Tuesday, January 08, 2013

Mutilados de la vida y explotados del alma


Estos días de diciembre 2012, hice algunos experimentos. Exploré áreas marginales de la sociedad y, para mi sorpresa, la diferencia no es mucha a la que conocemos en las redes sociales ni a la realidad de las calles o urbanizaciones.
Hace siglos avanzamos por el derrotero mercantilista y materialista. El mismo Jesucristo, en Sus tiempos, ya comentaba y nos hizo notar que, los fariseos y algunos líderes de aquel sacerdocio rabínico, eran amigos del dinero y, al momento de ver a la viuda pobre lanzar su monedita al tesoro del templo, el mismo Señor advertía que, quienes ofrendaban “daban de lo que les sobraba” mas –aquella anciana- daba todo lo que tenía y, “esa insignificancia”, valía más que aquello que se daba sin sacrificio de alegrías, con desgano de almas y, por abundante que fuera una ofrenda, la consideraba poca, si esa no era dada con una buena actitud, no por generosidad a regañadientes.
Hace mucho la vida de millares de personas avanza por los rieles del progreso económico, material. De recolectores de alimentos silvestres, avanzamos hacia la agricultura de subsistencia y, posteriormente, a la producción de frutos y bienes, en escalas jamás imaginadas. Salimos de lo bucólico y lo artesanal, hacia lo industrial y poli manufacturado. Salimos de rediles, de pastos verdes y odres rotos, para avanzar a nuevos procesos tecnológicos que la tecnología rudimentaria del campo ignoraba, cuyas máquinas robóticas jamás dispondría…
Cincuenta o más años atrás, Cecilia vestía una sola prenda de vestir. Al anochecer, antes de irse a dormir, colgaba su vieja falda, su raída blusa, a un lado del calor de las ascuas del fogón, a fin de que le amaneciera seca, para ponérsela al desvestirla un nuevo día.
Su troja, que no era una cama acolchonada. Se cubría con las “sábanas” de un saco viejo de cocuiza, cuyo deterioro le otorgó el privilegio de jubilarse para servir en otras necesidades de una casa rural de otros pobres.
Una vez al año, si la providencia les favorecía, llegaban a comprar un par de alpargatas y, para pocos afortunados, un par de zapatos de cuero puro era un soberano lujo (hasta cierto punto, a mí –también- me consta).
Hoy la riqueza es otra (en algunas partes del mundo). Puede que Cecilia ya no padezca las limitaciones de aquellos días de su infancia, pero gente de este mundo sólo usa un par de zapatillas de plástico, un harapo por prenda de vestir, y otros andan todavía descalzos…
Siglos atrás, sólo los reyes usaban genuino cuero... Hoy, esas bondades, llegan a más personas y, al mismo tiempo, alcanzan a menos. ¿Es por ello el progreso material sórdido?
Ciertamente, en alguna medida, mi economía mejoró o, por otro lado, lo inaccesible se abarató (y me alcanzó).
Hoy puedo tener tres pares de zapatos, media docena de pantalones y una docena de camisas ¿Siempre fue así? ¿Es peor para otros?
Hoy puedo comprarme artefactos que antes no existían y, naturalmente, no tenían el precio abaratado de hoy; pero ello no significa que gane más o que con poco dinero se compre de más…
¿Qué hace nuestra vida diferente?
He podido surcar varias escalas sociales. No pertenezco a ninguna y, en el caso más probable, considero estar dentro de la escala económica más baja: La de los desempleados y subempleados.
Antaño, cuando la vida familiar rural era más autárquica, más artesanal y pionera de los campos, todo giraba en torno a la agricultura, la posesión y consolidación de la tierra (como un bien “permanente”) y la ganadería o avicultura daba subsistencia  alimentaria…
¿Qué puede cosecharse bien en la ciudad?
Los espacios están restringidos (o reducidos) por hacinamientos humanos de concreto. Si las labores del campo eran tarea de varios hombres y tantos días, la industrialización mudó las faenas del campo a la ciudad y, en lugar de esperar por las cosechas, queremos modificar lo natural por lo artificial y sintético.
Si antes había “riqueza” y siempre (como ahora) tan mal repartida ¿Servía a más el dinero? Si no se la tenía en billetes, sino en simples monedas de metales innobles ¿alguna vez se tuvo suficiente? Hoy, que la riqueza no es por la tenencia de oro, plata ni monedas, si el capital no te hace hombre rico, sino la sobreproducción de bienes o billetes que sustituyan la moneda ¿Qué no se deseará comprar cada día, si se elabora de todo y antes, sólo era una menudencia productiva y los mercados eran insignificantes (en lo que produce y ahora se vende).
Puede que haya cosas deseables, “necesarias”… pero nada como el mercado de las transacciones de hoy. Lo que deseas tiene un precio y, si no se ha vendido o tomado, también, puede justipreciarse en un tipo de transacción o intercambio.
En mi viaje, exploré la superficie del mercado prisionero. No lo hice a nivel nacional, sino en el escenario extranjero. Paseé por varios nombres, nuevos perfiles, y hallé varias constantes: Lo recurrente es la diversidad y los cambios.
Una joven, por ejemplo, con modestia habla de su lesbianidad… Es una latina que, según ella, desde muy joven, ha pasado su “adolescencia” tras las rejas y, no pudiendo aprender del bagaje de la experiencia de la calle, tuvo que asumir su rol sexual con las mujeres que le acompañaron, forzaron o indujeron en las celdas…
De una forma inusual, sin mucho tecnicismo, argumenta el potencial que tiene como “mujer” y esposa. Siendo que jamás ha tenido un hombre, que su virginidad yace límpida, se ha propuesto cambiar de conducta sexual y, “si logra hallar al hombre adecuado”, el tal gozará el privilegio de su virginidad y exclusividad sexual. ¿No exagera o miente?
Ella, según cuenta, no ha pasado de 30 años así y, en menos de 5 saldrá de la cárcel. Ella necesita (y desea) que su aspirante campeador la visite a la celda, que la conozca y la contacte y, en resumidas cuentas, el aspecto deseable que ella anhela hallar en ese caballero para que la despose o pretenda, está lo material. No describe cómo lo sueña o desea, excepto por lo exitoso y su estado financiero (para alguien preso, privado de las libertades económicas que produce el trabajo, esos atractivos no sólo son deseables, sino que son una necesidad dentro de la celda en la que sobrevive) (Los presos y las presas dependen de los ingre$os que puedan procurarse de cualquier modo, sea con los medios lícitos e ilícitos) (sus mentes debes ocuparlas en algo que les dé alicientes o incentivos de otra esperanza).
Ella no pide un hombre alto o bajo, ni fiel o noble. No lo describe de forma física y, además, no parece tener el background de referencias emocionales pues, según narró, es lesbiana (de hombres no sabe nada). Sin embargo, de las tres características que enunció y desearía, la última es que el tal tenga “libertad financiera”. ¿Será ese el centro de sus atenciones y relaciones, una vez que salga libre?
En una sociedad de dependencias y competencias singulares como ésta, una en la que no podemos cosechar el alimento de la nada ni realizar un trueque igualitario, en un negocio justo para todos (por la inversión no equitativa de tiempo o bienes) de alguna forma se hace necesario homologar el valor de tales intercambios o servicios, con la definitiva retribución de gozo, satisfacción o placer, en una transacción que pague con valor al tiempo de disfrute libre o dinero que compre otros placeres o bienes terrenales…
Dos mil años atrás, tanto como podría ser hoy, Satanás tentó a Jesús en la prueba de un árido desierto. Carente de agua y de pan, así como de otros gozos terrenales, Satanás le abordó en aquel ayuno largo, con una idea de que Cristo sacara comida de la tierra (Mat. 4:3) y para que le adorara (Mat. 4:8-9) so pretexto de una “bendición” materialista que le compensaría. Si Jesús no supiera la verdad, si fuera permeable a la mentira, sería tan débil como nosotros; pero no flaqueó en Su debilidad física, no se quebrantó Su férrea voluntad, y soportó las pruebas de Satanás, en medio de un abierto vacío e incómodo desierto. ¿Qué nos abate y ciega la mente? ¿Qué nos tienta al quebranto de la intención de la voluntad?
Cecilia soportó la prueba de la escasez de años mozos. Su juventud la pasó en una casa de humilde bahareque, con techo barato y sin los beneficios de la electricidad ni acueductos cercanos. Hoy tiene más ropa de la que usa o necesita y, su satisfacción de vivir, no está en la tenencia de bienes materiales (aunque son muy convenientes).  
Hoy, millares de personas, viven en condiciones similares (y peores) que las vividas por Cecilia. Quizá ésta no sea una vida religiosa ni para pruebas, pero todos, en alguna medida, la estamos viviendo de algún modo, y tiene el enfoque que deseemos darle a cada momento de la vida.
¿Qué decir de alguien prisionero? ¿No le invade el resentimiento, tanto como nuestras ansiedades?
Alguien encerrado en una limitada celda, tanto como los que nos consideramos libres, puede estar encerrado y cautivo de equívocos y raras ideas. Puede que tengamos las llaves de cerrojos y de todas las puertas, pero seguimos encarcelados –prisioneros- de locas e imprácticas ideas.
Cada quien, como le parezca, decide abrir y cerrar los portales de su mente. Puede que yo quiera seguir encerrado en la idea de que, con mucho dinero, mi vida cambiaría y saldría de esta nación (o del mundo) pero –hasta el día que no abra verdaderamente mis ojos- seguiré cautivo a la verdad que de veras me hará libre. ¿Es dinero lo que me colmará de dicha? Y, de ser así, ¿Por qué un millonario se suicida o se entrega a las drogas o a las bebidas alcohólicas o a los excesos de intoxicantes de comidas o placeres terrenos? Si la pobreza fuera un estado de felicidad, si las carencias o las pruebas extremas de la miseria o la escasez fueran la respuesta inversa a los estados intermedios de la riqueza y su opulencia ¿Por qué los que son pobres se abandonan a sus inhumanas miserias, al abuso de drogas y a los mismos excesos que pervierten a los ricos?
A todos nos gusta el sexo, la sensación embriagante del placer o la lujuria de lo que parece erotizante y afrodisíaco pero, por milenios, la humanidad ha sucumbido entre tales extremos.
Puede que yo delire en un burbujeante enamoramiento. Puede que el romance y su erotismo me seduzcan, pero hecha la conquista, el efecto “narcótico” del amor, del dinero y cualquier cosa que pueda comprar o recibir con poder mutan, me cambia: Demuda o me desnuda. ¿Qué produce el gozo en mi alma?
La chica, en la cárcel, cifra su esperanza en “la llegada” de cierto hombre. Según dice, nunca se ha enamorado, nunca ha conocido el amor de un hombre ¿Cómo sabe de ese sentimiento? Si su experiencia sexual sólo estuvo ligada al placer de mujer y no del amor de un opuesto complementario. Y, en el caso de que un hombre la sacie (muy probable, a su edad) ¿La holgura económica sostendrá esa relación? Claramente, en el contexto de lo que ella ha dicho, su necesidad no está EN AMAR, sino en “ser amada”, particularmente si es “un hombre con éxito económico y libertad financiera”. Es decir, aparte de que sólo aporta el Capital de “su virginidad” al negocio que desea emprender con esa supuesta inexperiencia de vida (luego que salga de la cárcel) también espera hallarse con un “líder”, que resulte ser generoso, económicamente (cosa muy razonable, particularmente si es de naturaleza dócil y no rebelde) pero ¿No puede medirse la generosidad con otros parámetros?
La mayoría de las mujeres “libres” piensan del mismo modo económico.
Un hombre que no es auto$uficiente, será una carga económica en cualquier relación. Si éste no puede asumir la responsabilidad del cuidado de sí mismo, no podrá cuidar de ella ni de sus hijos. ¿No es el mismo recurso que emplea la naturaleza de otros seres para elegir a sus parejas? Una manada no escoge un líder débil. ¿No batallan los siervos la elección de la hembra que cortejan? ¡Hasta un perro pelea y muerde a sus rivales!
Es un hecho muy pocas mujeres de occidente den importancia a la castidad o la virginidad, sin embargo, ya se comercializa un tipo de cirugía que “la devuelve” y, aunque la experiencia esa no es un capital valedero para la transacción del amor, quizá lo sea para el negocio del sexo (pero, en un matrimonio, todo va de la mano).
Alguien pródigo en caricias, en detalles y atenciones, tal vez, puede ser frugal como pareja. Sin embargo, he visto, la gente que más exige no se digna a invertir en un mensaje de texto, porque “se le gastan”. La persona que más pide, usualmente, es la menos tierna o generosa en una relación. Cuando hace una visita, está más pendiente del tiempo. Si ella es la que telefónicamente llama, la calcula por dinero y te pide que -de inmediato- se la devuelvas “porque no tiene saldo” y, hasta lleva el conteo de las veces que lo hizo. Extrapolando un poco, uno puede darse una idea de “lo que sobrevendrá”…
Estos días hubo una chica de Inglaterra, que, en su manifiesto, proclamaba el deseo de hallar a un hombre especial, que le moviera el piso “que le diera todo y que fuera super distinto”. Cuando leí su escrito me sorprendí y pensé: “¡Pardiez! ¿Está cree que todo eso sale de la nada, y viene regalado envuelto en lindas sábanas de seda importada?
No recuerdo el término que emplea la Dra. Pilar Sordo para definir esa clase de fantasía romántica o realismo mágico. Es una forma de idealizar las cosas sin el paso creativo de hacer nada, sin moldearse a nada; como si todo en esta vida viniese sin esfuerzo, sin algo más que “un aporte” de aceptación o perseverancia.
La chica de la cárcel y la chica de Inglaterra se parecen a muchas que he conocido. Ellas, pero no todas, se sientan a esperar que las cosas pasen solas, como si no debieran SER PARTÍCIPES, como aquella mujer que se tiende –de espaldas en la cama- y sólo abre las piernas…
Doy gracias a Dios porque no toda mujer piensa ni actúa así. Agradezco a la vida que no todas son cómodas ni acomodaticias; pero no voy a ser hipócrita diciendo que no existimos hombres que soñamos de la misma manera facilista: Es trabajo de todos hacer que la vida sea mejor para ambos.
Alguien, estos días de diciembre me dijo: “No me casé para que mi esposa me hiciera feliz, sino para HACERLA FELIZ YO, a ella”. ¿No es eso el amor verdadero? Dar, en lugar de recibir siempre, unilateralmente.
Muchísimas personas, cuando van de paseo a ver tiendas, se deleitan comprando con los ojos, porque no ganan suficiente dinero para satisfacer lo que anhelan. Y, cuando se ven en la necesidad de presentarse, procuran vestirse con su mejor ropa, fotografiándose en gala y corbata, y eso me recuerda cómo mucha gente exhibe sus fotos: De hecho, más de una vez, he sabido de caballeros que dan su nombre y, de inmediato, sacan la credencial de un título como aquel joven que mete la barriga para sacarse el pecho… ¿No es el mecanismo -de apariencias- que exhibe el venado de largos cachos? Las damas, igualmente, se reconocen por los lugares finos que frecuentan, las modas que visten y la dote física que proclaman y desgastan (funcionamos como el pavo real).
La mayoría de nosotros estamos a la búsqueda de quien nos haga feliz y, sin embargo, el secreto es hallar a ese ser quién esté dispuesto a esperarnos hasta que aprendamos a dar la felicidad que anhelamos para nosotros mismos.
Hay momentos que son difíciles, pero lo importante es hallarse (en medio de ellos) con la persona que esté dispuesta a seguir a nuestro lado: El dinero y el tiempo se acaban, pero no siempre se pierden todas las oportunidades de dar o recibir.
Hoy, Lilly, me hizo reflexionar en la Gracia y la Invitación que NOS hace Dios (Lucas 14:15-24) y, posteriormente, ella misma me escribió: “Toda invitación que nos hace el Señor ES UNA OPORTUNIDAD: O la aprovechamos o la perdemos”.
Ciertamente, muchas oportunidades las perdemos en circunloquios, infantiles excusas que no sirven ni de pretexto, mientras nuestro tiempo se agota, pero somos renuentes a comprender a la gran lección:
·         CREER
·         Y movernos en Su dirección.
Puede que parezca una locura crecer y CAMBIAR dentro de las estrecheces, pero “EL PROGRESO DEL PEREGRINO” es un libro escrito desde la penuria de la cárcel (tal cual sucede en muchas vicisitudes de la vida). David, por ejemplo, para poder ser coronado rey de Israel, tuvo que vivir 14 años huyendo de las amenazas del rey Saúl ¿Acaso no era David parte de su corte? ¿No fue él ungido por MANDATO de Dios? ¿No tengo yo -o Ud- una investidura de “hijo”? Así sea bajo la promesa de una futura adopción (que me redime) parcial o totalmente de la temporalidad o “realidad” circunstancial.
La chica de la cárcel no es realista, sino natural y humanamente ambiciosa. La chica de Inglaterra “quiere todo”, pero no está dispuesta a sacrificar nada… Sin embargo, en una metáfora muy parecida, Jesús me enseña que, SI QUIERO REALMENTE ALGO, debo estar dispuesto a mi cuota de sacrificio, mi parte del pago: “El reino de Dios es semejante a aquel hombre que HALLANDO UN TESORO, viene y lo esconde y, tras haber vendido todo (su sacrificio) regresa y compra la propiedad del terreno…”. Para TENER PLENOS DERECHOS, para quedarse con lo que vale, hay que adquirir la propiedad. ¿Hay una aplicación práctica? ¿Obró con una actitud secular? (¡Sí! Nada dijo) y, es obvio que, si yo quiero algo (a ALGUIEN) debo sacrificar para ganar plenos derechos, sea una propiedad o un lugar en posesión.
Si yo me encuentro un tesoro, en un terreno ajeno, no tendré pleno disfrute ni derechos en lo que esté metido en tierras de otro: Si quiero una mujer, tendré que sacrificar lo que ella me cueste, no sólo con el matrimonio, sino por conquistarle sentimientos y atenciones, su lealtad, su confianza y devoción, la comunión del compañerismo y todo lo que entrañe afectos.
Yo debo asegurarme que no haya otro hombre en su vida. Debo estar seguro de que soy la medida de lo que ella desea o anhela y, obviamente -de mi parte- debo estar muy seguro de que se ajusta a mi horma, a mis gustos y deseos, porque es una locura involucrarse con alguien cuya fe no está fundamentada en Dios, en el cristianismo bíblico (aunque haya otras creencias religiosas y espirituales que promueven el liderazgo masculino). Si uno no asume ese rol “parental”, proveedor, dentro y fuera del matrimonio, es probable que alguna mujer ponga la virilidad en entredicho, la masculinidad en deshonra, y es OBVIO que tal mujer sólo piensa en términos seculares (poco cristianos) respecto a la “igualdad” de roles y sexos, puesto que ella (o él) acomoda esos “valores” a LA CONVENIENCIA de sus interpretaciones o INTERESES: Eres hombre si das. Eres cruel y poca cosa si no eres su proveedor. ¿Se basa tu amor en los bienes que recibes o en lo que das? Si tu relación amorosa se mantiene POR LO QUE RECIBES, sea material o inmaterial, ¿No hay algo que, en sí, les prostituya?
Tal como lo dijo una conocida, quién escribió un artículo llamado “LA PROSTITUCIÓN COMO ALTERNATIVA”. Si tu permanencia en una relación de pareja obedece a necesidades o motivos ECONÓMICOS (y no sentimentales) el “vínculo” que los mantiene cerca es semejante al “vínculo” de la prostituta (o el prostituidor). Si estás con alguien sólo por lo que recibes (no por lo que das) simplemente haces un intercambio emocional o sexual por dinero (como una prostituta, como un gigoló).
¿No pasa igual con la religión?
¿Te acercas a Dios por razones auténticas, genuino amor, o por lo que Él dice te dará o ya te da?
La religión de muchas personas se quebranta cuando ésta no nos llena, ni responde a nuestras humanas búsquedas o inquietudes y vacíos espirituales. Es fácil entender cómo se deteriora una relación de parejas pero, en materia de fe -de creencias- muchas circunstancias pueden deteriorar NUESTRA relación, incluso, los privilegios que Dios NOS concede en Su derecho divino: ¿Qué hizo Dios con aquellos que rechazaron y se excusaron en Su llamado?
En Lucas 14: 24 el Señor de la Gran Cena rechaza a los que había invitado (para volverse a los que nada tenían, para invitar a los enfermos, a los mutilados de la vida, a los que perdían la esperanza).
Pobres, mancos, ciegos –pero no sordos- respondieron a ese llamado (Lucas 14:21-22).
La Gracia de Dios (Sus invitaciones, Sus oportunidades) pueden opacarse en la temporalidad de esta realidad relativa del día a día rutinario. Puede que yo anteponga prioridades a las actividades importantes, desplazándolas por simples intereses que seducen o brindan rápido placer o alivio; pero no es tan difícil poner las cosas en su justa perspectiva: Primero Dios, luego lo humano.
No es mentira que dejemos pasar grandes oportunidades, en un momento de placer que no produce el gozo más profundo o más ansiado que la dicha o la paz. A veces, como Esaú, vendemos el privilegio de la primogenitura ESPIRITUAL por un plato de caraotas o por el letargo de la cama ¿Se disgusta Dios cuando lo rechazamos? ¿Se contenta en nuestro abandono e indiferencia?
Si entre los amantes, las parejas, la indiferencia afecta ¿No ocurre igual si somos hijos o dejamos de ser padres?
Alguien que no haya tenido padre, no sabe qué es su ausencia. Alguien que no haya experimentado el rechazo de sus hijos, no conoce ese dolor y, en relación a mujeres y hombres, ya se sabe qué nos duele y qué conduele. ¿Acaso, algo, así es amor?
La voluntad humana está siendo entrenada para una vida en eternidad. Es tan fácil y pasivo recibir, pero –como adultos- estamos siendo entrenados para dar y: “Más bien aventurado es DAR que recibir” ¿Sólo se aplica a la vida de dar para la iglesia? ¿No es tu casa el mejor ejemplo de lo que SACRIFICAS por amor? Dar es amar. Dar es amor. Solamente recibir es egoísta, egocéntrico. El llamado es a DAR, a darse, tal como una semilla que, para cosechar, hay que sembrar ¿No pasa así, en la naturaleza? Una semilla muere, cae en tierra y -al cabo de un tiempo- su vida se multiplica… ¡Eso es lo que hizo Cristo! Murió y, luego de Su sacrificio, Su vida dio vida a otros (a ti, y a mí).
El cristiano, aun con tropiezos, está camino a dar su vida por la vida de otros. Hay momentos en que somos egoístas, pero podemos recibir, aprendiendo a dar, primero.
Hay raíces que nos impiden a crecer. Hay amarras que nos mantienen asidos a lo bajo del suelo y no nos dejan brotar como retoños de un nuevo árbol (Hebreos 12:15). Sin saberlo, muchas veces, impedimos este normal crecimiento humano y espiritual ¿Qué nos ase del suelo? ¿Qué amarras no nos dejan navegar por nuevas corrientes de la vida?
Muchas veces, el no querer despertar a la realidad nos mantiene cegados a la luz de la verdad. Hay un empeño a no colocarnos los lentes espirituales que nos permitan ver bien las cosas que no queríamos ver.
Puede que mi pobreza no se deba a mi falta de ingresos, sino a un abuso en mis gastos. Puede que sea pobre no por carecer de empleos, sino por mi negligencia a hacer bien cada uno de los trabajos.
Puede que sea rico, pero no valoro la riqueza que tengo. Puede que sea realmente un millonario, pero no aprovecho bien cada uno de mis talentos. ¿Me ajusto bien los lentes espirituales? ¿Estoy dispuesto a pagar el precio del sacrificio de cada cambio?
Arturo, por ejemplo, tenía la tendencia a la gordura. Por años, luchó con su sobrepeso. Hacía ejercicios y no lograba mantenerse delgado ni flaco… Cierto día, con una operación quirúrgica,  se extirpó parte del intestino y del estómago ¡Véanlo ahora! (Está flaco). En lo sucesivo, de por vida, su comida es muy distinta y debe suplirla con vitaminas y minerales (paga el precio de lo que quiso).
Algunas cosas, como esas, cobran un precio muy alto ¿Estoy dispuesto a pagarlo? Cristo, por Su parte, vivió poco menos de 40 años ¿Cómo pagó lo que quería, ese último año de vida?
No tuvo hijos, no tuvo una familia (ni el placer de una esposa) pero Su misión fue cumplida.
¿Qué misión tengo yo?  ¿Qué misión cumplirás tú?
Son cosas que se decidan.
Quizá es momento de cierto arrepentimiento, de algún cambio de conducta, y con este escrito te animo a ella (yo mismo debo hacer mis ajustes).
Típicamente, en muchas culturas, la mujer sigue deseando hallar a un hombre proveedor. Si no lo es en el aspecto económico, debe serlo como buen amante (XXX). Si no lo es en ello (ni en ambos) será desplazado por otro o por la generación de relevo (tal cual pasa en la irracional naturaleza, en las manadas de animales, entre venados o gorilas, por ejemplo).
Hoy, muy distinto a otras décadas, la mujer se ha independizado del sustento masculino y, consecuentemente, el hombre se ha emancipado de algunas cargas económicas: Si ya no cuida de los gastos de su primer matrimonio, habrá de cubrir el costo del nuevo (quizá con hijos ajenos).
Hoy, no toda mujer busca a un hombre para procrear ni darse acomodo con sus hijos; sin embargo, cuando halla a un nombre que le guste, que con incentivos le atraiga, evaluará el exterior y el interior de lo que le guste y, en algunas culturas, ella misma le propondrá al hombre sus deseos de sexo, sin la necesidad de vínculos afectivos, sin tener una relación interpersonal, y es muy común “mercadearse” en sitios como Facebook o en adultism; puesto que “la realidad” sexual es proclamada con fotos, con imágenes sugerentes, con ideas directas o subliminales, y la secularidad ha invadido todo aquello que no brindemos contra el ataque de lo que abandonamos al deterioro a la desidia moral o a cualquier forma de lujuria o negligencia.
Esa emancipación indirecta de algunos hombres (entre quienes me incluyo) se debe a la responsabilidad que asume la mujer por el cuido de sus hijos y, si ésta no ha hallado pareja, si ella no ha podido endosarle a otro el cheque humano que engendró un divorcio o separación, ella misma termina por cubrir sus necesidades maternas, minimizando las afectivas o sexuales.
El divorciado, sea muy culpable o no de la situación (los únicos inocentes son los hijos) queda a la deriva. Puede que la parte económica de sus hijos supla pero, para entrar en una nueva relación, debe asumir el reto de responsabilizarse de una nueva carga emocional y económica, sin comprometer el bien de los hijos que tuvo primero y, si ha hecho lo propio para no volver a engendrar, es probable que –quienes estén dispuestas a vivir en pareja- también estén muy deseosas de participar en la maternidad, a esas edades en las que ya uno no quiere lidiar con las inconveniencias de la lactancia, pañales desechables o repentinas visitas al médico.
Una mujer, emancipada o no, siempre dirá: “¿Con qué se supone me vas a mantener?” porque no todas asumen la carga como un asunto de dos y, lo que entienden por hombría, es la disposición de ese hombre que pretende mantenerla. ¿Qué pasa luego del romance y la seducción? Y, una vez que viven juntos y se casan ¿Qué pasa con aquellas largas y frecuentes salidas?
Durante el proceso de la seducción y el cortejo, parecía que el dinero sólo importaba para acercarse y mantenerse juntos. Si no hay amor, si no se halló “lo que se ansiaba”, ese dinero y ese tiempo, alguno de ellos (la mujer o el hombre) intentará volcarlo en otra relación.
Ese adagio de “no sólo de amor vive el hombre” es cierto. El pan y los afectos son importantes, pero cada persona decide cuáles son los esenciales en una relación: Una mujer gusta el disfrute de la opulencia, mientras que otro decide cómo vivirá el resto de sus días.
¿Ha de ser una carga compartida? ¿Sólo en lo material y no en las contribuciones y aportes emocionales?
Una cosa confirmé, mientras más te exija una personas, es probable que ella o él sea perezosa o tacaña en dar de sí.
He observado el mismo defecto en mí y en otros.
Cierto día, en uno de esos pastores alineados a la doctrina de prosperidad y al neo apostolado, noté el exagerado énfasis en su predicación sobre el dinero y, obviando ciertos comentarios, una de sus “ovejas”, conversando en la confianza de mi visita, le comentó: “¡Pastor! Ud., lo que debe hacer, es hallarse a doce ovejas que puedan mantenerlo a lo largo de cada mes. Si es una familia, haga que una de ellas lo mantenga en enero, otra en febrero y, a vuelta de un año, habrán sido 12 familias que lo mantienen…”
¡Me quedé callado!
No critiqué esa clase de complicidad en la que no quiero verme involucrado (misma que decepciona a tanta gente del evangelio). ¿Qué tal si Pablo Saulo no es un invento fraguado dentro del mismo catolicismo?
Hay muchas formas de seres mutilados, ciegos y cojos, pero me cuido de no formar parte de las filas que les mutilan emocionalmente, que mancillan el buen nombre de Cristo, a causa de su avaricia, su falta de fe o de amor disfrazado.
El alma es un taller muy delicado.
Dios necesita trabajar desde la santidad de Su laboratorio para restaurar el corazón de los que han sido desengañados y explotados.
Papá Dios” necesita nuestro tiempo para participar en ese proceso de restauración, de reconvención y negociaciones.
Yo imagino intentar vivir lo que me quede de vida en esta tensa calma. He perdido la fe en muchas cosas, quizá en los hombres, pero no en ese Dios que me alienta a mejores cosas, a superarme, a ser distinto (aunque no mejor que nadie).
He querido cosas que no se compran, pero la vida paga o te cobra. He sido ciego y, aunque miope, con pena algo veo.
Me importa la vida, lo bueno que pueda y me acceda, pero no lastimaré a nadie; aunque diré la verdad, duela a quien le duela (es como la punzada de la penicilina: El pinchazo primero duele, pero al final te sana).
Para concluir, la parábola de Lucas 14:15, más bien parece una indirecta que Jesús hace a nuestros humanos apegos terrenales. Todos pondríamos excusas para no separarnos de nuestros intereses, conveniencias, si se nos invitara a una cita con el cielo. Antepondríamos los bienes y placeres de esta vida, si dios nos invitara a un inmediato encuentro: Fíjate en las excusas que usa como ejemplos: Razones o argumentos materiales, prioridades de sustento en actividades productivas, reproductivas y sexuales. Y, tal "fiesta" en la parábola, no es más que una figura metafórica para sostener una COMUNION ESPIRITUAL con el Señor y Su pueblo... Son las mismas excusas que esgrimimos desde más de dos mil años. Sin embargo, el enojo del Señor es CREATIVO: Invitó a quienes ya NO tienen NADA de qué asirse, a fin de que Su fiesta y REUNIÓN se lleve a cabo. ¿Qué te parece? Ahora invita a toda las razas y clases sociales, a enfermos e impedidos físicamente... ¡Que se llene Su casa! ¿Eso aplica sólo a la iglesia terrena? No, sino a la casa, que debe ser el hogar.
De mi parte, quizá no quiera hacer el trabajo. Admito estar desanimado, desmotivado y, como muchas personas, además del pasto que sostiene su mi vida, necesito la COMPAÑIA de alguien particular. Hay miles de personas solas (emocionalmente) aunque lucen rodeadas de gentes con quienes NO SE IDENTIFICAN ni hallan un sentido de PERTENENCIA...
Yo no dirigiré a nadie a ningún grupo cristiano que no conozca o que se maneje con enseñanzas de hombre. No acercaré a nadie a ningún rebaño asediado por lobos doctrinales –explotadores- donde cada ser no halle respuestas o no satisfaga sus apetitos humanos o sus legítimos deseos del alma. ¿Busca ella el amor? ¿Desea oír la voz de Dios? Hombre y mujer necesitan lo mismo.
Yo, como cualquier otro, tengo preguntas e intento vivir la vida como pueda: "NO SOLO DE PAN VIVE EL HOMBRE" (Y Dios me da el pan, pero hay otros apetitos en mi ALMA).
Hay inquietudes sin respuestas y ya sé que muchas no merecen ser repreguntadas (no serán respondidas) pero intento librarme del asedio de mi alma y, si yo mismo no tengo respuestas ¿Cómo induciré a nadie a no buscar soluciones?
La respuesta siempre es Dios, y pierdo tiempo al decirme “¿Quién me saciara? (fuera de Él). Sin embargo, no me quedaré cruzado de brazos. No aguardaré por el mundo, no abrigaré esperanzas del pagano; pero no induciré a nadie a extraviarse, DONDE YO MISMO no he hallado respuestas: Vivo en mi tiempo y según mi necesidad.
Básteme, en adelante, no cruzarme en la pasividad de la espera y, si tal día llegase, no debo olvidar que debo cargar un peso y pagar el precio de lo que pudiera ser una cruz (aunque “Alguien” ya la canceló: Por el amor de Jesús).
El precio de Su gracia, no está sólo en Su sacrificio, sino en el pago de mi obediencia y constancia: Con paciencia se ganan nuestras almas (Lucas 21:19).

A.T.    Jan 8, 2013