Con bastante renuencia comprendí un par de cosas interesantes de
lo ya heredado en el cristianismo evangélico. Tuve que conocer otras formas de expresión
y manifestación en lo que hoy conocemos por culto dominical o alabanzas en público
y, a temprana edad, la mamá de crianza de mi madre me llevó a estar con los
bautistas y ¡lo disfruté! Aprendí mucho sobre la mayordomía del dinero, cómo
emplearlo en la obra de Dios y, aún así, es obra de hombre parte de esa
logística y esos planes (no toda),
conocí y compartí con los evangélicos pentecostales y hasta anduve con aquellos
que son llamados “los sólo Jesús” y, antes de eso, me
casé con una líder pentecostal y, por mucho de mi culpa, lo que pudo haber
estado haciendo -hoy- “para Dios” no lo estoy viendo: “No creo en otro líder que no sea el Señor Jesucristo”.
Antes de estar casado, compartí con varios hermanos gringos que
muy bien abordaron mi vida. No había entendido una docena de cosas, pero al
salir de la tradición de la cultura latina, Dios cerró uno de mis tantos
capítulos de vida y de búsqueda entre la gente, no que haya hallado “la verdad”
sino otra expresión de ella en una misión que se llama (¿se llamó?) Team Expansion.
Trabajé un poquito con ellos, aprendí doctrina, evangelismo y lo
empleé en lugares bien humildes, me involucré en el estilo de varios hermanos
y, a vuelta de mi búsqueda personal, seguí solo y, en ese andar –de
buscar la verdad que satisfaría mi vida- terminé de convencerme de otras cosas:
1. Las
Escrituras que tanto comentó y cumplió Jesús son, particularmente, el Antiguo Testamento (no las cartas
apostólicas).
2. Los
evangelios son “la conclusión”, el resumen interpretativo de Las Escrituras en
una sola persona: Jesucristo, El Mesías.
3. Del
libro de Hechos en adelante, hay una
más amplia apertura y búsqueda inclusiva de los gentiles universales. No para
que éstos (nosotros) nos volvamos al judaísmo, sino a Jesucristo y, aún así, Las
Escrituras jamás perderán valor de vigencia, sino cuando Dios lo disponga,
porque “ni una jota ni una tilde…” Así que toda ella tiene valor de utilidad
práctica, enseñanza y ejemplo.
4. Algunas
ideas -supuestamente endosadas o
promovidas por los apóstoles- no concuerdan con lo que Jesús decía (dice) y, de mi parte, prefiero “congregarme” en mi soledad y, hasta que Dios no me hable
personalmente, me mantendré distante de las DENOMINACIONES (hay tantas afuera,
como dentro del sincretismo católico) y, como muchos elevamos “mandamientos de
hombres”, hasta me abstendría de registrarme en iglesias y denominaciones que
llevan el nombre de otro humano, y no el de Jesucristo: Luteranos, Calvinistas,
Bautistas, Pentecostales… ¿Qué no decir de quienes usan el púlpito para
promover a un partido político o sus negocios? Yo creo en la Cristocracia, no
es una mayoría; pero lo será: “Y toda
lengua confesará a Dios”.
En lo personal, no me
gusta envolverme con la gente de iglesia. Ello implica un horario, limar
diferencias, una liturgia, un modo de ser imitador o un estándar colectivo hasta
para hábitos en el vestirse o parecer, y llevo tiempo que salí de las
estructuras. Tengo buenos recuerdos, buenas experiencias, pero hay cosas a las
que no le encuentro sentido, especialmente por no ser gregario. Me explico: Hace mucho no sigo ciegamente las
ideas ni las iniciativas ajenas ni por nadie.
Si alguien viene y me
esgrime aquello de “y no dejéis de congregarse como algunos
tienen por costumbre” (Pablo Saulo). Le mando
a ver si el gallo o la gallina pusieron…
Tengo sobradas razones para no ser parte de ninguna estructura y, en
la única que quise tener el mejor de los “éxitos”, tuve el mayor de mis
fracasos, pues, luego de mi 1er divorcio (emocional y legal) mis hijos han
crecido en la dirección que yo ni Dios querría y, aunque de palabras he querido
paternalmente orientarles, mi “orientación” fue fatal, pues, aunque quise
tuvieran una inclinación acertada (para que no cometieran mis errores ni
pecados) éstos ya andan haciendo hasta lo que yo no hice a su edad: Parecieran
ser más promiscuos, beben alcohol y uno de ellos ya fuma cigarrillos ¿He sido
capaz de generar el dinero que les hace falta para cubrir sus gastos? ¿De qué
sirvió la religión del padre o de la madre? ¡Dios lo sabe! (Aunque añoro algunas
cosas y lamento no haber tenido otras que perdí en ese gran fracaso llamado
matrimonio) (una forma básica de “organización” estructural que debió ser mi
iglesia celular y esencial).
Como padre, como cristiano, como hombre… soy una extravagancia y un triste
fracaso poco risible (el
saber que haya casos iguales o peores no me consuela).
No soy un ejemplo ¡ni
para mí mismo! y -gracias a Dios- no soy el mejor ni el peor de la raza
humana; pero puedo contar una serie de cosas “buenas” que me reservo, pero
–humanamente- no tengo nada para dar, no tengo algo en que me considere bueno
para presumirlo o esgrimirlo en ostensible defensa de mi “buen” testimonio:
Tengo las mismas pasiones que cualquiera, deseo complacer visceralmente mi vida
tanto como cualquier otro, y mi fortaleza ya no es la misma a la tenida a 18 o
30 (pero me siguen gustando las mujeres) (y
tengo mi lucha personal para controlar ojos, manos, pensamientos, y procuro no
fijarme en la que ya es ajena, y no codicio lo que Dios -o la vida- ya ha dado
a otros). ¡Créalo es mi lucha! Y procuro no ser autoindulgente (pero soy
igual que todos, y no mejor ni peor que
nadie).
Si tuviera que argumentar de mí, como quien se defiende en un juicio
público, muchas cosas quedarían ignoradas, olvidadas: ¡no lo sé todo de mí! Pero Dios jamás ha padecido amnesia y no es
parcial (aunque yo sí he tratado de olvidarle, de abandonarle y hasta de
matarle) (como si pudiera). Yo le he sido tan infiel, perverso y sucio, que
cientos de veces le inculpé de cantidad de cosas -le maldecía y a escupitajos le
negaba- y, más de mil veces me asistió incondicionalmente… ¡aún sin pedírselo!
Yo le culpaba de tantas cosas, hasta de cuestiones simples relativas
al clima (¡Ja! ¡Ja!). Qué
estúpido y ciego he sido; pero Dios es soberano, justo, y cantidad de cosas que
jamás podría demostrar a nadie por mí mismo (y eso es asunto de Él) (no es
mío).
He llegado a conclusiones y, puede que esté más equivocado que al
principio ¡Sálveme Dios del error! He llegado a renegar de una cantidad de
cosas y, ayer, por cierto, hasta maldije a un hombre como si yo fuera un
demonio (hay cosas que debo soportar y, en parte, es porque soy tan
miserablemente finito -y patéticamente- me niego a tener que padecer ciertas
frustraciones o atestiguar el término de mi presente: Es mi culpa, mi responsabilidad, no la de
otros).
En lo que a estructura eclesial se refiere, ya no quiero ser llevado
de la mano (ni llevar a nadie).
Algunas cosas de esa tradición litúrgica me aburren y no creo que
Dios necesite la adoración grupal ni cosa alguna movida por otros y, en
todo caso, creo que sí desea que nos
sometamos a Su soberanía, que firmemos la carta individual de nuestra rendición
personal para hacer Su voluntad y entrar en las bendiciones de Su reino,
pero no creo que ello comience por la iglesia, sino en la intimidad de nuestro
corazón, privada e individualmente, y ya creo saber leer o ver solito, sin que
otro me guíe o interprete lo que alguien quiere que yo crea, distinto a lo que
la razón me dice y cada circunstancia me predica. En caso contrario ¿Para qué Dios
ha de decir o escribir algo cuyo significado o práctica yo no se entienda? (Me
refiero a la Biblia) Si Dios –por sí mismo- no es capaz de llegar ESPIRITUALMENTE
a ningún hombre o mujer, si no sabe hacerse entender (por las buenas o malas)
dudo que algún humano semejante tenga más éxito que Dios y, en ese particular,
la gente enseña mejor con el EJEMPLO que con las palabras (creo estar algo
aburrido del vacío de las palabras, prefiero los hechos y mis propias vivencias).
Por otro lado, he dejado de conversar solo en mis plegarias. En parte,
porque no quiero informar al enemigo de mis oraciones –mis peticiones- ni a
humano alguno… Lo que hoy busco es pensar en Él, conversar con Él mentalmente,
pues, orar me parece hablar a solas… ¡Y doy fe de que, muchas veces, Él ha respondido a esos monólogos! (no
todos) (obvio que eso me produce cierto desencanto, mas no desengaño).
Ha habido momentos en que he reconocido la presencia de Dios (y Su
ausencia). Hoy creo estar comulgando más con mis ideas, con el diálogo de mis
sueños infructuosos o deseos, y menos con Él; porque hay mucha renuencia en mí
(y doy fe de que Él me hablaba en sueños, revelaciones, a pequeña escala).
La razón para no congregarme -me parece- no es tanto ese negarme a lo
“establecido” en Efesios 4 (los 5 ministerios) sino al
aburrimiento de oír distintas opiniones doctrinales, cuando desde hace mucho entiendo
las mías: “Bástele al
discípulo llegar a ser como su maestro” y ¡cuán lejos estoy de
Jesucristo! (pero ya no quiero ayo en mi vida, sino oír al Dios Supremo y Altísimo).
En el fondo, lo que más parece resentirme, es ese lote de tantas cosas
viejas que me parecían eran la verdad
de esta vida humana; que cada persona
estaba hecha una para otra y, que cuando algo parecía ser así, un
imprevisto tajante venía y separaba las vidas, sus caminos y, si alguno se
alejaba, abandonaba o moría, aquella “verdad” dejaba de ser ¿Cómo llegué a pensar
que esta vida era para esa clase de felicidad
que no lo es? Al menos, de forma tangible y perdurable.
Luego, en el plano material, uno crece con esos valores que el
cristianismo señala y veta como anti-valores: El dinero no es el centro de la
vida, tampoco el sexo ni ese anhelo de hallar la pareja ideal ¿Cuán abstracta
es la fantasía que corre en el torrente de mis venas versus la simplicidad
compleja del cristianismo? ¡No! Yo fracasé, y de momento me quedaré quieto
hasta que se manifiesta esa señal VERDE que me indicará que puedo volver a
darle espacio a ese sueño que no fue plenamente colmado ni saciado:
Visceralmente sé quién me gusta y debo tener los recursos materiales que
siempre tuve en deficiencia (y aún teniéndolo$, eso no será mi fuente de confianza).
Sea lo que sea, el “bien” parece estar en no asirse a nada material ni
emocional, porque todo parece temporal, perecedero y lo terminal es
“espiritual” y todo sigue siendo intangible, en alguna incómoda e inabordable
medida que mi razón o experiencia no abarca (hasta que Él no llega y habla y
dice) (y esto de mí pareció
incomodarle un poco a Mónica Delvalle, pero no nos esperamos otro poco y cada
quién siguió el curso de sus vidas).
Verá Ud., en parte mi renuencia a las estructuras es debida a cosas políticas
como éstas, que Ud bien puede consultar por medios propios:
“El 1er.
credo de Nicea, que definió al Hijo como consustancial con el Padre, fue
adoptado como postura oficial de la Iglesia con respecto a la divinidad de
Cristo. También fue fijada la celebración de la Semana Santa el domingo después
de la Pascua judía, y garantizaba la
autoridad del obispo de Alejandría.” (¿Se contradice a Jesús en Mateo
23? Donde dice: “Todos son
hermanos” o “Yo
edificaré mi iglesia”)
Este concilio fue convocado por
el gobernante de turno en Roma, cerca del 325
A.D (año del Señor). El dato que me atrae es que, si había 1.800 obispos censados
en ese tiempo por todo el Imperio Romano, ¿Por qué sólo 318 acudieron a la convocatoria?
De allí en adelante, la
cristiandad que hoy conocemos comenzó a medrar en la jerarquía, en la “autonomía”
humana y a incluirse una serie de cosas que no enseñó el Jesucristo verdadero y
tenemos conocimiento de otro Mesías: El que ellos hicieron “histórico” (a mí me
interesa el verdadero, no el que pinta la tradición católica o la conveniencia
política ni eclesial de otros).
Al efecto, es interesante cuando
uno compara las distintas traducciones e interpretaciones de la Biblia (que no
es la única forma que Dios tiene para expresarse, por cierto).
Hay quienes insisten que,
estructuralmente, una versión de la Biblia y otra dicen lo mismo, pero –si esto
es referido a la versión de los Testigos
de Jehová- no todos los evangélicos piensan igual y la miran como si fuera el
libro de Mormón; sin embargo, para los católicos del siglo 16, la versión que hoy
muchos hispanos consideran “original” o “verdadera” produjo la misma aversión o
actitud (posterior a La Reforma) aunque ella dio paso al credo de “los
protestantes” y esa brecha dio inicio a la 1ra traducción española completa de
la Biblia, hecha por Casiodoro de Reina (1520-1594) uno de los católicos
renegados -y corregida luego por Cipriano de Valera (1531-1602)
otro que se les salió de las filas estructurales. ¿Qué les parece? No podía
haber predicadores legos o indoctos aquellos días, debían ser colegiados por la
iglesia católica y contar con la aprobación de sus líderes...
Quienes en su seno la criticaron -por
abusos- debían marcharse a otros países (con otras libertades y carencias) y, al
ser perseguidos en tierras de España, con
el “santo” poder de la Inquisición, ésta proscrita Biblia tuvo que imprimirse
en Holanda (1602) y meterse de contrabando al mundo hispano, siendo adversamente criticada, denunciada por
los súbditos del clero… ¡Vivan
esos “herejes” como Julianillo Hernández!
Cipriano de Valera hizo varios
escritos y, entre ellos, "Dos
tratados, del papa y de la misa", mismos que han tenido el propósito
de demostrar -con la palabra de Dios-
la falta de base del sistema papal y de la misa. ¿Seré
el único en manifestar opiniones contrarias y desacuerdos relativos al sistema
pastoral o sacerdotal? (Ezequiel es uno de ellos). Sin embargo, éstos 2 hombres -que fueron
parte de sus monasterios medievales- terminaron viviendo en muchas ciudades de
Europa y ya no bajo la mano del liderazgo del dogma de la tradición de la
iglesia católica. ¿Qué no existe hoy en tanta divergencia y tergiversación? Tenemos
leyes seculares y puedo mudarme a otro país, y tener matrimonios homosexuales…
El 2do
concilio de Nicea (787), con 350
obispos, introdujo la idolatría iconoclasta en sus iglesias ¿Qué
comprueba el “consenso” -no universal- de esas asambleas y reuniones? Que están
al servicio del error, de intereses particulares, y que la tradición religiosa no es confiable (y que cada persona “le
pone y le quita” según convenga a nuestros particulares).
Secular
Hermit es “mi” nombre. No tengo el dinero para borrar la partida de mi
identidad y una cantidad de cosas que desearía borrar, y del registro de mi
mente nada puedo y no me miento. Soy un pecador más –como muchos- y otro menos
¡así lo quiero! (y me aparto y alejo tanto como pueda o quiera). Un día de
estos logro mi meta y ya no me importa ese fracaso… ¡Son docenas! Me reconforto
en la idea de que, en alguna medida, conocí algo de esa verdad, así como este
medio siglo de trillar la nada sobre lo que pensé construir la mía.
En
cuanto a ti –quien quiera seas o creas ser- hay quienes se adhieren a una
religión por considerarla herencia de “su raza”, el patrimonio espiritual del
pasado de sus esclavizadas familias… Otros se niegan a buscar otro camino
–dejándola en el abandono- pues sobrestiman ese legado cultural traído por
otros historiadores, de más lejanos continentes… Usan sus prendas, sus velas,
sus coloridos collares, imágenes y nombres ¡indígenas o extranjeros! ¿Qué Dios ha convivido con el hombre que no
haya tenido representante en la mitología egipcia o griega? Cámbiele el nombre,
use la lengua pemona o yoruba, pero el patrimonio de la experiencia no será la herencia
de mi vida para nadie, y es lo único que me llevo.
Hágase a
un trozo de leña, venérelo y cúbralo de flores de mayo o de sangre con un botón
de rotas espinas. Busque a su víctima inocente y úntela con la pasta oscura de
su negro pecado, sacrifíquela en presencia de un nombre y entiérrela en la
morada de sus desaciertos con el desconcierto de sus desiertos: El sacrificio válido es superior a mi vida, y
estoy más cerca del final que de aquel incipiente principio...
El
tesoro de mi verdad no tiene arraigo en mis temores o desengaños confesos. ¡Me
equivoqué! (miserable de mí, soy el único) (pública ironía) ¿Cómo negar las
incontables intervenciones de Dios en la humanidad?
El
desatino unido a la ignorancia contará a los renegados de esta época propicia a
la libertad de la búsqueda de valores eternos, intrínsecamente ligados a fundamentos
morales. Ya no creo a la religión que me vendieron ¡ni en mí mismo ya creo!
Ya no
seré el que quieren que sea: Soy el convicto a la condena de esta verdad y el convencido
a ser para ser.
Si esto
es rebelión, anarquía mental, que Dios haga en mí lo que pido o necesito
entender ¿Puede Ud. conocerme sólo por lo que he escrito o pronunciado en insulsas
letras? Similarmente, en esta parcialidad de ideas que no han sido volcadas
sabiamente, Dios tiene muchos más recursos para obrar en la humanidad y en toda
Su creación. Yo no le niego ¡al
contrario! le reivindico; pero
desconfío de cierta tradición que Ud. venera, un cúmulo de cosas corruptibles y
perfectibles, que sólo cambiarán si Él entra en acción y ¡no sólo en mi vida!
¿No hizo
Su aparición el Hijo de Dios para “corregir” algunas cosas de aquellos días? (cumplió
varias profecías, se manifestó en el cumplimiento de ellas) ¿No reprendió la venerada tradición religiosa de
aquellos que no le recibieron? Sin embargo, hubo un remanente, hubo gente que
sí le reconoció y le siguió –más aún- Dios les manifestó Su gloria con milagros,
a través de Su hijo (todavía lo hace estos días en la tierra) ¿Ha dejado Dios de ser Dios? ¿Se acortó Su benévola
mano?
Mi
confianza no reposa en las instituciones, ni
en mí ni en la gente. Volver sin incentivos ni alicientes -producidos “allá
arriba”- es volverme a los errores que no quiero repetir ni a permitirme el
ensayo de otro error: “Mejor
solo que acompañado”.
A.T. Feb
5, 2012