Estos días de diciembre 2012, hice algunos
experimentos. Exploré áreas marginales de la sociedad y, para mi sorpresa, la
diferencia no es mucha a la que conocemos en las redes sociales ni a la
realidad de las calles o urbanizaciones.
Hace siglos avanzamos por el derrotero
mercantilista y materialista. El mismo Jesucristo, en Sus tiempos, ya comentaba
y nos hizo notar que, los fariseos y algunos líderes de aquel sacerdocio
rabínico, eran amigos del dinero y, al momento de ver a la viuda pobre lanzar
su monedita al tesoro del templo, el mismo Señor advertía que, quienes ofrendaban
“daban de lo que les sobraba” mas
–aquella anciana- daba todo lo que tenía y, “esa insignificancia”, valía más que aquello que se daba sin
sacrificio de alegrías, con desgano de almas y, por abundante que fuera una
ofrenda, la consideraba poca, si esa no era dada con una buena actitud, no por
generosidad a regañadientes.
Hace mucho la vida de millares de personas
avanza por los rieles del progreso económico, material. De recolectores de
alimentos silvestres, avanzamos hacia la agricultura de subsistencia y,
posteriormente, a la producción de frutos y bienes, en escalas jamás imaginadas.
Salimos de lo bucólico y lo artesanal, hacia lo industrial y poli
manufacturado. Salimos de rediles, de pastos verdes y odres rotos, para avanzar
a nuevos procesos tecnológicos que la tecnología rudimentaria del campo
ignoraba, cuyas máquinas robóticas jamás dispondría…
Cincuenta o más años atrás, Cecilia vestía
una sola prenda de vestir. Al anochecer, antes de irse a dormir, colgaba su
vieja falda, su raída blusa, a un lado del calor de las ascuas del fogón, a fin
de que le amaneciera seca, para ponérsela al desvestirla un nuevo día.
Su troja, que no era una cama acolchonada.
Se cubría con las “sábanas” de un saco viejo de cocuiza, cuyo deterioro le
otorgó el privilegio de jubilarse para servir en otras necesidades de una casa rural
de otros pobres.
Una vez al año, si la providencia les
favorecía, llegaban a comprar un par de alpargatas y, para pocos afortunados,
un par de zapatos de cuero puro era un soberano lujo (hasta cierto punto, a mí
–también- me consta).
Hoy la riqueza es otra (en algunas partes
del mundo). Puede que Cecilia ya no padezca las limitaciones de aquellos días
de su infancia, pero gente de este mundo sólo usa un par de zapatillas de
plástico, un harapo por prenda de vestir, y otros andan todavía descalzos…
Siglos atrás, sólo los reyes usaban
genuino cuero... Hoy, esas bondades, llegan a más personas y, al mismo tiempo,
alcanzan a menos. ¿Es por ello el progreso material sórdido?
Ciertamente, en alguna medida, mi economía
mejoró o, por otro lado, lo inaccesible se abarató (y me alcanzó).
Hoy puedo tener tres pares de zapatos,
media docena de pantalones y una docena de camisas ¿Siempre fue así? ¿Es peor
para otros?
Hoy puedo comprarme artefactos que antes
no existían y, naturalmente, no tenían el precio abaratado de hoy; pero ello no
significa que gane más o que con poco dinero se compre de más…
¿Qué hace
nuestra vida diferente?
He podido surcar varias escalas sociales.
No pertenezco a ninguna y, en el caso más probable, considero estar dentro de
la escala económica más baja: La de los desempleados y subempleados.
Antaño, cuando la vida familiar rural era
más autárquica, más artesanal y pionera de los campos, todo giraba en torno a
la agricultura, la posesión y consolidación de la tierra (como un bien
“permanente”) y la ganadería o avicultura daba subsistencia alimentaria…
¿Qué puede cosecharse bien en la ciudad?
Los espacios están restringidos (o
reducidos) por hacinamientos humanos de concreto. Si las labores del campo eran
tarea de varios hombres y tantos días, la industrialización mudó las faenas del
campo a la ciudad y, en lugar de esperar por las cosechas, queremos modificar
lo natural por lo artificial y sintético.
Si antes había “riqueza” y siempre (como
ahora) tan mal repartida ¿Servía a más el dinero? Si no se la tenía en billetes,
sino en simples monedas de metales innobles ¿alguna vez se tuvo suficiente?
Hoy, que la riqueza no es por la tenencia de oro, plata ni monedas, si el
capital no te hace hombre rico, sino la sobreproducción de bienes o billetes
que sustituyan la moneda ¿Qué no se deseará comprar cada día, si se elabora de todo
y antes, sólo era una menudencia productiva y los mercados eran insignificantes
(en lo que produce y ahora se vende).
Puede que haya cosas deseables,
“necesarias”… pero nada como el mercado de las transacciones de hoy. Lo que
deseas tiene un precio y, si no se ha vendido o tomado, también, puede
justipreciarse en un tipo de transacción o intercambio.
En mi viaje, exploré la superficie del
mercado prisionero. No lo hice a nivel nacional, sino en el escenario
extranjero. Paseé por varios nombres, nuevos perfiles, y hallé varias
constantes: Lo recurrente es la diversidad y los cambios.
Una joven, por ejemplo, con modestia habla
de su lesbianidad… Es una latina que, según ella, desde muy joven, ha pasado su
“adolescencia” tras las rejas y, no pudiendo aprender del bagaje de la
experiencia de la calle, tuvo que asumir su rol sexual con las mujeres que le
acompañaron, forzaron o indujeron en las celdas…
De una forma inusual, sin mucho
tecnicismo, argumenta el potencial que tiene como “mujer” y esposa. Siendo que
jamás ha tenido un hombre, que su virginidad yace límpida, se ha propuesto
cambiar de conducta sexual y, “si logra
hallar al hombre adecuado”, el tal gozará el privilegio de su virginidad y
exclusividad sexual. ¿No exagera o miente?
Ella, según cuenta, no ha pasado de 30 años
así y, en menos de 5 saldrá de la cárcel. Ella necesita (y desea) que su
aspirante campeador la visite a la celda, que la conozca y la contacte y, en
resumidas cuentas, el aspecto deseable que ella anhela hallar en ese caballero para
que la despose o pretenda, está lo material. No describe cómo lo sueña o desea,
excepto por lo exitoso y su estado
financiero (para alguien preso, privado de las libertades económicas que
produce el trabajo, esos atractivos no sólo son deseables, sino que son una
necesidad dentro de la celda en la que sobrevive) (Los presos y las presas
dependen de los ingre$os que puedan procurarse de cualquier modo, sea con los
medios lícitos e ilícitos) (sus mentes debes ocuparlas en algo que les dé
alicientes o incentivos de otra esperanza).
Ella no pide un hombre alto o bajo, ni
fiel o noble. No lo describe de forma física y, además, no parece tener el background de referencias emocionales
pues, según narró, es lesbiana (de hombres no sabe nada). Sin embargo, de las
tres características que enunció y desearía, la última es que el tal tenga “libertad financiera”. ¿Será ese el
centro de sus atenciones y relaciones, una vez que salga libre?
En una sociedad de dependencias y
competencias singulares como ésta, una en la que no podemos cosechar el
alimento de la nada ni realizar un trueque igualitario, en un negocio justo
para todos (por la inversión no equitativa de tiempo o bienes) de alguna forma
se hace necesario homologar el valor de tales intercambios o servicios, con la definitiva
retribución de gozo, satisfacción o placer, en una transacción que pague con
valor al tiempo de disfrute libre o dinero que compre otros placeres o bienes
terrenales…
Dos mil años atrás, tanto como podría ser hoy,
Satanás tentó a Jesús en la prueba de un árido desierto. Carente de agua y de
pan, así como de otros gozos terrenales, Satanás le abordó en aquel ayuno largo,
con una idea de que Cristo sacara comida de la tierra (Mat. 4:3) y para que le
adorara (Mat. 4:8-9) so pretexto de una “bendición”
materialista que le compensaría. Si Jesús no supiera la verdad, si fuera
permeable a la mentira, sería tan débil como nosotros; pero no flaqueó en Su
debilidad física, no se quebrantó Su férrea voluntad, y soportó las pruebas de
Satanás, en medio de un abierto vacío e incómodo desierto. ¿Qué nos abate y
ciega la mente? ¿Qué nos tienta al quebranto de la intención de la voluntad?
Cecilia soportó la prueba de la escasez de
años mozos. Su juventud la pasó en una casa de humilde bahareque, con techo
barato y sin los beneficios de la electricidad ni acueductos cercanos. Hoy
tiene más ropa de la que usa o necesita y, su satisfacción de vivir, no está en
la tenencia de bienes materiales (aunque son muy convenientes).
Hoy, millares de personas, viven en
condiciones similares (y peores) que las vividas por Cecilia. Quizá ésta no sea
una vida religiosa ni para pruebas, pero todos, en alguna medida, la estamos
viviendo de algún modo, y tiene el enfoque que deseemos darle a cada momento de
la vida.
¿Qué decir de alguien prisionero? ¿No le
invade el resentimiento, tanto como nuestras ansiedades?
Alguien encerrado en una limitada celda,
tanto como los que nos consideramos libres, puede estar encerrado y cautivo de
equívocos y raras ideas. Puede que tengamos las llaves de cerrojos y de todas
las puertas, pero seguimos encarcelados –prisioneros- de locas e imprácticas
ideas.
Cada quien, como le parezca, decide abrir
y cerrar los portales de su mente. Puede que yo quiera seguir encerrado en la
idea de que, con mucho dinero, mi vida cambiaría y saldría de esta nación (o
del mundo) pero –hasta el día que no abra verdaderamente mis ojos- seguiré cautivo
a la verdad que de veras me hará libre. ¿Es dinero lo que me colmará de dicha?
Y, de ser así, ¿Por qué un millonario se suicida o se entrega a las drogas o a
las bebidas alcohólicas o a los excesos de intoxicantes de comidas o placeres
terrenos? Si la pobreza fuera un estado de felicidad, si las carencias o las
pruebas extremas de la miseria o la escasez fueran la respuesta inversa a los
estados intermedios de la riqueza y su opulencia ¿Por qué los que son pobres se
abandonan a sus inhumanas miserias, al abuso de drogas y a los mismos excesos
que pervierten a los ricos?
A todos nos gusta el sexo, la sensación
embriagante del placer o la lujuria de lo que parece erotizante y afrodisíaco
pero, por milenios, la humanidad ha sucumbido entre tales extremos.
Puede que yo delire en un burbujeante
enamoramiento. Puede que el romance y su erotismo me seduzcan, pero hecha la
conquista, el efecto “narcótico” del amor, del dinero y cualquier cosa que pueda
comprar o recibir con poder mutan, me cambia: Demuda o me desnuda. ¿Qué produce
el gozo en mi alma?
La chica, en la cárcel, cifra su esperanza
en “la llegada” de cierto hombre.
Según dice, nunca se ha enamorado, nunca ha conocido el amor de un hombre ¿Cómo
sabe de ese sentimiento? Si su experiencia sexual sólo estuvo ligada al placer
de mujer y no del amor de un opuesto complementario. Y, en el caso de que un
hombre la sacie (muy probable, a su edad) ¿La holgura económica sostendrá esa
relación? Claramente, en el contexto de lo que ella ha dicho, su necesidad no
está EN AMAR, sino en “ser amada”, particularmente si es “un hombre con éxito económico y libertad financiera”. Es decir,
aparte de que sólo aporta el Capital
de “su virginidad” al negocio que desea
emprender con esa supuesta inexperiencia de vida (luego que salga de la cárcel)
también espera hallarse con un “líder”, que resulte ser generoso,
económicamente (cosa muy razonable, particularmente si es de naturaleza dócil y
no rebelde) pero ¿No puede medirse la generosidad con otros parámetros?
La mayoría de las mujeres “libres” piensan
del mismo modo económico.
Un hombre que no es auto$uficiente, será
una carga económica en cualquier relación. Si éste no puede asumir la
responsabilidad del cuidado de sí mismo, no podrá cuidar de ella ni de sus
hijos. ¿No es el mismo recurso que emplea la naturaleza de otros seres para
elegir a sus parejas? Una manada no escoge un líder débil. ¿No batallan los
siervos la elección de la hembra que cortejan? ¡Hasta un perro pelea y muerde a
sus rivales!
Es un hecho muy pocas mujeres de occidente
den importancia a la castidad o la virginidad, sin embargo, ya se comercializa un
tipo de cirugía que “la devuelve” y,
aunque la experiencia esa no es un capital valedero para la transacción del
amor, quizá lo sea para el negocio del sexo (pero, en un matrimonio, todo va de
la mano).
Alguien pródigo en caricias, en detalles y
atenciones, tal vez, puede ser frugal como pareja. Sin embargo, he visto, la
gente que más exige no se digna a invertir en un mensaje de texto, porque “se
le gastan”. La persona que más pide, usualmente, es la menos tierna o generosa
en una relación. Cuando hace una visita, está más pendiente del tiempo. Si ella
es la que telefónicamente llama, la calcula por dinero y te pide que -de
inmediato- se la devuelvas “porque no
tiene saldo” y, hasta lleva el conteo de las veces que lo hizo. Extrapolando
un poco, uno puede darse una idea de “lo que sobrevendrá”…
Estos días hubo una chica de Inglaterra,
que, en su manifiesto, proclamaba el deseo de hallar a un hombre especial, que
le moviera el piso “que le diera todo y
que fuera super distinto”. Cuando leí su escrito me sorprendí y pensé: “¡Pardiez! ¿Está cree que todo eso sale de
la nada, y viene regalado envuelto en lindas sábanas de seda importada?”
No recuerdo el término que emplea la Dra.
Pilar Sordo para definir esa clase de fantasía romántica o realismo mágico. Es
una forma de idealizar las cosas sin el paso creativo de hacer nada, sin
moldearse a nada; como si todo en esta vida viniese sin esfuerzo, sin algo más
que “un aporte” de aceptación o
perseverancia.
La chica de la cárcel y la chica de
Inglaterra se parecen a muchas que he conocido. Ellas, pero no todas, se
sientan a esperar que las cosas pasen solas, como si no debieran SER
PARTÍCIPES, como aquella mujer que se tiende –de espaldas en la cama- y sólo
abre las piernas…
Doy gracias a Dios porque no toda mujer
piensa ni actúa así. Agradezco a la vida que no todas son cómodas ni
acomodaticias; pero no voy a ser hipócrita diciendo que no existimos hombres
que soñamos de la misma manera facilista: Es
trabajo de todos hacer que la vida sea mejor para ambos.
Alguien, estos días de diciembre me dijo:
“No
me casé para que mi esposa me hiciera feliz, sino para HACERLA FELIZ YO, a ella”.
¿No es eso el amor verdadero? Dar, en lugar de recibir siempre,
unilateralmente.
Muchísimas personas, cuando van de paseo a
ver tiendas, se deleitan comprando con los ojos, porque no ganan suficiente
dinero para satisfacer lo que anhelan. Y, cuando se ven en la necesidad de
presentarse, procuran vestirse con su mejor ropa, fotografiándose en gala y
corbata, y eso me recuerda cómo mucha gente exhibe sus fotos: De hecho, más de
una vez, he sabido de caballeros que dan su nombre y, de inmediato, sacan la
credencial de un título como aquel joven que mete la barriga para sacarse el
pecho… ¿No es el mecanismo -de apariencias- que exhibe el venado de largos
cachos? Las damas, igualmente, se reconocen por los lugares finos que frecuentan,
las modas que visten y la dote física que proclaman y desgastan (funcionamos
como el pavo real).
La mayoría de nosotros estamos a la
búsqueda de quien nos haga feliz y,
sin embargo, el secreto es hallar a ese ser quién esté dispuesto a esperarnos
hasta que aprendamos a dar la felicidad que anhelamos para nosotros mismos.
Hay momentos que son difíciles, pero lo
importante es hallarse (en medio de ellos) con la persona que esté dispuesta a
seguir a nuestro lado: El dinero y el tiempo se acaban, pero no siempre se
pierden todas las oportunidades de dar o recibir.
Hoy, Lilly, me hizo reflexionar en la
Gracia y la Invitación que NOS hace Dios (Lucas 14:15-24) y, posteriormente,
ella misma me escribió: “Toda invitación
que nos hace el Señor ES UNA OPORTUNIDAD: O la aprovechamos o la perdemos”.
Ciertamente, muchas oportunidades las
perdemos en circunloquios, infantiles excusas que no sirven ni de pretexto,
mientras nuestro tiempo se agota, pero somos renuentes a comprender a la gran
lección:
·
CREER
·
Y movernos
en Su dirección.
Puede que parezca una locura crecer y
CAMBIAR dentro de las estrecheces, pero “EL PROGRESO DEL PEREGRINO” es un libro
escrito desde la penuria de la cárcel (tal cual sucede en muchas vicisitudes de
la vida). David, por ejemplo, para poder ser coronado rey de Israel, tuvo que
vivir 14 años huyendo de las amenazas del rey Saúl ¿Acaso no era David parte de
su corte? ¿No fue él ungido por MANDATO de Dios? ¿No tengo yo -o Ud- una
investidura de “hijo”? Así sea bajo la promesa de una futura adopción (que me
redime) parcial o totalmente de la temporalidad o “realidad” circunstancial.
La chica de la cárcel no es realista, sino
natural y humanamente ambiciosa. La chica de Inglaterra “quiere todo”, pero no está dispuesta a sacrificar nada… Sin
embargo, en una metáfora muy parecida, Jesús me enseña que, SI QUIERO REALMENTE ALGO, debo estar
dispuesto a mi cuota de sacrificio, mi parte del pago: “El reino de Dios es
semejante a aquel hombre que HALLANDO UN TESORO, viene y lo esconde y, tras
haber vendido todo (su sacrificio)
regresa y compra la propiedad del terreno…”. Para TENER PLENOS DERECHOS, para
quedarse con lo que vale, hay que adquirir la propiedad. ¿Hay una aplicación
práctica? ¿Obró con una actitud secular? (¡Sí! Nada dijo) y, es obvio que, si
yo quiero algo (a ALGUIEN) debo
sacrificar para ganar plenos
derechos, sea una propiedad o un lugar en posesión.
Si yo me encuentro un tesoro, en un
terreno ajeno, no tendré pleno disfrute ni derechos en lo que esté metido en
tierras de otro: Si quiero una mujer, tendré
que sacrificar lo que ella me cueste, no sólo con el matrimonio, sino por
conquistarle sentimientos y atenciones, su lealtad, su confianza y devoción, la
comunión del compañerismo y todo lo que entrañe afectos.
Yo debo asegurarme que no haya otro hombre
en su vida. Debo estar seguro de que soy la medida de lo que ella desea o
anhela y, obviamente -de mi parte- debo estar muy seguro de que se ajusta a mi
horma, a mis gustos y deseos, porque es una locura involucrarse con alguien
cuya fe no está fundamentada en Dios, en el cristianismo bíblico (aunque haya otras
creencias religiosas y espirituales que promueven el liderazgo masculino). Si
uno no asume ese rol “parental”, proveedor,
dentro y fuera del matrimonio, es probable que alguna mujer ponga la virilidad
en entredicho, la masculinidad en deshonra, y es OBVIO que tal mujer sólo
piensa en términos seculares (poco cristianos) respecto a la “igualdad” de
roles y sexos, puesto que ella (o él) acomoda esos “valores” a LA CONVENIENCIA
de sus interpretaciones o INTERESES: Eres
hombre si das. Eres cruel y poca cosa si no eres su proveedor. ¿Se basa tu
amor en los bienes que recibes o en
lo que das? Si tu relación amorosa se mantiene POR LO QUE RECIBES, sea
material o inmaterial, ¿No hay algo que, en sí, les prostituya?
Tal como lo dijo una conocida, quién
escribió un artículo llamado “LA
PROSTITUCIÓN COMO ALTERNATIVA”. Si tu permanencia en una relación de pareja
obedece a necesidades o motivos ECONÓMICOS (y no sentimentales) el “vínculo” que los mantiene cerca es
semejante al “vínculo” de la prostituta (o el prostituidor). Si estás con
alguien sólo por lo que recibes (no por
lo que das) simplemente haces un intercambio emocional o sexual por dinero (como
una prostituta, como un gigoló).
¿No pasa igual con la religión?
¿Te acercas a Dios por razones auténticas,
genuino amor, o por lo que Él dice
te dará o ya te da?
La religión de muchas personas se
quebranta cuando ésta no nos llena, ni responde a nuestras humanas búsquedas o
inquietudes y vacíos espirituales. Es fácil entender cómo se deteriora una
relación de parejas pero, en materia de fe -de creencias- muchas circunstancias
pueden deteriorar NUESTRA relación, incluso, los privilegios que Dios NOS
concede en Su derecho divino: ¿Qué hizo Dios con aquellos que rechazaron y se
excusaron en Su llamado?
En Lucas 14: 24 el Señor de la Gran Cena
rechaza a los que había invitado (para volverse a los que nada tenían, para
invitar a los enfermos, a los mutilados
de la vida, a los que perdían la esperanza).
Pobres, mancos, ciegos –pero no sordos- respondieron a ese llamado
(Lucas 14:21-22).
La Gracia de Dios (Sus invitaciones, Sus
oportunidades) pueden opacarse en la temporalidad de esta realidad relativa del
día a día rutinario. Puede que yo anteponga prioridades a las actividades
importantes, desplazándolas por simples intereses que seducen o brindan rápido
placer o alivio; pero no es tan difícil poner las cosas en su justa perspectiva:
Primero Dios, luego lo humano.
No es mentira que dejemos pasar grandes
oportunidades, en un momento de placer que no produce el gozo más profundo o
más ansiado que la dicha o la paz. A veces, como Esaú, vendemos el privilegio
de la primogenitura ESPIRITUAL por un plato de caraotas o por el letargo de la
cama ¿Se disgusta Dios cuando lo rechazamos? ¿Se contenta en nuestro abandono e
indiferencia?
Si entre los amantes, las parejas, la indiferencia afecta ¿No ocurre igual
si somos hijos o dejamos de ser padres?
Alguien que no haya tenido padre, no sabe
qué es su ausencia. Alguien que no haya experimentado el rechazo de sus hijos,
no conoce ese dolor y, en relación a mujeres y hombres, ya se sabe qué nos
duele y qué conduele. ¿Acaso, algo, así es amor?
La voluntad humana está siendo entrenada
para una vida en eternidad. Es tan fácil y pasivo recibir, pero –como adultos-
estamos siendo entrenados para dar y: “Más bien aventurado es DAR que recibir”
¿Sólo se aplica a la vida de dar para la iglesia? ¿No es tu casa el mejor
ejemplo de lo que SACRIFICAS por amor? Dar es amar. Dar es amor. Solamente
recibir es egoísta, egocéntrico. El llamado es a DAR, a darse, tal como una
semilla que, para cosechar, hay que sembrar ¿No pasa así, en la naturaleza? Una
semilla muere, cae en tierra y -al cabo de un tiempo- su vida se multiplica…
¡Eso es lo que hizo Cristo! Murió y, luego de Su sacrificio, Su vida dio vida a
otros (a ti, y a mí).
El cristiano, aun con tropiezos, está
camino a dar su vida por la vida de
otros. Hay momentos en que somos egoístas, pero podemos recibir, aprendiendo a dar, primero.
Hay raíces que nos impiden a crecer. Hay
amarras que nos mantienen asidos a lo bajo del suelo y no nos dejan brotar como
retoños de un nuevo árbol (Hebreos 12:15). Sin saberlo, muchas veces, impedimos
este normal crecimiento humano y espiritual ¿Qué nos ase del suelo? ¿Qué
amarras no nos dejan navegar por nuevas corrientes de la vida?
Muchas veces, el no querer despertar a la
realidad nos mantiene cegados a la luz de la verdad. Hay un empeño a no
colocarnos los lentes espirituales que nos permitan ver bien las cosas que no
queríamos ver.
Puede que mi pobreza no se deba a mi falta
de ingresos, sino a un abuso en mis gastos. Puede que sea pobre no por carecer
de empleos, sino por mi negligencia a hacer bien cada uno de los trabajos.
Puede que sea rico, pero no valoro la
riqueza que tengo. Puede que sea realmente un millonario, pero no aprovecho
bien cada uno de mis talentos. ¿Me ajusto bien los lentes espirituales? ¿Estoy
dispuesto a pagar el precio del sacrificio de cada cambio?
Arturo, por ejemplo, tenía la tendencia a
la gordura. Por años, luchó con su sobrepeso. Hacía ejercicios y no lograba
mantenerse delgado ni flaco… Cierto día, con una operación quirúrgica, se extirpó parte del intestino y del estómago
¡Véanlo ahora! (Está flaco). En lo sucesivo, de por vida, su comida es muy
distinta y debe suplirla con vitaminas y minerales (paga el precio de lo que
quiso).
Algunas cosas, como esas, cobran un precio
muy alto ¿Estoy dispuesto a pagarlo? Cristo, por Su parte, vivió poco menos de
40 años ¿Cómo pagó lo que quería, ese último año de vida?
No tuvo hijos, no tuvo una familia (ni el
placer de una esposa) pero Su misión fue cumplida.
¿Qué misión tengo yo? ¿Qué misión cumplirás tú?
Son cosas que se decidan.
Quizá es momento de cierto
arrepentimiento, de algún cambio de conducta, y con este escrito te animo a
ella (yo mismo debo hacer mis ajustes).
Típicamente, en muchas culturas, la mujer
sigue deseando hallar a un hombre proveedor. Si no lo es en el aspecto económico, debe serlo como
buen amante (XXX). Si no lo es en ello (ni en ambos) será desplazado por otro o
por la generación de relevo (tal cual pasa en la irracional naturaleza, en las
manadas de animales, entre venados o gorilas, por ejemplo).
Hoy, muy distinto a otras décadas, la
mujer se ha independizado del sustento masculino y, consecuentemente, el hombre
se ha emancipado de algunas cargas económicas: Si ya no cuida de los gastos de
su primer matrimonio, habrá de cubrir el costo del nuevo (quizá con hijos
ajenos).
Hoy, no toda mujer busca a un hombre para
procrear ni darse acomodo con sus hijos; sin embargo, cuando halla a un nombre
que le guste, que con incentivos le atraiga, evaluará el exterior y el interior
de lo que le guste y, en algunas culturas, ella misma le propondrá al hombre
sus deseos de sexo, sin la necesidad de vínculos afectivos, sin tener una
relación interpersonal, y es muy común “mercadearse” en sitios como Facebook o
en adultism; puesto que “la realidad” sexual es proclamada con fotos, con
imágenes sugerentes, con ideas directas o subliminales, y la secularidad ha
invadido todo aquello que no brindemos contra el ataque de lo que abandonamos
al deterioro a la desidia moral o a cualquier forma de lujuria o negligencia.
Esa emancipación indirecta de algunos
hombres (entre quienes me incluyo) se debe a la responsabilidad que asume la
mujer por el cuido de sus hijos y, si ésta no ha hallado pareja, si ella no ha
podido endosarle a otro el cheque humano que engendró un divorcio o separación,
ella misma termina por cubrir sus necesidades maternas, minimizando las
afectivas o sexuales.
El divorciado, sea muy culpable o no de la
situación (los únicos inocentes son los hijos) queda a la deriva. Puede que la
parte económica de sus hijos supla pero, para entrar en una nueva relación,
debe asumir el reto de responsabilizarse de una nueva carga emocional y
económica, sin comprometer el bien de los hijos que tuvo primero y, si ha hecho
lo propio para no volver a engendrar, es probable que –quienes estén dispuestas
a vivir en pareja- también estén muy deseosas de participar en la maternidad, a
esas edades en las que ya uno no quiere lidiar con las inconveniencias de la
lactancia, pañales desechables o repentinas visitas al médico.
Una mujer, emancipada o no, siempre dirá:
“¿Con qué se supone me vas a mantener?” porque no todas asumen la carga como un
asunto de dos y, lo que entienden por hombría, es la disposición de ese hombre
que pretende mantenerla. ¿Qué pasa luego del romance y la seducción? Y, una vez
que viven juntos y se casan ¿Qué pasa con aquellas largas y frecuentes salidas?
Durante el proceso de la seducción y el
cortejo, parecía que el dinero sólo importaba para acercarse y mantenerse
juntos. Si no hay amor, si no se
halló “lo que se ansiaba”, ese dinero
y ese tiempo, alguno de ellos (la mujer o el hombre) intentará volcarlo en otra
relación.
Ese adagio de “no sólo de amor vive el
hombre” es cierto. El pan y los afectos son importantes, pero cada persona
decide cuáles son los esenciales en una relación: Una mujer gusta el disfrute
de la opulencia, mientras que otro decide cómo vivirá el resto de sus días.
¿Ha de ser una carga compartida? ¿Sólo en
lo material y no en las contribuciones y aportes emocionales?
Una cosa confirmé, mientras más te exija
una personas, es probable que ella o él sea perezosa o tacaña en dar de sí.
He observado el mismo defecto en mí y en
otros.
Cierto día, en uno de esos pastores
alineados a la doctrina de prosperidad y al neo apostolado, noté el exagerado
énfasis en su predicación sobre el dinero y, obviando ciertos comentarios, una
de sus “ovejas”, conversando en la confianza de mi visita, le comentó: “¡Pastor! Ud., lo que debe hacer, es hallarse
a doce ovejas que puedan mantenerlo a lo largo de cada mes. Si es una familia,
haga que una de ellas lo mantenga en enero, otra en febrero y, a vuelta de un año,
habrán sido 12 familias que lo mantienen…”
¡Me quedé callado!
No critiqué esa clase de complicidad en la
que no quiero verme involucrado (misma que decepciona a tanta gente del
evangelio). ¿Qué tal si Pablo Saulo no es un invento fraguado dentro del mismo
catolicismo?
Hay muchas formas de seres mutilados,
ciegos y cojos, pero me cuido de no formar parte de las filas que les mutilan
emocionalmente, que mancillan el buen nombre de Cristo, a causa de su avaricia,
su falta de fe o de amor disfrazado.
El alma es un taller muy delicado.
Dios necesita trabajar desde la santidad
de Su laboratorio para restaurar el corazón de los que han sido desengañados y
explotados.
“Papá
Dios” necesita nuestro tiempo para participar en ese proceso de
restauración, de reconvención y negociaciones.
Yo imagino intentar vivir lo que me quede
de vida en esta tensa calma. He perdido la fe en muchas cosas, quizá en los
hombres, pero no en ese Dios que me alienta a mejores cosas, a superarme, a ser
distinto (aunque no mejor que nadie).
He querido cosas que no se compran, pero
la vida paga o te cobra. He sido ciego y, aunque miope, con pena algo veo.
Me importa la vida, lo bueno que pueda y me
acceda, pero no lastimaré a nadie; aunque diré la verdad, duela a quien le
duela (es como la punzada de la penicilina: El pinchazo primero duele, pero al
final te sana).
Para concluir, la parábola de Lucas 14:15,
más bien parece una indirecta que Jesús hace a nuestros humanos apegos terrenales.
Todos pondríamos excusas para no separarnos de nuestros intereses,
conveniencias, si se nos invitara a una cita con el cielo. Antepondríamos los bienes
y placeres de esta vida, si dios nos invitara a un inmediato encuentro: Fíjate
en las excusas que usa como ejemplos: Razones o argumentos materiales, prioridades
de sustento en actividades productivas, reproductivas y sexuales. Y, tal "fiesta"
en la parábola, no es más que una figura metafórica para sostener una COMUNION
ESPIRITUAL con el Señor y Su pueblo... Son las mismas excusas que esgrimimos
desde más de dos mil años. Sin embargo, el enojo del Señor es CREATIVO: Invitó
a quienes ya NO tienen NADA de qué asirse, a fin de que Su fiesta y REUNIÓN se
lleve a cabo. ¿Qué te parece? Ahora invita a toda las razas y clases sociales,
a enfermos e impedidos físicamente... ¡Que se llene Su casa! ¿Eso aplica sólo a
la iglesia terrena? No, sino a la casa, que debe ser el hogar.
De mi parte, quizá no quiera hacer el
trabajo. Admito estar desanimado, desmotivado y, como muchas personas, además
del pasto que sostiene su mi vida, necesito la COMPAÑIA de alguien particular.
Hay miles de personas solas (emocionalmente) aunque lucen rodeadas de gentes
con quienes NO SE IDENTIFICAN ni hallan un sentido de PERTENENCIA...
Yo no dirigiré a nadie a ningún grupo cristiano
que no conozca o que se maneje con enseñanzas de hombre. No acercaré a nadie a
ningún rebaño asediado por lobos doctrinales –explotadores- donde cada ser no
halle respuestas o no satisfaga sus apetitos humanos o sus legítimos deseos del
alma. ¿Busca ella el amor? ¿Desea oír la voz de Dios? Hombre y mujer necesitan
lo mismo.
Yo, como cualquier otro, tengo preguntas e
intento vivir la vida como pueda: "NO SOLO DE PAN VIVE EL HOMBRE" (Y
Dios me da el pan, pero hay otros apetitos en mi ALMA).
Hay inquietudes sin respuestas y ya sé que
muchas no merecen ser repreguntadas (no serán respondidas) pero intento
librarme del asedio de mi alma y, si yo mismo no tengo respuestas ¿Cómo induciré
a nadie a no buscar soluciones?
La respuesta siempre es Dios, y pierdo
tiempo al decirme “¿Quién me saciara?
(fuera de Él). Sin embargo, no me quedaré cruzado de brazos. No aguardaré por el
mundo, no abrigaré esperanzas del pagano; pero no induciré a nadie a
extraviarse, DONDE YO MISMO no he hallado respuestas: Vivo en mi tiempo y según
mi necesidad.
Básteme, en adelante, no cruzarme en la
pasividad de la espera y, si tal día llegase, no debo olvidar que debo cargar un peso y pagar el precio
de lo que pudiera ser una cruz (aunque “Alguien” ya la canceló: Por el amor de
Jesús).
El precio de Su gracia, no está sólo en Su
sacrificio, sino en el pago de mi obediencia y constancia: Con paciencia se ganan nuestras almas (Lucas 21:19).
A.T. Jan 8, 2013