Mucho
se dice de nosotros –como prostituidores- pero, cuando una mujer se viste sexy,
visualmente provocativa, ella misma incurre en el cohecho de la prostitución
VISUAL, en la que caemos todos, justo cuando volteamos viendo un trasero
atractivo, un pecho voluminoso y aceitado o un vientre sin panza.
Hablamos
mal del hombre que paga por tal servicio sexual que no tiene en casa, le
llamamos prostituidor mental y visceral; pero somos hipócritas cuando una mujer
nos seduce con sus encantos, nos induce con regalos verbales y visuales, o otra
suerte de ofrecimientos... (Eso, también, es prostituir sin usar dinero).
Soy
otro hipócrita en la hipócrita sociedad de complicidades…
Aun
así, hay gente buena y sincera, que guarda (con reservas) lo que tiene para una
sola persona, cercana a su vida.
No
todos tenemos la misma conciencia, ni todos estamos siempre alertas. ¿Vale la
pena el cuidado o abandonamos y caemos?
Pienso
que hemos caído en exagerar algunas cosas y, siendo así, ya nadie puede desmentir
que a las mujeres no les gusta el sexo y que ellas, también como nosotros,
tienen sus inclinaciones y preferencias (sean las que sean).
Por
experiencia y testimonios ajenos (incluso de amigos), sé que hombres y mujeres
compran “amores” y compran cuerpos.
Suena
duro, quizá impúdico, pero es tal como algunas dijimos: “Si me das un beso, te
doy cualquier cosa”.
De
niños (claro recuerdo) más de una vez dije, o me dijeron, esa frase. No era
nada sexual, sino un beso de afecto; pero por allí nos iniciamos e iniciamos el
derrotero de las transacciones de afectos, de besos ¡hasta sexo! (eso sí es
prostitución).
No
habñaré los cuentos que supe, ni los que he sabido. No confesaré mis pecados
(tampoco estoy absuelto) y, aunque así fuere ¿Esto solo incurso en el delito y
pecado?
Estoy
tratando de enseñarle a mi hija la diferencia de amar y querer.
Tengo
la impresión de que “la programamos mal” y, en lo que a mi responsabilidad se
refiere, le he dicho cosas duras; pero prefiero aprenda de mí que de otros. ¿Se
da por amor o se da para recibir?
Si
tu respuesta es: “Doy para recibir”,
ciertamente, no obras conforme a lo que debe ser el amor, en su concepto ideal.
Si DAS para RECIBIR, en realidad, estás COMPRANDO y transando un bien material
por algo que deseas (sea lo que sea) ¡No es amor!
Si
das por que te das, si das no esperando nada… ¡Te felicito! Haz logrado lo que
todavía yo intento (y de corazón te aplaudo y admiro) ¡Allí llegaré!
Sé
de gente que mendiga amor, amistad; pero hay otra que lo compra ¡que lo
alquila! (porque lo RECIBIDO por CONVENIENCIAS no es amor (tampoco).
Si
alguien te da afecto, amor, placer, a CAMBIO DE LOQ UE TÚ DAS, se hacen
transacciones, intercambios de bienes
por afectos y, en un sentido, se han prostituido los debidos afectos.
Ya
le he dicho a mi hija que, si sus afectos son medidos en función de lo que ella
recibe cae en el error que caímos todos (más de una vez en la vida). Un amor no
se compra (veces se gana).
En
un sentido, el prostituidor ofrece algo para recibir lo que él o ella quiere.
¡En cambio! El que ama da, en lugar de
pedir (y poco repara en lo que ha dado, excepto cuando se desengaña y comprende
que le han engañado; sea por lo que a bien dio y porque nada recibió, al
final).
El
prostituido (a) por su parte, no halla cómo hacer para recibir más sin dar
nada. Ella o él argumenta, se autojustifica, e insiste en recibir: “porque no
la quieren”, “porque le dan tan poco”.
¡Ojo!
Si alguien en tu vida comienza a decir así observa cuál es tu rol ¿Eres
prostituido o prostituidor?
No
quiero ahondar más en el tema pues, la verdad, no me agrada y, a la sazón,
muchas veces fui prostituidor y, otras tantas, prostituido…
¡Que
Dios l@s bendiga!