos) se tomó la
molestia de aclarar y especificar el mandamiento que se refería a no
hacer ninguna imagen o semejanza de lo nosotros pensásemos hubiera
en el cielo y, particularmente, ordenó no hacernos ídolos de lo que
hallásemos en la tierra ni debajo de esta o el mar. Simplemente,
porque Él sabe qué somos y cómo somos. Hoy, nuestras inclinación
idólatra no sólo va al honor que damos a los hombres, sino a la
veneración a las mujeres y a ese culto que damos a la sensualidad y
otros placeres terrenales que, en u sentido, no son malos, sino
cuando damos culto idolátrico a cosas, en lugar de honrar a quien
cierta y merecidamente lo merece: Dios Padre y Todopoderoso.
Hoy, con
sinceridad de corazón, reconozco que he adorado placeres, mujeres y
hasta objetos que no tiene valor ni gloria alguna, excepto por una
relativa utilidad, como lo es el sexo o el dinero. Podría ahondar en
mis errores, pero ello no tiene caso si no acuso o denuncio las dos
vertientes que intentan apropiarse el honor que sólo corresponde a
Dios y estás son dos: El liderazgo laico, secular, y el liderazgo
eclesial o “espiritual”.
Este par
de cosas, por convencionalismo podría llamarse gobierno, autoridad
delegada de Dios, etc., pero ambas, por moralidad espiritual y
méritos con matices divinos, Dios lo ha referido a Su Hijo y a Sus
escogidos, no a nosotros los usurpadores, pecadores e impenitentes.
Ciertamente, tal como predijo Dios al pueblo de Israel, elegir un
hombre como rey es un total error: Simplemente por culto al
personalismo, a su jerarquía y, entiéndase una vez más, esa
jerarquización toca el ambiente del liderazgo secular como el
eclesial.
Pablo es
reverenciado por muchos. Sus enseñanzas son tenidas en alta estima
y, de mi parte y con sospechas, considero que mucho de lo que dice
tiende a darle poder a la Iglesia Catóĺica y a la iglesia
secularizada por las distintas expresiones que ella ha adoptado
durante siglos.
Si Saulo
Pablo es verdaderamente el autor de Efesio 4:11, si de veras era
judío y conocía a Jesús como autoridad y su Maestro personal,
bien debió haber escrito tal texto de forma horizontal y no
piramidal. Hoy, varios siglos después, se sigue insistiendo en el
uso de ese modelo jerárquico “paulino” que hoy se abusa
como lo hacen las autoridades civiles y militares; mientras que
Cristo mismo, por Su parte, dejó constancia de haberse sorprendido
cuando un militar romano le pidió que diera la “orden” que haría
que uno de sus subalternos, allegado cercano, fuera rápidamente
sanado.
¿En qué
hallo una incómoda discrepancia? En que Jesucristo estableció un
orden sin jerarquía ni otro señorío que el instruido por Dios en
Jesucristo, y Pablo -por su parte- parece contradecirlo. Hoy, de
manera repugnante, oigo hablar de la paternidad espiritual
-hasta el hartazgo- mientras que Jesucristo mencionó en Mateo 23 que
no debíamos llamar a nadie Maestro ni Padre: “Porque UNO
sólo lo era”.
Si eres
cristiano, verdaderamente seguidor de Jesús, te invito a tomar en
consideración las enseñanzas del Maestro, y no las del rabino Shaul
Pablo (particularmente cuando ellas contradigan al Cristo). Si sigues
a Jesús, si has salido del Catolicismo Romano, mira lo que Jesús
enseña sobre la paternidad espiritual y NO LLAMES PADRE a quien no
lo sea, ni tengas otro maestro, sino al que Dios ha enviado como Su
hijo unigénito.
Tengo
años saliendo de la tradición religiosa legada del Catolicismo y
del evangelio adulterado. Pablo mismo, supuestamente dijo “que
si alguno predicase un evangelio distinto al que se haya recibido,
sea anatema...” y, en su carta a los Corintios, también
esgrimió una breve defensa al “apostolado” en el que éste
sabiamente disertó sobre la preeminencia que los creyentes
daban a Cefás (Pedro), a Apolos o su persona, litigando
(consigo mismo) que “él no había bautizado -en su nombre- a
muchos ni su cuerpo había sido dado en sacrificio en una cruz”.
¿Por qué dejar que las enseñanzas paulinas prevalezcan o tengan
preeminencia sobre lo que ha dicho Jesús, el Hijo de Dios?
Pablo
habló de su paternidad espiritual. Textualmente dijo
que “él engendró” algunos hijos en el evangelio y,
aunque sea una bonita metáfora “paternal”, ésta ha producido un
gran error en la iglesia universal: En la iglesia Católica (donde
sus feligreses llaman Padre a otros hombres que ni se casan,
ni engendran hijos) y en la propia iglesia evangélica, disque
“protestante”.
No me
importa ser despedido de la estima de pastores, ni me importa ya no
ser contratado por quienes se identifiquen con el movimiento
“apostólico” internacional de “Torre Fuerte” o
cualquier denominación que se identifique con la “paternidad”
del “apóstol” Guillermo
Maldonado, Inerio Morillo, Raúl Ávila,
etc.: Ellos
son pastores, pero no apóstoles.
Jesús no
prescribió una paternidad distinta a la engendrada por el Padre
eterno y espiritual. Jesús no dio autoridad a sus 12 apóstoles para
hacerse llamar “padres” ni para que adoptaran un paternalismo
hipócrita ni forma alguna de personalismo protagónico: La cabeza
es Dios y Su hijo Jesucristo.
Cuando
Jesús indicó que no llamásemos “padre” a nadie que usurpase la
autoridad del PADRE, siendo un simple rabí o “maestro” (Mateo
23), legítimamente indicaba que la preeminencia no se diera a los
hombres, que no se les entronase ni idolatrase y, en el mejor de
los casos, Éste admitía que ya teníamos un Señor, un Maestro, y
que no fuésemos como las otras naciones del mundo. ¿Te preside un
hombre en la iglesia, del mismo modo como “preside” un impío o
inconverso fuera de la iglesia?
Las
autoridades, cualquiera que sean, son delegadas y, cuando no, es uno
mismo que, como individuo y ciudadano, se subordina a ellas (tal cual
lo hizo Jesús al gobierno de los romanos, pero no a su liderazgo
pagano). ¿Por qué llamas padre a quien no lo es? Y, si lo
haces, ¿sigues a Pablo o a Jesucristo?
Si
entiendes que el Señor Jesús le dijo a Sus discípulos que “todos
ustedes son iguales”, que los cristianos no debíamos hacer como
las otras naciones en cuanto al liderazgo... ¿Por qué ese culto
personalista a tantos hombres como a mujeres que se auto proclaman
líderes y desean siempre serlo?
Entiendo
que haya hombres y mujeres que disfrutan los beneficios de liderizar
movimientos, posturas o actitudes irreverentes, pero no entiendo cuán
fácil nos dejamos seducir por el halago o maniobras cliché que
-claramente- manifiestan la influencia de sus promotores ¿Han notado
cómo algunos imitan la forma de predicar del pastor Guillermo
Maldonado (que no apóstol, insisto).
Conozco a
varias personas que lo imitan en aquello de “haló” o “están
aquí”. También recuerdo al pastor Raúl Ávila y la forma en que
dinamizaba el modo en que enseñaba (o enseña): “Díganle al que
tienen aldo tal cosa” y, de la manera más ingenua, sus seguidores
repetían lo que se les dijese, para luego JURAR cualquier oración o
juramento que se les insinuase a recitar de forma pública ¿Sólo yo
reacciono alérgicamente a esa forma de dominación ideológica?
La ignorancia nos indujo a llamar "padres" a los curas. El vacío emocional materno nos llevó a la mentira generalizada de llamar "madre" a la mamá de Jesucristo, cuando en ninguna parte de los Evangelios Jesús enseñó eso sino, por el contrario, dijo: "Mi hermano, mi hermana y mi madre es todo aquel que hace la voluntad de mi Padre..." ¡Será que sólo yo tengo estos malos y ciegos ojos?
La iglesia del 1er siglo no habló nunca de paternidad espiritual, sino sólo aquella que Jesús dirigió EXCLUSIVAMENTE al Padre Eterno, no a ningún pastor, no a ningún hermano o ministro pero, los evangélicos lisonjeros -para vergüenza del evangelio- contradicen lo que enseñó Jesús para seguir tradiciones del hombres (que se autoproclaman apóstoles).
¡Lean Mateo 23:8 al 12! ¿No somos hermanos, al mismo nivel? ¿Instituyó Jesús lo contrario?
Por eso NUNCA seguiré a Pablo ni a nadie que ponga de forma piramidal y jerarquizada lo que Jesús puso a un mismo nivel horizontal.
La ignorancia nos indujo a llamar "padres" a los curas. El vacío emocional materno nos llevó a la mentira generalizada de llamar "madre" a la mamá de Jesucristo, cuando en ninguna parte de los Evangelios Jesús enseñó eso sino, por el contrario, dijo: "Mi hermano, mi hermana y mi madre es todo aquel que hace la voluntad de mi Padre..." ¡Será que sólo yo tengo estos malos y ciegos ojos?
La iglesia del 1er siglo no habló nunca de paternidad espiritual, sino sólo aquella que Jesús dirigió EXCLUSIVAMENTE al Padre Eterno, no a ningún pastor, no a ningún hermano o ministro pero, los evangélicos lisonjeros -para vergüenza del evangelio- contradicen lo que enseñó Jesús para seguir tradiciones del hombres (que se autoproclaman apóstoles).
¡Lean Mateo 23:8 al 12! ¿No somos hermanos, al mismo nivel? ¿Instituyó Jesús lo contrario?
Por eso NUNCA seguiré a Pablo ni a nadie que ponga de forma piramidal y jerarquizada lo que Jesús puso a un mismo nivel horizontal.
Independientemente
de mi postura anti-católica, anti cliché, dejo constancia de que no
creo en el movimiento apostólico ni a otro hombre que no sea Cristo
ni Dios mismo.
Antonio Toro
Antonio Toro