Wednesday, March 05, 2014

La Ignorancia no es buen amigo


Quiero expresar, con nombre y apellido, algo que lamento desde hace varios años y, quizá, un par de décadas. Ignoro si lo que piense tenga importancia o transcendencia alguna,más allá de este teclado prestado o silla prestada, pero no me detendré hasta lograr la gloria a Dios y dirigir la atención a las enseñanzas impartidas por el mismo Jesucristo, quien no buscó Su gloria, sino el reconocimiento de buscar hacer la voluntad de Su Padre y el establecimiento de Su reino, entre la ya dispersa humanidad y rampante secularismo.

Cuando Dios Padre dijo que no compartiría Su gloria entre los ídolos y ningún instrumento creado por el hombre (ídolos) se tomó la molestia de aclarar y especificar el mandamiento que se refería a no hacer ninguna imagen o semejanza de lo nosotros pensásemos hubiera en el cielo y, particularmente, ordenó no hacernos ídolos de lo que hallásemos en la tierra ni debajo de esta o el mar. Simplemente, porque Él sabe qué somos y cómo somos. Hoy, nuestras inclinación idólatra no sólo va al honor que damos a los hombres, sino a la veneración a las mujeres y a ese culto que damos a la sensualidad y otros placeres terrenales que, en u sentido, no son malos, sino cuando damos culto idolátrico a cosas, en lugar de honrar a quien cierta y merecidamente lo merece: Dios Padre y Todopoderoso.

Hoy, con sinceridad de corazón, reconozco que he adorado placeres, mujeres y hasta objetos que no tiene valor ni gloria alguna, excepto por una relativa utilidad, como lo es el sexo o el dinero. Podría ahondar en mis errores, pero ello no tiene caso si no acuso o denuncio las dos vertientes que intentan apropiarse el honor que sólo corresponde a Dios y estás son dos: El liderazgo laico, secular, y el liderazgo eclesial o “espiritual”.

Este par de cosas, por convencionalismo podría llamarse gobierno, autoridad delegada de Dios, etc., pero ambas, por moralidad espiritual y méritos con matices divinos, Dios lo ha referido a Su Hijo y a Sus escogidos, no a nosotros los usurpadores, pecadores e impenitentes. Ciertamente, tal como predijo Dios al pueblo de Israel, elegir un hombre como rey es un total error: Simplemente por culto al personalismo, a su jerarquía y, entiéndase una vez más, esa jerarquización toca el ambiente del liderazgo secular como el eclesial.

Pablo es reverenciado por muchos. Sus enseñanzas son tenidas en alta estima y, de mi parte y con sospechas, considero que mucho de lo que dice tiende a darle poder a la Iglesia Catóĺica y a la iglesia secularizada por las distintas expresiones que ella ha adoptado durante siglos.

Si Saulo Pablo es verdaderamente el autor de Efesio 4:11, si de veras era judío y conocía a Jesús como autoridad y su Maestro personal, bien debió haber escrito tal texto de forma horizontal y no piramidal. Hoy, varios siglos después, se sigue insistiendo en el uso de ese modelo jerárquico “paulino” que hoy se abusa como lo hacen las autoridades civiles y militares; mientras que Cristo mismo, por Su parte, dejó constancia de haberse sorprendido cuando un militar romano le pidió que diera la “orden” que haría que uno de sus subalternos, allegado cercano, fuera rápidamente sanado.

¿En qué hallo una incómoda discrepancia? En que Jesucristo estableció un orden sin jerarquía ni otro señorío que el instruido por Dios en Jesucristo, y Pablo -por su parte- parece contradecirlo. Hoy, de manera repugnante, oigo hablar de la paternidad espiritual -hasta el hartazgo- mientras que Jesucristo mencionó en Mateo 23 que no debíamos llamar a nadie Maestro ni Padre: “Porque UNO sólo lo era”.

Si eres cristiano, verdaderamente seguidor de Jesús, te invito a tomar en consideración las enseñanzas del Maestro, y no las del rabino Shaul Pablo (particularmente cuando ellas contradigan al Cristo). Si sigues a Jesús, si has salido del Catolicismo Romano, mira lo que Jesús enseña sobre la paternidad espiritual y NO LLAMES PADRE a quien no lo sea, ni tengas otro maestro, sino al que Dios ha enviado como Su hijo unigénito.

Tengo años saliendo de la tradición religiosa legada del Catolicismo y del evangelio adulterado. Pablo mismo, supuestamente dijo “que si alguno predicase un evangelio distinto al que se haya recibido, sea anatema...” y, en su carta a los Corintios, también esgrimió una breve defensa al “apostolado” en el que éste sabiamente disertó sobre la preeminencia que los creyentes daban a Cefás (Pedro), a Apolos o su persona, litigando (consigo mismo) que “él no había bautizado -en su nombre- a muchos ni su cuerpo había sido dado en sacrificio en una cruz”. ¿Por qué dejar que las enseñanzas paulinas prevalezcan o tengan preeminencia sobre lo que ha dicho Jesús, el Hijo de Dios?

Pablo habló de su paternidad espiritual. Textualmente dijo que “él engendró” algunos hijos en el evangelio y, aunque sea una bonita metáfora “paternal”, ésta ha producido un gran error en la iglesia universal: En la iglesia Católica (donde sus feligreses llaman Padre a otros hombres que ni se casan, ni engendran hijos) y en la propia iglesia evangélica, disque “protestante”.

No me importa ser despedido de la estima de pastores, ni me importa ya no ser contratado por quienes se identifiquen con el movimiento “apostólico” internacional de “Torre Fuerte” o cualquier denominación que se identifique con la “paternidad” del “apóstol” Guillermo Maldonado, Inerio Morillo, Raúl Ávila, etc.: Ellos son pastores, pero no apóstoles.

Jesús no prescribió una paternidad distinta a la engendrada por el Padre eterno y espiritual. Jesús no dio autoridad a sus 12 apóstoles para hacerse llamar “padres” ni para que adoptaran un paternalismo hipócrita ni forma alguna de personalismo protagónico: La cabeza es Dios y Su hijo Jesucristo.

Cuando Jesús indicó que no llamásemos “padre” a nadie que usurpase la autoridad del PADRE, siendo un simple rabí o “maestro” (Mateo 23), legítimamente indicaba que la preeminencia no se diera a los hombres, que no se les entronase ni idolatrase y, en el mejor de los casos, Éste admitía que ya teníamos un Señor, un Maestro, y que no fuésemos como las otras naciones del mundo. ¿Te preside un hombre en la iglesia, del mismo modo como “preside” un impío o inconverso fuera de la iglesia?

Las autoridades, cualquiera que sean, son delegadas y, cuando no, es uno mismo que, como individuo y ciudadano, se subordina a ellas (tal cual lo hizo Jesús al gobierno de los romanos, pero no a su liderazgo pagano). ¿Por qué llamas padre a quien no lo es? Y, si lo haces, ¿sigues a Pablo o a Jesucristo?

Si entiendes que el Señor Jesús le dijo a Sus discípulos que “todos ustedes son iguales”, que los cristianos no debíamos hacer como las otras naciones en cuanto al liderazgo... ¿Por qué ese culto personalista a tantos hombres como a mujeres que se auto proclaman líderes y desean siempre serlo?

Entiendo que haya hombres y mujeres que disfrutan los beneficios de liderizar movimientos, posturas o actitudes irreverentes, pero no entiendo cuán fácil nos dejamos seducir por el halago o maniobras cliché que -claramente- manifiestan la influencia de sus promotores ¿Han notado cómo algunos imitan la forma de predicar del pastor Guillermo Maldonado (que no apóstol, insisto).

Conozco a varias personas que lo imitan en aquello de “haló” o “están aquí”. También recuerdo al pastor Raúl Ávila y la forma en que dinamizaba el modo en que enseñaba (o enseña): “Díganle al que tienen aldo tal cosa” y, de la manera más ingenua, sus seguidores repetían lo que se les dijese, para luego JURAR cualquier oración o juramento que se les insinuase a recitar de forma pública ¿Sólo yo reacciono alérgicamente a esa forma de dominación ideológica?

La ignorancia nos indujo a llamar "padres" a los curas. El vacío emocional materno nos llevó a la mentira generalizada de llamar "madre" a la mamá de Jesucristo, cuando en ninguna parte de los Evangelios Jesús enseñó eso sino, por el contrario, dijo: "Mi hermano, mi hermana y mi madre es todo aquel que hace la voluntad de mi Padre..." ¡Será que sólo yo tengo estos malos y ciegos ojos?

La iglesia del 1er siglo no habló nunca de paternidad espiritual, sino sólo aquella que Jesús dirigió EXCLUSIVAMENTE al Padre Eterno, no a ningún pastor, no a ningún hermano o ministro pero, los evangélicos lisonjeros -para vergüenza del evangelio- contradicen lo que enseñó Jesús para seguir tradiciones del hombres (que se autoproclaman apóstoles).

¡Lean Mateo 23:8 al 12! ¿No somos hermanos, al mismo nivel? ¿Instituyó Jesús lo contrario?

Por eso NUNCA seguiré a Pablo ni a nadie que ponga de forma piramidal y jerarquizada lo que Jesús puso a un mismo nivel horizontal.

Independientemente de mi postura anti-católica, anti cliché, dejo constancia de que no creo en el movimiento apostólico ni a otro hombre que no sea Cristo ni Dios mismo.

Antonio Toro